lunes, 27 de junio de 2011

¿SALVO, SIEMPRE SALVO?

IGLESIA PRIMITIVA
ESCRITOS DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Por lo tanto, atendamos a los últimos días, pues de nada nos servirá todo el tiempo de nuestra fe, si ahora, en el tiempo inicuo y en los escándalos que están por venir, no resistimos como conviene a hijos de Dios, a fin de que el Negro no se nos infiltre. Bernabé (70-130 d.C.)

Con toda seguridad el que, con humildad de ánimo y mansedumbre haya ejecutado, sin arrepentirse de ello, las ordenanzas y mandamientos que Dios ha dado, será puesto en la lista y tendrá su nombre en el número de los que son salvos por medio de Jesucristo. Clemente de Roma (30-100 d.C.)


Por su hospitalidad y piedad Lot fue salvado de Sodoma, cuando todo el país de los alrededores fue juzgado por medio de fuego y azufre; el Señor con ello anunció que no abandona a los que han puesto su esperanza en Él, y que destina a castigo y tormento a los que se desvían. Clemente de Roma (30-100 d.C.)

Recordémoslo, no sea que, echándonos a descansar como llamados, nos durmamos en nuestros pecados, y el príncipe malo, tomando poder sobre nosotros, nos empuje lejos del reino del Señor. Además, hermanos míos, consideren este punto: cuando estén viendo que, después de tantos signos y prodigios sucedidos en medio de Israel y que, sin embargo, han sido de este modo abandonados, andemos alerta, no sea que, como está escrito, nos encontremos muchos llamados y pocos escogidos. Bernabé (70-130 d.C.)


Velen por su vida; procurando que estén ceñidos sus lomos y sus lámparas encendidas, y estén dispuestos, porque no saben la hora en que vendrá el Señor. Reúnanse a menudo para buscar lo que convenga a sus almas, porque de nada les servirá el tiempo que han profesado la fe, si no fueren hallados perfectos el último día. Didaché (80-140 d.C.)

Debemos, entonces, hermanos, andar con toda diligencia en lo que respecta a nuestra salvación, no sea que el maligno, logrando infiltrarse por el error, nos arroje, como la piedra de una honda, lejos de nuestra vida. Bernabé (70-130 d.C.)


El árbol es manifestado por su fruto; así también los que profesan ser de Cristo se manifiestan por medio de sus acciones. Porque la obra no es una cuestión de profesar ahora, sino que se ve cuando uno es hallado en el poder de la fe hasta el fin. Ignacio (105 d.C.)


Por esta causa, si hacen estas cosas, el Señor dice: Aunque estén unidos a mí en mi propio seno, si no hacen mis mandamientos, yo les echaré y les diré: Apártense de mí, no sé de dónde son, obradores de maldad. Segunda de Clemente (150 d.C.)


La escritura dice también en Ezequiel: Aunque Noé y Job y Daniel se levanten, no librarán a sus hijos de la cautividad. Pero si ni aun hombres tan justos como éstos no pueden con sus actos de justicia librar a sus hijos, ¿con qué confianza nosotros, si no mantenemos nuestro bautismo puro y sin tacha, entraremos en el reino de Dios? O ¿quién será nuestro abogado, a menos que se nos halle en posesión de obras santas y justas? Segunda de Clemente (150 d.C.)


Practiquemos, entonces, la justicia para que podamos ser salvos hasta el fin. Segunda de Clemente (150 d.C.)


Porque yo también, siendo un pecador extremo y aún no libre de la tentación, sino en medio de las añagazas del diablo, procuro con diligencia seguir la justicia, para poder prevalecer consiguiendo llegar por lo menos cerca de ella, en tanto que temo el juicio venidero. Segunda de Clemente (150 d.C.)


Éstos son los que han creído, pero por razón de su corazón indeciso han abandonado el verdadero camino. Hermas (150 d.C.)

Aparta de ti todo ánimo indeciso y no dudes en absoluto de si has de hacer suplicar a Dios, diciéndote a ti mismo: “¿Cómo puedo pedir una cosa del Señor y recibirla siendo así que he cometido tantos pecados contra Él?” No razones de esta manera, sino vuélvete al Señor de todo corazón, y no le pidas nada vacilando, y conocerás su gran compasión, pues Él, sin duda, no te abandonará, sino que cumplirá la petición de tu alma. Porque Dios no es como los hombres que guardan rencores. Hermas (150 d.C.)

No aflijas al Espíritu Santo que mora en ti, para que no suceda que interceda a Dios contra ti y se aparte de ti. Hermas (150 d.C.)

Las ovejas que viste contentas y juguetonas, son las que se han apartado de Dios por completo, y se han entregado a sus propios deleites y deseos de este mundo. En ellas, pues, no hay arrepentimiento para vida. Hermas (150 d.C.)

Les exhorto a que se entreguen con gran diligencia al gran combate de su salvación. Justino Mártir (160 d.C.)

Temamos, no sea que después de conocer a Cristo hagamos lo que no agrada a Dios, y en consecuencia no se nos perdonen ya nuestros pecados, sino que se nos excluya de su reino. Pablo dijo a este propósito: “Si no perdonó las ramas naturales, él quizá tampoco te perdone, pues eres olivo silvestre injertado en las ramas del olivo y recibes de su savia.” Ireneo (180 d.C.)

De modo semejante quienes no obedecen a Dios y reniegan de él, dejan de ser sus hijos. Ireneo (180 d.C.)

Cristo no volverá a morir por aquellos que cometen pecado, pues la muerte no se enseñorea más de él… Por eso no debemos jactarnos… Pero sí debemos cuidarnos, para que no dejemos de alcanzar el perdón de pecados y seamos excluidos de su reino. Esto pudiera sucedernos, aunque hubiéramos llegado a conocer a Cristo, si hiciéramos lo que a Dios no le agrada. Ireneo (180 d.C.)

Nadie ha de hacerse malo porque Dios sea bueno, ni piense que cuantas veces es perdonado, tantas puedes pecar. Porque habrá un límite para el perdón, mientras que no habrá un límite en el pecar. Tertuliano (197 d.C.)

Pero Dios, que preveía todos estos venenos, aun cuando hubiere quedado ya cerrada la puerta del perdón con el cerrojo del bautismo, quiso que quedara todavía algún camino abierto: y así dejó en la entrada la puerta de la segunda penitencia, que pudiera abrirse para los que llaman a ella: pero ésta se abre ya una sola vez, pues es ya la segunda puerta. Después ya no podrá ser abierta de nuevo, si una vez hubiere sido abierta en vano. Tertuliano (197 d.C.)

Nadie es un cristiano, sino el que persevera hasta el fin. Tertuliano (197 d.C.)

Está escrito: ‘El que persevere hasta el fin, éste será salvo’. Lo que precede el fin no es más que un paso en la subida a la cumbre de la salvación. Cipriano (250 d.C.)

“He aquí yo la arrojo en cama y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.” Ciertamente, el Señor no les habría llamado al arrepentimiento, sino prometiera misericordia a los que se arrepienten. Cipriano (225 d.C.)

El hombre fue creado racional, y por ello semejante a Dios, libre en sus decisiones y con un fin en sí mismo; y si alguna vez se convierte en paja y otra en trigo, es por su propia responsabilidad. Ireneo (180 d.C.)

Dios siempre ha protegido, por una parte la libertad y decisión del ser humano, y por otra su exhortación a él: por ello quienes no obedecen son justamente juzgados por su desobediencia, y quienes obedecen y creen reciben la corona incorruptible. Ireneo (180 d.C.)

Si, en efecto, unos seres humanos fueran malos por naturaleza y otros por naturaleza buenos, ni éstos serían dignos de alabanza por ser buenos, ni aquéllos condenables, porque así habrían sido hechos. Pero, como todos son de la misma naturaleza, capaces de conservar y hacer el bien, y también capaces para perderlo y no obrarlo. Ireneo (180 d.C.)


Como si hablara de la agricultura, Pablo dice: ‘Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo da Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento’ [1 Corintios 3.6-7]. Ahora pudiéramos decir con razón que la cosecha del agricultor no es trabajo sólo del agricultor. Tampoco es trabajo sólo del que riega. Al fin y al cabo, es trabajo de Dios. Así mismo, no es que no tengamos nada que hacer para que nos desarrollemos espiritualmente a la perfección. Mas, con todo, no es obra de sólo nosotros, porque Dios tiene una obra aun más grande que la nuestra. Así es en nuestra salvación. La parte que hace Dios es muchísimo mayor que la nuestra. Justino Mártir (160 d.C.)

Sí, Él mismo dijo: Al que me confesare, yo también le confesaré delante del Padre. Esta es, pues, nuestra recompensa si verdaderamente confesamos a Aquel por medio del cual hemos sido salvados. Pero, ¿cuándo le confesamos? Cuando hacemos lo que Él dijo y no somos desobedientes a sus mandamientos, y no sólo le honramos con nuestros labios, sino con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente. Por tanto, no sólo le llamemos Señor, porque esto no nos salvará; porque Él dijo: No todo el que me llama Señor, Señor, será salvo, sino el que obra justicia. Así pues, hermanos, confesémosle en nuestras obras, amándonos unos a otros, no cometiendo adulterio, no diciendo mal el uno del otro, y no teniendo celos, sino siendo templados, misericordiosos y bondadosos. Y teniendo sentimientos amistosos los unos hacia los otros, y no siendo codiciosos. Con estas obras le hemos de confesar, y no con otras. Segunda de Clemente (150 d.C.)

Y los que evidentemente no viven como Él enseñó no son de ninguna manera cristianos, aunque con su lengua confiesen la doctrina de Cristo. Porque Él dijo que se salvarían no los que se limitaban a decir, sino los que, además, practicaban obras. Justino Mártir (160 d.C.)


CONFIRMANDO CON LA AUTORIDAD MAXIMA


Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Santiago 2:14

Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis. Mateo 25:33-35

Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Lucas 13:24

Ustedes veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Santiago 2:24

Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Él le dijo: …Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Mateo 19:16-17

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, son salvos, si no creísteis en vano. 1 Corintios 15:1-2

Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 2 Pedro 2:20-21

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23

Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. Hebreos 12:25

1 comentario:

  1. me gustaria que citaran algo de Balthasar Hubmaier y Menno. gracia y paz. Adrian. varelaadrian@hotmail.com

    ResponderEliminar