viernes, 30 de septiembre de 2011

INTERPRETAR LA ESCRITURA DE MANERA LITERAL Y SENCILLA

Principio Nº 3 Al leer la Escritura, comienza dando a cada declaración su significado literal si es considerada sola.
 
Al aplicar este principio en nuestro estudio ilustrativo de la salvación, quiere decir que cuando leas a través de todo el Nuevo Testamento, otorga a cada versículo su significado literal y sencillo. En este punto, no te preocupes por armonizar con lo que dicen otros versículos. Eso vendrá más tarde. 

Al mismo tiempo, es esencial que mires todo pasaje en el Nuevo Testamento que concierne a la salvación, o que pueda concernir a la salvación. Ninguna declaración en la Escritura fue pensada para mantenerse sola. Las declaraciones en una porción de la Escritura a menudo se entremezclan con declaraciones hechas en otra parte. Esto es cierto para todos los documentos escritos. 

Por esta razón, el Instituto de leyes de América ha establecido el siguiente principio adicional: 

“Un escrito debe ser interpretado como un todo, y todos los escritos que son parte del mismo documento deben ser interpretados de manera conjunta.”

Aplicando dicho principio en el contexto de la interpretación bíblica, tenemos: 


Principio Nº 4 Observar toda declaración en la Escritura que se aplica o podría aplicarse al tema estudiado.
 
En resumen, no es suficiente dar simplemente a cada pasaje de la Biblia su significado más común y literal. 

Es de igual importancia considerar todos los pasajes que se relacionan o podrían relacionarse con el tema estudiado. 


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

EMPEZAR CON LAS ENSEÑANSAS DE JESUS

Principio Nº 2 Empezar por el comienzo, con las enseñanzas de Jesús.

 
Nuestro método al revés para entender la Biblia no es una tradición muy antigua (no se origina con los primeros cristianos). 

Comenzó con Martín Lutero, el cual confirmó que el libro de Romanos es “la parte esencial del Nuevo Testamento.” Quizá nosotros no usamos las palabras exactas de Lutero, pero en la práctica seguimos sus pasos. 

Sin embargo, el método lógico para entender la Biblia nos exige comenzar con el autor del cristianismo: 

Jesucristo; no con Pablo. En nuestro estudio ilustrado en cuanto a la salvación, dicho método lógico nos guía a comenzar con los cuatro evangelios. 

El Instituto de leyes de América declara otro principio lógico que los abogados de documentos utilizan: 

“Donde el lenguaje tiene generalmente un significado predominante, será interpretado de acuerdo a dicho significado.”

En otras palabras, comenzar dando a todas las palabras su significado ordinario y obvio.

Pablo dijo: 

"Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe" 1 Timoteo 6:3-4

Jesus mismo nos advirtio: 

"El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; LA PALABRA QUE HE HABLADO, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar".  Juan 12:48-49

Muchas biblias todavia resaltan las palabras de nuestro Señor Jesucristo con color Rojo, resaltando asi la importancia de las palabras que salieron de su propia boca sobre toda la Biblia.


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

PRINCIPIOS DE INTERPRETACION

Principios de interpretación

 

Cuando retiré el paquete de mi buzón de correos, yo sabía exactamente lo que contenía en él. Eran más resúmenes de la Compañía minera de servicios públicos de Texas.

Un resumen es una compilación de todas las escrituras y otros documentos que afectan la cadena de títulos de una extensión particular de tierra. Me esperaba uno o dos días más de una pesada lectura. Sin embargo, cientos de miles de dólares dependerían de mis interpretaciones de las numerosas escrituras y de los demás documentos que contenían los resúmenes. Con tantas cosas en juego, yo no podía darme el lujo de adivinar acerca de las cosas. No, yo tenía que usar principios confiables de interpretación. 


El primer principio de interpretación que hemos considerado es básicamente el sentido común:
empezar con una mente en blanco. El segundo principio es también básico: empezar por el comienzo. 

Yo siempre empiezo a examinar un título, leyendo primero el Patentado. El Patentado es el instrumento por medio del cual el gobierno transfiere por primera vez una tierra a un dueño privado. En Texas, esto usualmente quiere decir retroceder a los años anteriores a 1850: volver a menudo a los años cuando México poseía la tierra. 

Una vez que haya estudiado el Patentado, paso a examinar el título en adelante, leyendo cada escritura, contrato de arrendamiento, testamento, hipoteca y otros papeles que puedan afectar el título del terreno. Jamás se me ocurriría saltar hasta el siglo XX, cuando las escrituras comenzaron a ser escritas a máquina y empezar en ese punto. 

Del mismo modo, al interpretar cualquier documento, sea una escritura o un testamento, siempre empiezo por el comienzo. Yo no salto hasta la mitad del documento, para luego empezar a leer. 

Este mismo principio se aplica a la Biblia. Cuando buscamos las verdades del cristianismo mediante dicho principio, esto quiere decir que volvamos a las palabras de Jesús mismo. Este es un principio obvio. 

Sin embargo, aquí la mayoría de los cristianos evangélicos se desvían. Ellos comienzan con Pablo, no con Jesús. Muchos de los evangélicos prácticamente ignoran las enseñanzas de Jesús, afirmando que ellas se aplican a una dispensación más antigua o a la “época del reino.” Otros retocan las palabras de Jesús para encajarlas a los escritos de Pablo. 

¡Cuán extraño! Jesús dijo: “El discípulo no es superior a su maestro.” (Lucas 6:40). Pero nosotros hacemos de Pablo, el discípulo, superior a Jesús, el Maestro. Hacemos de Jesús un subordinado de Pablo; entendemos las palabras de Jesús sólo en el contexto de los escritos de Pablo. A diferencia de tal actitud, los primeros cristianos entendieron a Pablo en el contexto de las enseñanzas de Jesús. El evangelio de los tales fue sobre todo el evangelio de Jesús.


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

COMENCEMOS CON UNA MENTE SIN PREJUICIOS

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste la Escritura?

 

Debido a nuestras creencias preconcebidas, la mayoría de los cristianos nunca han experimentado en verdad qué es escuchar lo que los escritores de la Biblia están diciendo. En lugar de ello, cuando leemos las Escrituras, todas nuestras ideas preconcebidas que nos fueron inculcadas desde niños o desde que nos convertimos, ahogan las palabras reales de la Biblia. 

Nosotros vemos las palabras en las páginas de nuestras biblias y pensamos que estamos escuchando aquellas palabras. Pero en realidad usualmente escuchamos sólo las palabras de nuestros maestros, no las palabras de la Biblia. 

Permíteme explicarte lo que quiero decir. A mí me enseñaron a creer que todos los humanos heredan la culpabilidad del pecado original de Adán. Quizá es la teología correcta; quizá, no. Lo correcto de dicha teología no es importante en este punto. Desde niño me mostraron Romanos 5:12 como prueba de esta enseñanza: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” 

Como consecuencia, cada vez que yo leía Romanos 5:12, mi mente oía decir al versículo: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos heredaron el pecado y la culpa de Adán.” Mi mente siempre oye las palabras de mis maestros, no las palabras reales de la Escritura. Y así estuve absolutamente convencido de que la Escritura enseñaba que nosotros heredamos el pecado y la culpa de Adán. Si alguien rechazara ese principio, yo diría que está ignorando el lenguaje claro de la Escritura. 

Me tomó casi 30 años para darme cuenta que yo estaba escuchando interpretaciones preconcebidas, no el lenguaje sencillo de la Escritura. Para estar seguros, la teoría que afirma que nosotros heredamos la culpa de Adán, es una explicación plausible de Romanos 5:12. Quizá es la explicación correcta. Pero hay otras explicaciones plausibles de ese versículo. Y ninguno de nosotros será capaz de oír en verdad la Escritura hasta aprender a separar nuestras creencias doctrinales- nuestras “creencias plausibles”- del lenguaje real de la Escritura. 

En resumen, dos de las reglas básicas de la verdad son: 

1).-Lo que nosotros creemos que es la verdad, no cambia lo que en realidad es la verdad.

2).- las creencias preconcebidas son una barrera para encontrar la verdad. Ahora que reconocemos estas dos características de la verdad, estamos listos para mirar algunos de los principios lógicos de interpretación que nosotros los abogados de títulos de propiedad usamos. 


Una mente en blanco

Cuando mis clientes me dan un resumen del título a examinar, ellos quieren que comience con una mente en blanco. En otras palabras, no quieren que yo tenga ideas preconcebidas en cuanto al tipo de problemas de título que he de descubrir cuando examine dicho resumen. Lo que mi cliente no desea que yo haga, es examinar el título con prejuicios. Ellos no quieren que yo “construya un buen caso” de tal forma que la persona de la cual planean comprar la tierra tenga el título limpio. Una prejuiciosa examinación de título sería inútil para ellos. 

Eso ejemplifica el primer principio lógico de interpretación: 


Principio Nº 1 Para encontrar la verdad, debes comenzar con una mente en blanco.
 
“Y, ¿dónde nos deja eso?,” podrías preguntarte. “Ya que todos tenemos ideas preconcebidas, ¿cómo podemos descubrir la verdad?” No te alarmes. Hay un camino. Tenlo por seguro, la batalla está medio ganada una vez que la persona reconozca y admita que su mente no está en blanco. En otras palabras, no podemos tener una mente en blanco a no ser que admitamos que no tenemos una. 

Sé muy bien que es difícil para la mayoría de nosotros admitir que tenemos creencias preconcebidas. Yo tenía treinta y siete años antes que mis ojos fueran rudamente despertados. Luego comencé a ver cuantas ideas preconcebidas realmente tenía. Antes de aquel tiempo, yo habría rechazado firmemente tener algunas. 

¿Cómo puedes saber que estás leyendo las Escrituras con una mente en blanco? La respuesta es: cuando no tienes un sistema teológico que defender, cuando no tienes conclusiones previas a las cuales la Biblia deba estar ajustada. En realidad, ése es un estado muy dificultoso de obtener. Pero te mostraré un atajo inicial para ponerte en marcha. 

Supongamos que tú estabas a punto de realizar un estudio sobre la enseñanza de la Biblia en cuanto a la salvación. Serías un cristiano raro, si no tienes algunas creencias sobre el tema referido. Pero vamos a pretender que aquellas ideas preconcebidas no existen. Al contrario, intentaremos trabajar alrededor de ellas. 

Cuando tú veas las escrituras que correspondan al tema de la salvación, pregúntate tú mismo: “Si yo hubiese sido criado en una sociedad pagana y nunca antes hubiera leído la Biblia, ¿qué significado tendría este versículo para mí?” En otras palabras, “si yo no supiese nada, ¿probablemente qué pensaría de lo que dice este versículo?” 

Este es el primer paso. Ahora, veamos algunos de los otros principios de interpretación basados en el sentido común. 


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

COMO LLEGAMOS A NUESTROS SISTEMAS DE CREENCIAS

Cómo llegamos a nuestros sistemas de creencias

 

Aunque ahora limito mi profesión al trabajo de títulos de propiedad, anteriormente a menudo atendía algunos casos de litigios. Y en casi todos los casos gané. ¿Brillante abogado? ¡No! Apenas soy competente en la sala de un tribunal. Yo gané casi todos mis casos porque la otra parte nunca aparecía. En la ley a esto llamamos juicio en rebeldía. Los peores abogados del mundo pueden ganar un juicio en rebeldía.


Desafortunadamente, la mayoría de cristianos han adquirido sus creencias doctrinales por medio de un “juicio en rebeldía.” No es muy dificultoso convencer a una persona que un conjunto de doctrinas son la “verdad,” mientras no se considera el conjunto de doctrinas opuestas. 

Tomemos como ejemplo el caso de Peter Hawkins. Éste fue criado en un hogar piadoso. Sus padres fueron encargados de una iglesia de las Asambleas de Dios. Ambos inculcaron creencias pentecostales en Peter desde su niñez. Cuando Peter llegó a ser adulto, él sabía detalladamente todas sus doctrinas principales de santidad, y podía defenderlas hábilmente con las Escrituras. Él se reiría si le dijéramos que él obtuvo sus creencias por un juicio en rebeldía. “No, yo creo lo que creo porque esto es lo que la Biblia enseña,” él nos diría con mucha seguridad. 

María Rodríguez tiene un testimonio un poco diferente. Ella fue criada en un hogar católico. Su madre iba a misa con regularidad, su padre iba con menos frecuencia. Sus padres raramente oraban en los alimentos (o en cualquier otra ocasión), y casi nunca leían su Biblia católica. Cuando María terminó sus estudios secundarios, dejó totalmente de asistir a misa. Pronto comenzó a utilizar drogas y a vivir inmoralmente.
Cierto día una compañera de trabajo llamada Janet le dijo a María cómo podía ella tener una relación personal con Dios. Ella mostró a María varios versículos de la Biblia que le demostraban la necesidad de reconocer sus pecados, arrepentirse de ellos y aceptar a Jesús como su salvador personal. María oró seriamente e invitó a Jesús a entrar en su corazón. Desde entonces comenzó a asistir regularmente a una iglesia bautista local con Janet. Ella se inscribió en los estudios dominicales “los nuevos miembros,” donde aprendió muchos temas bíblicos. Actualmente, María es una miembro fiel de la misma iglesia bautista. Igual que Peter, ella rechazaría con firmeza la idea de haber recibido sus creencias por un juicio en rebeldía. No, ella cree lo que cree “porque eso es lo que enseña la Biblia.” 

A pesar de sus rechazos, Peter y María son ejemplos clásicos de cristianos que han obtenido sus creencias por un juicio en rebeldía. Como a un niño o a un nuevo creyente, sólo una versión del evangelio les fue presentada a ellos. Desde entonces, ambos han leído la Biblia a través de los ojos teológicos de la iglesia a la cual pertenecen. 

Ahora Peter y María saben muy bien que hay otras numerosas versiones diferentes del evangelio. E incluso saben cuáles escrituras “tuercen” para apoyar sus doctrinas. Peter puede demostrar con claridad porqué la versión del evangelio que cree María es errada; y María del mismo modo, puede demostrar a cualquiera porqué la versión del evangelio que cree Peter es errada. 

A menos que tú pertenezcas a unos de los “pueblos no alcanzados” que nunca han oído el evangelio y que no hayas tenido contacto con otros cristianos, entonces también tienes ideas preconcebidas acerca de lo que dice la Biblia. Eso no quiere decir que tales ideas sean incorrectas. Tampoco quiere decir que hay algo malo en el hecho de tener ideas preconcebidas. Los padres deberían instruir a sus hijos en lo que ellos creen que es la verdad. Las iglesias deberían proporcionar instrucción bíblica a sus miembros.
Po lo tanto, las ideas preconcebidas son normales. Pero esto no cambia el hecho de que ellas son una barrera para encontrar la verdad.


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

LAS CREENCIAS PRECONCEBIDAS

Las creencias preconcebidas

 

Varios años atrás, durante una visita a Harlingen, Texas, mi esposa y yo paseábamos por una tienda de alfombras. Además de vender alfombras, la tienda también era una distribuidora autorizada de las aspiradoras Electrolux. Estábamos parados a unos pocos metros del mostrador, cuando una mujer se dirigió a la dueña de la tienda y le preguntó: “¿Qué marca de aspiradora recomienda usted?” ¿Cuál crees que fue la respuesta de la dueña? 

Obviamente la dueña dijo que recomendaba las aspiradoras Electrolux. Pero ella no era una partidaria desinteresada, ¿cierto? Esta mujer ya tenía ideas preconcebidas sobre el asunto. 

Éste es el principal problema cuando leemos la Biblia. Nosotros ya tenemos ideas preconcebidas de lo que encontraremos aún antes de voltear las páginas. 


Las ideas preconcebidas son una barrera para encontrar la verdad
 
Como un antiguo escritor señaló: “Es imposible enseñar a alguien algo que él cree que ya sabe.” 

Si estamos convencidos que ya sabemos correctamente cuáles son las enseñanzas de la Biblia, podemos leerla una y otra vez, y aún así, nunca ver algo diferente de lo que ya creíamos. Para estar abiertos para recibir la verdad, debemos empezar con una mente limpia de prejuicios.


Pero a la mayoría de nosotros nunca se nos ha dado esa oportunidad. 


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

LAS REGLAS DE LA VERDAD

Las reglas de la verdad

 

Cuando examino el título de una extensión de tierra, soy consciente que las conclusiones a las que puedo llegar, no afectarán de ningún modo a cómo es realmente poseído el título de propiedad. En otras palabras, mis conclusiones no pueden alterar la verdad. Si yo fuera a convencer a mi cliente erróneamente que el título está claro, sólo lograría perjudicarlo. El título mismo no sería afectado.
Esto es lo primero que necesitamos entender acerca de la verdad: 

Lo que nosotros creemos que es la verdad, de ningún modo cambiará lo que en realidad es la verdad.

 
En otras palabras, las verdades acerca de Dios, de su Hijo, de nuestra salvación, de los castigos y premios después de la muerte, del bautismo y de otros muchos temas espirituales, no son afectadas en lo más mínimo por lo que tú y yo creamos. Si yo pudiera persuadir a cada persona en el mundo a aceptar todas mis creencias, esto no significaría que dichas creencias fueran correctas. Ni cambiaría lo que realmente es la verdad. 

Yo creo que todos aceptaríamos este principio. De hecho, probablemente nadie afirmaría que él puede cambiar las verdades eternas por lo que cree. Pero nuestras actitudes demuestran lo contrario. El hecho es que nosotros conscientemente ignoramos las escrituras que contradicen nuestras doctrinas, y rehusamos admitir que otras interpretaciones de escrituras claves puedan ser correctas. Los eruditos acomodan sus traducciones de la Biblia para defender sus propias ideas preconcebidas. Y nosotros escogemos las traducciones que se adecúan a nuestros prejuicios y a los de nuestros líderes. De hecho, la mayoría de nosotros rehusamos ver las evidencias que podrían probar que nuestras interpretaciones son incorrectas. 

Sí, en nuestro subconsciente realmente pensamos que podemos cambiar las verdades eternas manipulando la Biblia u ocultando las evidencias. ¡Qué ingenuos somos! Como Winston Churchill dijo: 

“La verdad es incontrovertible: el temor puede guardarle rencor, la ignorancia puede escarnecerla, la malicia puede distorsionarla; pero la verdad permanece allí.” 

A menos que una persona verdaderamente crea desde lo profundo de su alma que ella no puede alterar la verdad, nunca entenderá apropiadamente las Escrituras. Y a no ser que ella crea que no tiene nada que temer por la verdad, ni siquiera deseará hacer una búsqueda honesta de la verdad. 

“Pero, ¿cómo puedo estar seguro si en verdad creo en este principio, que la verdad no puede cambiar?,” podrías preguntarte. La respuesta es: tú lo sabrás cuando seas capaz de leer la Biblia con la misma objetividad e imparcialidad con que un abogado de títulos lee una escritura. Es decir, cuando puedas acercarte a la Biblia con el único deseo de saber lo que en realidad la Biblia quiere decir. 

Pero hay una barrera que nos impide a la mayoría de nosotros a hacer esto. Dicha barrera se llama creencias preconcebidas.


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

LA VERDAD CUESTE LO QUE CUESTE

Un diferente tipo de ley

 

Cuando comparo a los teólogos con los abogados judiciales, no estoy especulando. Pues yo mismo ejerzo la abogacía y también soy un estudiante serio de las Escrituras. Yo he presenciado de qué manera desarrollan sus papeles los abogados judiciales y los teólogos. 

Sin embargo, ya no ejerzo la abogacía en procesos judiciales desde que encontré muchos conflictos entre dicha profesión y las enseñanzas de Cristo. Ahora limito mi carrera exclusivamente a la examinación de títulos de propiedad, lo cual requiere un tipo de mentalidad bastante diferente al trabajo realizado en un proceso judicial. 

En Texas, donde yo ejercía mi carrera, como en la mayoría de los estados en EE.UU, obtener una escritura para una extensión de tierra en realidad no le asegura al comprador la recepción del título de propiedad para ese terreno. Para que el comprador esté seguro de obtener el título de propiedad, debe adquirir el seguro del título o contratar a un abogado que examine el registro de títulos de dicho terreno. 

Mi cliente principal es la Compañía minera de servicios públicos de Texas, una subsidiaria de una compañía eléctrica que compra tierras con depósitos de carbón y lignito. Antes de realizar la compra de dichas tierras, mi cliente quiere asegurarse de que está recibiendo un buen título para la tierra, el carbón y el lignito. Mi trabajo es leer y analizar cada documento que pueda afectar el título del terreno. Mi cliente me paga para ser absolutamente objetivo, no tener prejuicios e incluso ser crítico en detalles insignificantes. 

En el mundo de la abogacía judicial, lo que el jurado cree que es la verdad es infinitamente más importante de lo que en realidad es la verdad. Por el contrario, en el mundo de la abogacía de títulos de propiedad, la verdad es lo que importa. El hecho de que el vendedor piense que tiene un buen título es de poca importancia. Soy pagado para averiguar la verdad acerca del título de la tierra, aún así contradiga a lo que otros piensen. Y a veces lo que descubro no complace a nadie. De no ser así, mi cliente no lo obtendría de ningún otro modo. Lo que menos desea mi cliente es explotar el carbón y el lignito, y luego descubrir que alguien más posee el título de propiedad de esa tierra. 

Si nosotros los hombres vemos la necesidad de ser honestos y objetivos cuando están en juego títulos de tierras, ¿cuánto más necesario debería ser cuando la eternidad está en juego? No obstante, irónicamente, cuando la eternidad está en juego, nosotros buscamos la verdad usando los métodos de un abogado judicial: Comenzamos con nuestras ideas ya decididas y luego construimos un caso a partir de textos de prueba para apoyar la conclusión a la cual ya habíamos llegado. 

Pero si en verdad deseamos agradar a Dios, no podemos acercarnos a la Escritura de esta manera. En lugar de ello, deberíamos acercarnos a ella con la misma honestidad objetiva y sin prejuicios que un abogado de títulos de propiedad emplea en su trabajo. Si no lo hacemos, nunca hallaremos la verdad. 

Ahora, voy a formular una afirmación bastante audaz. Yo no haría tal afirmación a no ser que en verdad lo creyera de todo corazón. La afirmación es la siguiente: Si nosotros los cristianos que creemos en la Biblia usáramos sencillamente los principios lógicos de interpretación que usan los abogados de títulos, todos podríamos ser un sólo cuerpo otra vez. 


Pero antes de hacerlo, hay unas pocas cosas que necesitamos entender acerca de la verdad. 


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

EL ABOGADO Y EL TEOLOGO

La historia de dos abogados

 

La defensa del abogado ha sido brillante. Testigo tras testigo se había dado por vencido frente a su fulminante contrainterrogación. Él había luchado las batallas cruciales en el procedimiento judicial como si lo hiciera con tácticas militares. Y su conmovedor argumento ante el jurado fue pronunciado con tal sentimiento que numerosos miembros del jurado fueron movidos a las lágrimas. El jurado esperó sólo un breve momento antes de pronunciar su veredicto: “¡Inocente!” 

Sí, el brillante abogado había ganado; pero la verdad había perdido. Porque el acusado realmente había cometido el crimen. Su abogado había ganado, suprimiendo la evidencia (legalmente, por supuesto). 

Pero para el abogado, la verdad era irrelevante. El objetivo principal del juicio no era hallar la verdad. Al contrario, era obtener un veredicto “¡inocente!” por parte del jurado. 

La metodología usada por un abogado en un proceso judicial es empezar con una meta ya decidida en su mente: una idea que ya está decidida, que “su cliente ya está en lo correcto.” La labor de un abogado en un juicio no es descubrir la verdad; más bien, es conformarse, con toda la evidencia posible, a apoyar el caso de su cliente. Y, si fuera legalmente posible, podría hasta eliminar y dejar escondida toda evidencia que perjudicaría el caso de su defendido. 

El hecho triste es que los abogados judiciales y los teólogos son hermanos gemelos. 
Increíblemente pocos teólogos empiezan con una mente sin prejuicios y abierta para recibir la verdad de Dios. Así como los abogados judiciales, los teólogos empiezan con una idea preconcebida: que su seminario de teología está en lo correcto. Ellos miran las Escrituras como una piscina de versículos, de la cual podrían reunirse afirmaciones que apoyen su teología. E ignoran o pasan por alto los versículos que no la apoyan. 

Como el escritor victoriano Samuel Butler, observó: 

“Un obispo casi no puede ver los hechos tal como son. Es su profesión apoyar una posición. Por tanto, le resulta imposible examinar sin prejuicios la otra parte.”


Y de la misma manera que los abogados judiciales intentan suprimir legalmente toda evidencia que no apoye el caso de su defendido, muchos teólogos han intentado suprimir puntos de vista y evidencias importantes que no apoyan su teología. De hecho, comparados a los teólogos, los abogados parecen ser más corteses en el trato con sus oponentes. 

En tiempos pasados, generalmente los teólogos silenciaban a un oponente, quemándolo en la estaca o torturándolo hasta que se retractara de sus opiniones. 

No sólo eran los católicos romanos que torturaban y mataban a los opositores de su teología. Luteranos, calvinistas, anglicanos y puritanos también hacían lo mismo. 

Ya que la tortura y la ejecución ya no son medios aceptables, los teólogos en la actualidad a menudo sepultan a sus oponentes con un aluvión de epítetos y denunciaciones. Al hacer esto, los teólogos protestantes simplemente están siguiendo el ejemplo del fundador de la Reforma. Martín Lutero, en su libro La esclavitud de la voluntad, escrito en respuesta al libro de Erasmo sobre el libre albedrío, Lutero se dirigió a Erasmo con un lenguaje vulgar y despectivo: 

Aunque parezca inútil responder a tus argumentos que a menudo ya los he refutado y que también ya han sido pisoteados por el incontrovertible libro de Felipe Melancton “concerniente a las cuestiones teológicas”: un libro que a mi juicio es digno no sólo de ser inmortalizado, sino de ser incluido en el canon eclesiástico. En comparación de éste, tu libro es, en mi opinión, muy despreciable y vil. Siento gran compasión por ti que has ensuciado tu ingenioso y bello lenguaje con tal desecho vil.


En el tribunal, a ningún abogado se le permitiría dirigirse a su oponente con tal lenguaje despectivo. Pero en las guerras teológicas está permitido. La metodología de Lutero me recuerda una anécdota que oí en una conferencia: 

El guardián de una iglesia estaba limpiando el edificio donde se reunía esa iglesia un lunes en la mañana. Mientras desempolvaba el púlpito, notó que el ministro había olvidado los apuntes de su sermón sobre el púlpito. El guardián curiosamente comenzó a hojear sus apuntes. Pronto notó que el ministro había escrito varios puntos de referencia en el margen de sus notas. A lo largo de un párrafo había escrito: “Una historia acerca de una madre y un bebé- hablar suave y tiernamente.” Y a lo largo de otro párrafo: “Punto de motivación- hablar con seguridad y entusiasmo.” Había muchas notas más escritas en los márgenes. Sin embargo, la nota que particularmente cautivó la atención del guardián era una que decía: “Punto débil- ¡gritar como loco!” 

Desafortunadamente, hay un poquito de verdad en esta historia. Los teólogos usualmente son más dogmáticos en los temas donde su apoyo bíblico es más débil. Y donde sus fundamentos son más temblorosos, con gran rapidez etiquetan a sus oponentes de herejes. 

BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

POR FAVOR SEAMOS HONESTOS

POR FAVOR SEAMOS HONESTOS

 

Diógenes, el filósofo loco

Cuando en una mañana el sol se levantó e iluminó las calles empedradas de la antigua Atenas, una extraña figura subió de una gran fuente de agua, donde él había pasado la noche. Vestido de una túnica raída y sucia, andaba como vagabundo por las calles angostas de la ciudad. Mientras caminaba, su cabello blanco y su barba abundante y blanca reflejaban los rayos del sol de aquella mañana. Aunque era un día soleado, él llevaba una antorcha encendida en sus manos, mientras caminaba con esfuerzo abriéndose paso por en medio de una muchedumbre que caminaba en toda dirección. 

Dirigiéndose al mercado, bullicioso y aglomerado, se acercó a un hombre tras otro, alzando su antorcha en dirección a sus rostros, examinando cuidadosamente cada línea de sus semblantes. En medio de los estrépitos de los caballos y de los gritos de los vendedores que ofrecían sus mercancías, los espectadores trataron con cuidado con este hombre raro y enloquecido. 

“Tú, loco, ¿qué haces aquí?,” alguien de entre el gentío allí reunido le gritó sarcásticamente. 

“Mi nombre es Diógenes,” respondió apresuradamente, “y estoy buscando a un hombre honesto.” 

Si Diógenes llevara su antorcha a las iglesias en estos días, ¿encontraría a una persona honesta? La razón de mi pregunta es porque estos nuevos escritos tratan principalmente sobre la honestidad. 

Por el término “honestidad,” no me estoy refiriendo a la actitud hostil de robar o mentir. Más bien, estoy hablando de la honestidad intelectual y espiritual. Es decir, de la buena disposición para ser totalmente objetivos en la búsqueda de la verdad de Dios. Los cristianos intelectualmente honestos tienen el deseo y la capacidad para ver todos los lados de cualquier tema espiritual o teológico. Éstos están mucho más comprometidos en investigar cuál es la verdad que defender sus posiciones personales o las de su denominación o iglesia. 

En realidad, la honestidad espiritual e intelectual debería caracterizar naturalmente a todos los cristianos. La Escritura nos dice que Dios es un Dios de verdad (Salmos 31:5). Una persona que en verdad ha nacido de Dios desea intensamente imitar a su Padre. Como Jesús declaró: “Los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). 

Por tanto, si tu deseo vehemente no es por la verdad, temo que has malgastado tu tiempo leyendo este Blog. Si deseas simplemente encontrar apoyo para tus interpretaciones personales o denominacionales, entonces no tiene sentido que sigas leyendo. Tu deseo será mucho más satisfecho, leyendo solamente la literatura publicada por tu iglesia o denominación. 

Sin embargo, si sientes dolor en tu corazón buscando la verdad, si tu anhelo ferviente es adorar a Dios en espíritu y en verdad, sólo te pido que en oración y con honestidad consideres lo que tengo que decir. 

Pero déjame decirte ahora en el comienzo que este no es un Blog  acerca de la interpretación personal de David Bercot de la Biblia. No estoy diciendo que si estás interesado en la verdad, debes seguir mi interpretación personal de la Biblia. De hecho, el mensaje de este libro es exactamente lo opuesto: 

Estoy diciendo que el pensamiento de David Bercot es totalmente irrelevante. Yo no estoy en una mejor posición que tú para entender con exactitud las Escrituras. Si la opción está entre tu interpretación y la mía, puedes seguir también tu propia interpretación. 

¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo con gran franqueza que los métodos para entender las Escrituras que nosotros los cristianos creyentes de la Biblia hemos utilizado, no funcionan. Ninguno de ellos ha provisto un medio sólido para que todos los cristianos llegaran a ser un cuerpo otra vez. 

A pesar de todos los sistemas de interpretación bíblica que han sido promovidos desde la Reforma, en cada siglo el cuerpo de Cristo se ha visto cada vez más fragmentado. Hoy en día, los cristianos profesos están divididos en más de 22 000 denominaciones y sectas diferentes, con un promedio de cinco nuevas que se organizan cada semana. Y, generalmente hablando, ninguna de estas denominaciones y sectas depende de ninguno de los otros grupos. Además, casi todas estas denominaciones han sido establecidas desde el tiempo de la Reforma. 

Si tú piensas que Cristo no objeta que su cuerpo esté siendo fragmentado por miles de divisiones, reflexiona. Lo más importante en su mente antes que fuese arrestado era la unidad de la iglesia. Él oró, diciendo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20,21). 

Sin embargo, a nosotros los protestantes no nos importa nada si desgarramos otro pedazo de carne del cuerpo de Cristo. No admitimos que la división es un pecado peligroso. Pablo la catalogó como una de las “obras de la carne… acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas, no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19,21). 

Pablo le dijo a Tito: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” (Tito 3:10,11). 

Quizá esa Escritura nos condena a nosotros los cristianos de hoy; somos hombres y mujeres que “causan divisiones” y “nos hemos pervertido y pecamos.” Pues nosotros y nuestros antepasados hemos causado divisiones en el cuerpo de Cristo. 

En el transcurso de este Blog, estaré utilizando muchas veces el término “protestante” para referirme a todos los cristianos profesos que no pertenecen a la Iglesia Católica Romana ni a ninguna de las iglesias ortodoxas del oriente. En otras palabras, cuando use este término, estaré incluyendo principalmente a los protestantes, evangélicos, pentecostales, anabaptistas y otros grupos no católicos. Soy consciente de que muchos de tales grupos no se consideran protestantes. Particularmente yo no me considero ser uno de ellos. Si me permites usar el término “protestante” en tal sentido libre y colectivo, en lugar de nombrar individualmente a todos los grupos no católicos cada vez que me refiera a ellos, este libro podrá expresarse con rapidez. 

Y de una u otra manera, casi todos nosotros los “protestantes” hemos hecho nuestra parte en astillar aún más el cuerpo de Cristo. No sólo no nos arrepentimos de nuestro espíritu sectario, incluso queremos hacer de Dios un cómplice de nuestro pecado. Usualmente he oído a los cristianos evangélicos decir: “Es importante ir a la iglesia donde Dios quiere que vayas.” En otras palabras, Dios quiere que Juan Doe vaya a una cierta iglesia, María Jones a otra y Bob Smith aún a otra. Nos engañamos a nosotros mismos pensando que Cristo quiere un cuerpo dividido, a pesar que en su oración, Él desea lo contrario. 

A pesar de sus limitaciones, la Iglesia Católica Romana, al menos ha sido capaz de permanecer como un sólo cuerpo. En contraste, desde el inicio, los reformadores estuvieron divididos los unos de los otros. En el transcurso del tiempo, aquellas divisiones sólo han empeorado. Hasta las religiones falsas tienen un mejor antecedente histórico que el de los cristianos bíblicos. El Islam es mucho más antiguo que las iglesias que surgieron a partir de la Reforma, y aún así, aquellos grupos adoran juntos en la misma mezquita cuando se hallan en un país extranjero. 

No, no es normal para un grupo religioso fragmentarse en 22 000 sectas en un período menor de 500 años. Es algo raro. Y cuando los cristianos son los que lo hacen, es todavía más pecaminoso. “Pero, ¿qué puedo hacer?,” podrías preguntarte. “No es culpa mía que haya tantas denominaciones y divisiones.” Y en cierto sentido es verdad. La mayoría de nosotros no somos los que fundaron la gran variedad de denominaciones y sectas. Pero sí compartimos la misma mentalidad y el mismo espíritu de aquellos fundadores. Y si no estamos trabajando hacia una solución, entonces somos parte del problema. 

Tenlo por seguro. Sí hay solución al problema de división. Todos los cristianos bíblicos que en verdad aman a Dios pueden ser un solo cuerpo. Y no estoy hablando de la unidad ecuménica la cual se basa en minimizar o pasar por alto los mandamientos y las verdades fundamentales del cristianismo. 

Antes bien, el mensaje de este libro es que, en un alto grado, nuestras divisiones son un resultado de nuestros métodos ilógicos que usamos para entender las Escrituras. Por “nuevo” no me estoy refiriendo a un extraño o esotérico sistema de interpretación bíblica. Estoy hablando de precisamente lo opuesto. Este “nuevo” método es tan obvio y elemental que simplemente es el sentido común. 


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

jueves, 29 de septiembre de 2011

EVALUANDO LAS IGLESIAS DE HOY

La unidad sin la uniformidad

 

Después de estudiar los escritos de los primeros cristianos, tengo que concluir que había un núcleo de creencias y prácticas que ellos habían recibido de los apóstoles. Casi sin excepción, los primeros cristianos aceptaban estas creencias y prácticas. Pero a la vez, evidentemente había muchos puntos que los apóstoles no habían explicado a la iglesia primitiva, ni a nadie. 

En tales puntos había mucha diversidad entre los primeros cristianos. Mas aun así, no se dividieron en una multitud de diferentes sectas a causa de estos puntos. En verdad, discutían estas cosas muy poco entre sí. Por ejemplo, Justino creía que muchas profecías de la Biblia se cumplirían literalmente durante el milenio. Pero muchos otros cristianos creían de otra manera. Vean el espíritu apacible de Justino cuando él habló de sus opiniones milenarias con un grupo de judíos: 

“Como dije antes, yo y muchos otros tenemos esta opinión. Creemos que estas profecías se cumplirán de esta manera. Pero, por otra parte, les dije también que hay muchos que creen de otra manera, y son de la fe pura y justa. Son también cristianos.”

Es muy típico de los primeros cristianos tal espíritu poco contencioso, libre de prejuicios. No permitían que su diversidad de opiniones destruyera su espíritu apacible. Aunque intransigentes en su obediencia a Cristo, los primeros cristianos eran flexibles en los puntos que los apóstoles no habían fijado con certeza. Debiéramos imitar su espíritu apacible. 


Evaluando las iglesias de hoy

 

Después de estudiar los escritos de los primeros cristianos, me hice para atrás y me puse a evaluar mi propia espiritualidad. Como dije antes, según las normas actuales, soy cristiano con una entrega más que ordinaria. Pero según las normas de la iglesia primitiva, soy débil espiritualmente. Entonces, me hice la pregunta: “Cuando Dios me evalúa, ¿qué ve?” 

Tal vez la iglesia de hoy en día debe hacerse esta pregunta. ¿Qué ve Dios en la iglesia actual? ¿Está contento con lo que ve en nosotros? ¿Nos está derramando sus mejores bendiciones? ¿O será que nos ve del mismo modo que vio a la iglesia del cuarto siglo, después de Constantino? 

Hago esta pregunta porque me parece que vemos actualmente las mismas condiciones que existían en el cristianismo de entonces, el cristianismo del siglo cuarto. Veo hoy la misma sensación de bienestar que había en el mundo religioso en el siglo cuarto. En aquel tiempo, los cristianos creían que vivían en una época nueva de bendición y prosperidad espiritual. Se jactaban de milagros, de sanidades sobrenaturales, y del gran crecimiento en la iglesia. Lo mismo veo en la iglesia de hoy. Muchos cristianos afirman que estamos viviendo en una época nueva, en la cual Dios está colmando a la iglesia de prosperidad material, milagros, y muchas bendiciones—bendiciones que él no dio antes a la iglesia durante los dos mil años de su historia. 

Muy bien. Es posible que, por alguna razón, Dios esté colmando de bendiciones espirituales a la iglesia actual. Pero a base de lo que veo en la historia de la iglesia primitiva, es muy poco probable que sea así. 

Es mucho más probable que estamos engañándonos a nosotros mismos. Pensémoslo bien. ¿Por qué daría Dios una cruz de aflicción a los cristianos fieles de la iglesia primitiva, mientras él nos da a nosotros prosperidad material, salud milagrosa, y además muchos placeres carnales? Por favor no me entiendan mal. Yo no niego que Dios hace milagros. He leído de sanidades milagrosas y de otros milagros en la iglesia primitiva. Pero estas cosas eran poco comunes, y la iglesia daba poco énfasis a tales cosas. Después de que la madre de Constantino supuestamente halló la cruz de Jesús, entonces sí ¡qué ola más grande de milagros y sanidades sobrenaturales inundó a la iglesia! 

La iglesia del cuarto siglo también creía que el crecimiento rápido de la iglesia indicaba que Dios aprobaba su obra y sus métodos. Lo mismo veo hoy. 

Las iglesias que destacan las bendiciones materiales, las sanidades y otros milagros están creciendo bastante rápidamente. Pero ¿será eso evidencia de la aprobación de Dios? Recordemos que la iglesia creció diez veces más rápido después de la conversión de Constantino que antes. Aun entre los evangélicos tradicionales el crecimiento se ha convertido en una obsesión. 

Los métodos que producen el crecimiento se están adoptando en una iglesia tras otra. Por ejemplo, la manía actual donde vivo yo es la construcción de grandes complejos lujosos para la recreación. Las iglesias los llaman “centros de la vida familiar”. De lo que yo he visto, las iglesias que tienen tales centros de recreación crecen más rápido que las que no los tienen. Pero ¿qué importa? La iglesia primitiva del cuarto siglo bien demostró que podemos usar los métodos humanos— como los templos lujosos y las fiestas religiosas—para hacer crecer la iglesia. Pero la iglesia del cuarto siglo no pudo demostrar que podemos usar los métodos humanos para hacer una iglesia mejor. 

No es demasiado tarde para volver

 

Los cristianos de los primeros siglos produjeron una revolución espiritual en el mundo porque no temieron desafiar las actitudes, la vida, los valores del mundo antiguo. Su cristianismo era mucho más que un credo, un conjunto de doctrinas. Era una manera distinta y nueva de vivir. Y toda la fuerza del mundo romano— militar, económico y social—no pudo pararlo. Sin embargo, después de trescientos años, empezó a fracasar. ¿Por qué? Porque los cristianos perdieron su fe obediente en Dios. Opinaron que podían mejorar al cristianismo con los métodos humanos, usando los métodos del mundo. Pero no mejoraron al cristianismo. Destruyeron su corazón. Hay un refrán muy práctico en las partes rurales de Texas (E.E. U.U): “Si no está quebrado, no lo repare”. En otras palabras, no procure mejorar lo que no está fallando. El supuesto mejoramiento puede causar daño. 

El cristianismo primitivo no estaba fallando. No le faltaba “mejoramiento”. Pero los cristianos del siglo cuarto se convencieron de que bien podían mejorar al cristianismo. “Si ser cristiano trajera bendiciones materiales y prosperidad, pudiéramos convertir a todo el mundo”, razonaron. Pero a fin de cuentas, la iglesia no convirtió al mundo. El mundo convirtió a la iglesia. Pero todavía, de alguna manera los cristianos de hoy en día no se han convencido ni con las lecciones de la historia. 

La iglesia de hoy todavía se goza de su matrimonio con el mundo. Y todavía creemos que podemos mejorar al cristianismo por medio de los métodos humanos. Pero en el sentido verdadero, el cristianismo no mejorará hasta que vuelva a la santidad práctica, el amor no fingido, y la abnegación verdadera de los primeros cristianos. Ya debemos habernos divorciado del mundo—un divorcio que sí tuviera la bendición inequívoca de Dios. 

¿Dónde están la cruz de abnegación y sufrimiento, y el estandarte de fe y amor, que llevaban los primeros cristianos? Quedaron tirados en las calles polvorientas de Nicea. Pero no es demasiado tarde. La iglesia puede volver, recogerlas, levantarlas y llevarlas otra vez. 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

LOS PRIMEROS CRISTIANOS NOS DAN UN PUNTO DE REFERENCIA

Los escritos de los primeros cristianos nos dan un punto de referencia

 

Como muchos otros, yo verdaderamente creo que la Biblia es la única autoridad para los cristianos, un libro inspirado y sin error. Pero nosotros los cristianos que creemos la Biblia estamos divididos entre cientos de diferentes denominaciones y sectas. 

Por lo general, tales divisiones no resultan porque hay cristianos que tuercen las Escrituras para motivos egoístas con intención de engañar. Al contrario, es verdad que muchas enseñanzas en la Biblia no están muy claras. Muchos pasajes de la Biblia se pueden entender de diferentes formas. 

Como resultado de eso, aun los cristianos que creen la Biblia se sienten obligados a fijar otra base de autoridad, además de la Biblia. 

Por ejemplo, muchos ponen mucha confianza en los impresos de su denominación o las autoridades eclesiásticas. Muchos confían en los pastores, en los seminarios, en los comentarios bíblicos, en los credos, o en las tradiciones de la iglesia evangélica. Pero, ¿cuánto valor tienen, en realidad, tales fuentes de autoridad? ¿Puede un seminario tener más entendimiento que otro? ¿Podemos saber que nuestro pastor sí tiene razón y el otro pastor no? ¿Cómo podemos estar seguros de que un autor como Matthew Henry, escribiendo un comentario en el siglo decimoséptimo, entendió lo que los apóstoles querían decir. 

Aquí nos pueden ayudar los escritos de los primeros cristianos. Sí, nos pueden ayudar bastante. Estos escritos no son inspirados, y nunca pretenden ser inspirados. Los escritores de la iglesia primitiva no levantaban sus escritos al mismo nivel que las Escrituras. Tampoco debemos hacerlo nosotros. 

Sin embargo, de sus escritos podemos saber lo que creían los cristianos al final de la época apostólica. Esto nos da un punto de referencia que es mucho más valioso que cualquier otro punto de referencia que tenemos en el siglo veinte, sea seminario, comentario o pastor. Si vamos a usar los escritos de los primeros cristianos como punto de referencia, tenemos que ser honrados con ello. Algunas denominaciones citan los escritos de la iglesia primitiva para apoyar sus doctrinas eclesiásticas. 

Cuando eso hacen, se basan en que el testimonio de los primeros cristianos es evidencia fuerte de lo que los apóstoles creían. No obstante, yo he confrontado a líderes de estas mismas denominaciones con otras creencias de los primeros cristianos, creencias que no concuerdan con las de su denominación. ¡Y todo cambió muy rápido! En este momento, lo que creían los primeros cristianos no tenía importancia. 

En otras palabras, cuando los escritos de los primeros cristianos concuerdan con lo que nosotros creemos, los apreciamos. Cuando no concuerdan, los despreciamos y no los tomamos en cuenta. ¿Será honrado esto? Si esto hacemos, ¿estamos buscando en realidad la verdad de Dios? 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

NOS FALTA HUMILDAD RESPECTO A NUESTRAS CREENCIAS

Nos falta la humildad respecto a nuestras creencias

 

Hagan el favor de entenderme: No estoy diciendo que todos nosotros debemos desechar de inmediato todas nuestras creencias y adoptar las de los primeros cristianos. Sencillamente estoy diciendo que si vamos a ser honrados, tenemos que admitir que no siempre hemos sido honrados. Por ejemplo, muchas de nuestras doctrinas acerca de la salvación se parecen mucho a las de los gnósticos. Bueno, es posible que los gnósticos tuvieran razón. ¿Pero realmente creemos que sí? Seamos honrados. 

Por lo menos, debemos reconocer la posibilidad de que algunas de nuestras doctrinas no sean correctas, aunque siempre las hayamos creído de todo corazón. 

Cuando primero leí los escritos de los primeros cristianos, me dio vergüenza darme cuenta de que los primeros cristianos no enseñaban mucho de lo que yo había enseñado a otros por muchos años ya. En verdad, ellos claramente calificaban de heréticas a algunas de las creencias que yo tenía. Por no decir más, esta experiencia me hizo más humilde. Pero tal vez eso mismo es lo que a todos nos falta: una dosis fuerte de humildad teológica. 

Hace poco explicaba a un amigo cristiano lo que los primeros cristianos primitivos creían y practicaban. La mayoría de lo que yo decía concordaba con lo que él creía. Se emocionó bastante de lo que yo le decía, creyendo que el testimonio de los primeros cristianos daba testimonio positivo de que las creencias de él eran correctas. Pero cuando yo comencé a contarle de algunas de las creencias de ellos que no concordaban con las de él, se vio perplejo y se calló. Luego moviendo la cabeza negativamente, dijo con toda seriedad: 

—Estaban muy equivocados ellos, ¿verdad? No se le ocurrió la posibilidad de que él mismo pudiera estar equivocado. 


Tal vez no estamos dispuestos a cambiar nuestras creencias a base del testimonio de los primeros cristianos. Pero por lo menos debemos dejar de juzgar con tanta severidad a aquellos que, en toda honradez, interpretan las Escrituras de manera diferente a la que las interpretamos nosotros . . . especialmente si sus interpretaciones concuerdan con las de los primeros cristianos. Jesús nos advierte: 

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7.1-2). 

Parece que muchos de nosotros no creemos en verdad lo que Jesús dijo. Juzgamos sin misericordia las interpretaciones sinceras de otros. Y creemos que Jesús se sonreirá y nos alabará en el día del juicio. 

Pero tal vez estamos equivocados. Tal vez las interpretaciones nuestras sean las incorrectas. Tal vez Jesús haga exactamente lo que dijo. Tal vez nos juzgue precisamente de la manera que hemos juzgado a otros.


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

¿QUE QUIEREN DECIRNOS LOS PRIMEROS CRISTIANOS A NOSTROS?

¿Qué quieren decirnos los primeros primeros cristianos a nosotros ? 

 

No podemos borrar de la historia a los primeros cristianos

 

La mayoría de los evangélicos sencillamente pasamos por alto a los primeros cristianos. Rara vez hablamos de ellos en nuestras iglesias, y no tomamos en cuenta sus escritos en lo mínimo. 

Nuestra actitud me hace pensar de la actitud de los fariseos hacia Juan el Bautista. Cuando los fariseos procuraron atrapar a Jesús haciéndole la pregunta de dónde venía su autoridad, Jesús respondió: “Yo también os haré una pregunta... El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos” (Mateo 21.24-27). 

¿No es cierto que nuestra actitud hacia los primeros cristianos es muy parecida a esto? 

No podemos decir que sus creencias son correctas, porque entonces tendríamos que reconocer que las nuestras no son correctas. 

Por otra parte, no queremos acusar a ellos de ser herejes, porque no podemos negar su fe invencible y su amor cristiano sobresaliente. Además, si dijéramos que son herejes, también tendríamos que decir que los distintos libros de nuestro Nuevo Testamento fueron coleccionados y compilados por herejes. 

Por lo tanto, igual que los fariseos, rehusamos responder. No adoptamos ninguna opinión. Sencillamente pasamos por alto a los primeros cristianos, como si el no prestarles nada de atención los hiciera desaparecer. Pero pasarlos por alto no borra de la historia las verdades de las cuales ellos testifican.


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

¿ESTA MUERTO EL ANABAPTISMO?

El renacimiento del cristianismo primitivo

 

¿Está muerto el anabaptismo? 

 

A pesar de la decadencia espiritual del movimiento, los anabaptistas dejaron su efecto en la iglesia. 

Aunque mucho más pequeño que las otras dos alas de la Reforma, muchas de sus enseñanzas ahora son aceptadas por la mayoría de los evangélicos: 

Por ejemplo, la separación entre la iglesia y el estado; el no perseguir a otros por su fe; el bautismo de creyentes solamente tras el arrepentimiento personal y la conversión; la salvación accesible a quienquiera. 

Además, los anabaptistas no han desaparecido. Los menonitas y otros grupos que se originaron con ellos descienden directamente de los anabaptistas originales. Pero lamentablemente, no han podido recapturar el celo y el poder de sus antecesores. 

Como vimos, los anabaptistas eran los evangelistas más eficaces de las tres alas de la Reforma, pero muchos de sus sucesores de hoy en día tienen poco celo para el evangelismo. Muchos de ellos esconden su luz. Les interesa más si uno de los miembros de su iglesia tiene botones en la chaqueta de su traje que si comparte su fe con sus compañeros humanos. Se han puesto trabas ellos mismos por su preocupación con los aspectos exteriores de la religión. 

No digo esto con la intención de criticarlos o juzgarlos. Lo digo en amor y con una tristeza sincera. En lo profundo de su corazón todavía arden los rescoldos de la visión ferviente de los anabaptistas. Y la visión de los primeros cristianos. 

Pueda que Dios aún avive estos rescoldos, haciendo de ellos una llama ardiente que traería un avivamiento a toda la iglesia. 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

LA HISTORIA SE REPITE OTRA VEZ

El renacimiento del cristianismo primitivo

 

La historia se repite otra vez

 

Las analogías entre los anabaptistas y los primeros cristianos no toca sólo sus creencias y prácticas. La decadencia de los dos grupos también se parece. 

Mientras eran perseguidos, los anabaptistas brillaban con el celo del evangelio y un espíritu cristiano que casi igualaba a los de los primeros cristianos. 

Aunque se les prohibía predicar, siempre evangelizaban más energéticamente que cualquier otro grupo de la Reforma. E igual a los primeros cristianos, su sangre servía como la semilla para la propagación del movimiento. 

Pero también igual a la iglesia primitiva, el movimiento anabaptista decayó espiritualmente, no porque se les perseguía, sino porque faltaba la persecución. 

Tan pronto como los gobiernos de Europa les concedían la tolerancia religiosa, se retiraban a sus enclaves de tranquilidad, perdiendo el vigor de su visión de compartir lo que creían con las demás iglesias. Su ética de trabajar arduamente condujo a muchos a la prosperidad material. Pronto les interesaban más las riquezas de esta vida que las riquezas de la vida venidera. 

Otra vez, siguiendo el camino trazado por la iglesia primitiva, cuando los anabaptistas perdieron su vigor espiritual, se enredaron en las disputas doctrinales. Después de unos siglos, el movimiento empezó a romperse en una serie sin fin de desacuerdos y divisiones. 

Aunque los primeros anabaptistas habían subrayado la transformación del hombre interior, sus sucesores pusieron más énfasis en las cosas exteriores. 

El vestido y la apariencia del cristiano se volvieron más importantes que la condición de su corazón. Algunos líderes anabaptistas trataron de legislar la justicia personal, fijando muchas reglas hechas por hombres, en vez de dejar que el Espíritu de Dios cambiara al hombre comenzando desde el interior.



BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

SEMEJANZAS ENTRE LOS ANABAPTISTAS Y LOS CRISTIANOS PRIMITIVOS

Semejanzas asombrosas entre los anabaptistas y los cristianos primitivos

 

En alto grado, los anabaptistas rechazaron las cosas de este mundo; vivían como ciudadanos del reino celestial. Los de las otras iglesias los aborrecieron a causa de esto. Distinto a Lutero, quien despreció el evangelio de Mateo, los anabaptistas tomaron muy en serio las enseñanzas de Jesús en el sermón del monte. Dieron gran énfasis a que el cristiano renacido tiene que vivir de acuerdo a estas enseñanzas. Las obedecían muy literalmente. La mayoría de las iglesias de hoy en día cuidan a los necesitados, pero las iglesias de la Reforma no lo hacían. Como resultado de esto, los anabaptistas contrastaron grandemente con la iglesia luterana, la iglesia reformada, como también con la iglesia católica en su cuidado fraternal los unos de los otros. Los anabaptistas decían a las demás iglesias: 

“Enseñamos y practicamos la piedad, el amor y la comunidad, y los hemos enseñado y practicado por diecisiete años. Alabado sea Dios para siempre, que aunque nos han quitado muchas de nuestras propiedades, y nos las quitan aún, y aunque muchos padres y madres piadosos han sido entregados a la espada o al fuego, y aunque—como todos saben—no podemos vivir en tranquilidad en nuestros hogares…con todo, ninguno de los que se han unido a nosotros, ninguno de los niños huérfanos entre nosotros, se ha visto obligado a pedir limosna. Si ésta no es la práctica cristiana, mejor abandonáramos el evangelio completo de nuestro Señor. 

“¿No es una hipocresía triste e intolerable que aquellas pobres gentes, llamados los luteranos se jactan de tener la palabra de Dios, de ser la iglesia cristiana verdadera, pero nunca se acuerdan de que han perdido totalmente la marca del cristianismo verdadero? [Juan 13.35; 1 Juan 3.16-18].

Muchos de ellos viven en pleno lujo, vestidos de seda y terciopelo, de oro y plata, y de toda pompa y esplendidez,…pero dejan que sus miembros pobres y afligidos anden pidiendo limosnas. Obligan que sus pobres, sus hambrientos, sus dolientes, sus ancianos, sus cojos, sus ciegos y sus enfermos anden mendigando pan a las puertas de sus casas. “Oh predicadores, queridos pastores, ¿dónde está el poder del evangelio que ustedes predican?… ¿Dónde están los frutos del Espíritu que han recibido?”


Igual a los primeros cristianos, los anabaptistas también predicaban el mensaje de la cruz. Preguntaban: 

“Si la Cabeza [Cristo] tenía que soportar tan grande persecución, dolor, aflicción y angustia, ¿sería posible que sus siervos, sus hijos y los miembros de su cuerpo vivieran en paz y libertad en cuanto a su carne?”

Pero aunque fueron perseguidos, torturados y ejecutados cruelmente, ellos rehusaron resistir a sus perseguidores o vengarse de ellos. 

Uno de los ejemplos más conmovedores de un amor verdadero por otros es él de Dirck Willems. Huyendo de las autoridades católicas que le perseguían, Willems corrió sobre el hielo que se había formado encima de un lago. Llegando sin novedad a la ribera, echó un vistazo hacia atrás y vio que el agente que le perseguía se había hundido en el agua helada y que no escaparía de morir ahogado. Willems volvió al agente en peligro y le rescató del agua. Pero el magistrado que quedaba aún sobre la otra ribera ni a causa de eso le tuvo misericordia. Ordenó que el agente arrestara a Willems. Después de ser encarcelado y juzgado, Willems fue quemado vivo. 

Otra vez, de acuerdo al ejemplo de los primeros cristianos, los anabaptistas rehusaron usar la espada para apoyar a su patria. No la usarían ni para defender a la patria ni para ejecutar a los malhechores. Obedientes a las palabras del Señor Jesús, rechazaron cualquier juramento. En vez de predicar un evangelio de salud y prosperidad, subrayaron la importancia de la vida sencilla. En verdad, a causa de la persecución, la mayoría de ellos vivían en pobreza calamitosa. 

Aun su teología se asemejaba mucho a la de los primeros cristianos . Aunque el lema de la Reforma era “la salvación sólo por la gracia”, los anabaptistas enseñaban que la obediencia es esencial a la salvación. Pero con todo, no enseñaban que la salvación se gana con una acumulación de buenas obras, y rechazaron completamente las obras ceremoniales que los católicos enseñaban para la justificación. Subrayaron que la salvación es un don de Dios. 

En sus puntos esenciales, su doctrina acerca de la salvación era idéntica con la de los primeros cristianos. Pero porque enseñaban que la obediencia es esencial para la salvación, los luteranos y los cristianos reformados los llamaban “asaltantes del cielo”.

En esta época cuando los otros grupos de la Reforma subrayaban las doctrinas de Agustín, los anabaptistas rechazaron totalmente la doctrina de la predestinación. Al contrario, enseñaban que la salvación es para quienquiera, y que cada quien escoge por sí mismo o aceptar la gracia de Dios ofrecida para la salvación de su alma, o rechazarla. 

No obstante, no todas las doctrinas de los anabaptistas eran idénticas a las de los primeros cristianos. Por ejemplo, su enseñanza acerca del bautismo difería un poco. Me parece que otra vez esto es un ejemplo de la primera ley de Newton sobre la teología. Tanto la iglesia católica, como también la luterana y la reformada, se aferraban a la creencia de los primeros cristianos en cuanto al bautismo: que somos renacidos por el bautismo y que el bautismo es tanto el medio de la gracia de Dios como también la señal de ella. Sin embargo, el bautismo en estas iglesias se había degenerado en una ceremonia sin significación, ceremonia administrada a todos los niños recién nacidos. Así perdieron la creencia de los primeros cristianos de que ser renacido por el bautismo resultaba en una transformación total de la vida. Reaccionando a este abuso del bautismo, los anabaptistas corrieron al otro extremo, por lo menos en sus enseñanzas verbales. Enseñaban que el bautismo era la señal de la gracia de Dios, pero no el medio de ella. Decían que el bautismo en agua simbolizaba que el creyente moría a su vida anterior y que se resucitaba a una vida nueva en Cristo.


Aunque sus enseñanzas verbales diferían de las de los primeros cristianos, los anabaptistas lograron restaurar el bautismo al papel que había desempeñado en el cristianismo primitivo. Como primer punto, rechazaban la doctrina de Agustín de que los niños no bautizados serían condenados. 

Bautizaban sólo a aquellos que tenían fe personal en Jesús y que se habían arrepentido de sus pecados pasados. Enseñaban que uno nace de nuevo por el proceso entero de la fe personal, el arrepentimiento, el bautismo en agua, y el bautismo del Espíritu Santo.

Esto armoniza muy bien con las creencias de los primeros cristianos, quienes también enseñaban que la fe personal y el arrepentimiento debían preceder al bautismo.


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

EL RENACIMIENTO DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO

El renacimiento del cristianismo primitivo


Lutero prendió el fuego que transformó al cristianismo del Occidente para siempre. Si no hubiera hecho ninguna otra contribución al cristianismo, la iglesia siempre tendría porqué agradecerle. 

Su confrontación osada con la iglesia católica romana inspiró a millares de personas más a que dudaran las enseñanzas de esa iglesia y que rompieran con su esclavitud. Entre estas personas estaban algunos cristianos que se llamaban “los hermanos”, aunque sus enemigos los llamaron “anabaptistas”, nombre que aún se les da. 

De los distintos grupos llamados por este nombre, no todos tenían tanto en común. Por esta razón, en este capítulo, utilizo el nombre “anabaptista” para referirme a “los hermanos” que salieron de la Reforma en Suiza, y a sus sucesores. 

Desechando los dogmas y las tradiciones que habían reinado por siglos, los anabaptistas procuraron restaurar el cristianismo puro del Nuevo Testamento con el estudio de sólo las Escrituras. Las otras alas de la Reforma consideraban algunas de sus conclusiones sumamente revolucionarias y radicales. 

Por ejemplo, los anabaptistas enseñaban que debe haber una separación entre la iglesia y el estado. Desde el tiempo de Constantino, la iglesia y el estado estaban casados, podemos decir, el uno con el otro. 

Nadie —ni Lutero ni Calvino—se había atrevido a romper este matrimonio antiguo. La estructura completa de la sociedad de ese tiempo dependía de ese matrimonio. Muchos creían que la enseñanza de los anabaptistas sobre la separación de la iglesia del estado conduciría a la anarquía. 

Había otra enseñanza de los anabaptistas que inquietaba al mundo de entonces. Enseñaban que el bautismo de los niños no tenía valor y que, por lo tanto, todos los creyentes verdaderos debían recibir el bautismo después de creer como adultos. De esta enseñanza recibieron el sobrenombre “anabaptista”. 

Este nombre significa “el que rebautiza”. Después del tiempo de Agustín, se bautizaba a todos los niños porque Agustín enseñó que el niño no bautizado no podía ser salvo. Desde el tiempo del emperador romano Justiniano (527-565), el que rebautizara a un católico caía bajo pena de muerte. 

Todos los grandes reformadores—Lutero, Zwinglio y Calvino—apoyaban el bautismo de niños. No bautizaron otra vez a los que dejaban la Iglesia Católica para unirse a la iglesia de ellos. En ningún país se permitía el bautizar a un creyente adulto. 

Casi no había ningún país, estado o cuidad en toda Europa que diera permiso a los anabaptistas para que vivieran en él. Uno de los anabaptistas lamentó: 

“Al maestro fiel que predica la palabra del Señor con buena conciencia no se le permite vivir, en cuanto sepamos nosotros, en ningún reino, país, o ciudad bajo el cielo, si a él lo descubrieran.”


Dentro de pocos años, casi todos los líderes originales de los anabaptistas habían sido arrestados y ejecutados. Las autoridades perseguían a los anabaptistas dondequiera que estaban. Tenían que huir de un lugar a otro y tener sus reuniones en los bosques y en otros lugares escondidos. A pesar de eso, predicaban el evangelio sin descansar y muchos se unieron a ellos. 

Los primeros líderes de los anabaptistas tuvieron muy poca oportunidad, o ninguna, de leer los escritos de los cristianos primitivos. Sin embargo, lograron recrear la vida y la doctrina de la iglesia primitiva extraordinariamente bien. El hecho de que los anabaptistas sacaron sus creencias solamente de la Biblia, y no de los escritos de los primeros cristianos, verifica muy bien que el cristianismo primitivo también tenía su base sólo en la Biblia. 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com