EDUCACIÓN Y ESTUDIOS
Instruyamos a nuestros jóvenes en la lección del temor de Dios... Que nuestros hijos sean participantes de la instrucción que es en Cristo; que aprendan que la humildad de corazón prevalece ante Dios, que el amor casto tiene poder ante Dios, que el temor de Dios es bueno y grande y salva a todos los que andan en él en pureza de corazón y santidad. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
No levantes tu mano de tu hijo o de tu hija, sino que, desde su juventud, les enseñarás el temor del Señor. Bernabé (70-130 d.C.)
No dejes de la mano la educación de tu hijo o de tu hija: desde su infancia enséñales el temor de Dios. Didaché (80-140 d.C.)
(Los cristianos) no poseen ninguna invención descubierta por la inteligencia o estudio de hombres ingeniosos, ni son maestros de algún dogma humano como son algunos. Epístola a Diogneto (125-200 d.C.)
Entre nosotros (los cristianos) fácilmente podrán encontrar personas sencillas, artesanos, que si de palabra no son capaces de mostrar con razones la utilidad de su religión, muestran con las obras que han hecho una buena elección. Porque no se dedican a aprender discursos de memoria, sino que manifiestan buenas acciones: no hieren al que los hiere, no llevan a los tribunales al que les despoja, dan a todo el que pide y aman al prójimo como a sí mismos. Atenágoras (175 d.C.)
No estoy acostumbrado a escribir ni domino el arte de hablar; pero impulsado por el amor, expongo a ti y a los tuyos las doctrinas que hasta ahora se mantenían ocultas y que por la gracia de Dios ahora salen a la luz del día: “Nada hay escondido que no se descubra, y nada oculto que no llegue a saberse.” Ireneo (180 d.C)
Te suplico que no me pidas que te escriba con un arte que no he aprendido, porque vivo entre los celtas y de ordinario tengo que expresarme en una lengua bárbara; ni tengo la facilidad de un escritor, pues no me he ejercitado; ni sé hablar con discursos elegantes o persuasivos; sino que te suplico recibas con amor lo que he escrito con amor, de manera sencilla, sin más adornos que la verdad y la sinceridad. Ireneo (180 d.C)
Pues es mejor y más provechoso para uno ser ignorante o de poca ciencia, si se acerca a Dios por el amor hacia su prójimo, que imaginarse saber mucho y ser erudito en muchas cosas hasta blasfemar de Dios inventando a otro Dios y Padre. Por eso Pablo exclamó: “La ciencia infla, el amor edifica”… Mejor que buscar la ciencia es no conocer otra cosa sino a Jesucristo el Hijo de Dios crucificado por nosotros, en vez de investigar cuestiones sutiles hasta caer en la impiedad y en la vana palabrería. Ireneo (180 d.C.)
Una mente sana y piadosa que ama la verdad, sin peligro alguno pone la capacidad que Dios concedió a los seres humanos al servicio de la ciencia, y con un constante estudio podrá progresar en su conocimiento de las cosas. Por éstas quiero decir aquellas que día tras día suceden ante nuestros ojos, y también aquellas que las palabras de la Escritura tratan en forma abierta. Por eso se deben interpretar las parábolas sin métodos ambiguos: quien de esta manera las entiende, no correrá peligro, y todos deben explicar las parábolas de modo semejante. Ireneo (180 d.C.)
Muchos pueblos bárbaros dan su asentimiento a esta ordenación, y creen en Cristo, sin papel ni tinta en su corazón tienen escrita la salvación por el Espíritu Santo, los cuales con cuidado guardan la vieja tradición, creyendo en un solo Dios… Cuantos sin letras creyeron en esta fe, son bárbaros según nuestro modo de hablar; pero en cuanto a su juicio, costumbres y modo de vivir, son sabios en la fe y agradan a Dios, al vivir con toda justicia, castidad y sabiduría. Ireneo (180 d.C.)
Los herejes piensan más allá de los límites del pensamiento. Por eso dice el apóstol: “No sepan más allá de lo que se debe saber, sino según la prudencia” Ireneo (180 d.C.)
Emprende conmigo la búsqueda del bien. Todos los hombres, y de manera particular los que se dedican al estudio, están empapados de ciertas gotas de origen divino. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Porque la educación recibida de los padres, como la llaman, pasa con facilidad; pero la formación que viene de Dios es una posesión que permanece para siempre... Nuestro maestro es Jesús, Dios santo, Logos conductor de la humanidad entera. El mismo Dios que ama a los hombres se hace maestro. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Ahora bien, puesto que Cristo ha venido del cielo a nosotros, me parece a mí que ya no debemos ir a ninguna otra escuela humana, ni hemos de afanarnos por ir a Atenas o a cualquier otro lugar de Grecia, mucho menos de Jonia. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Quédese para Atenas esta sabiduría humana, manipuladora y adulteradora de la verdad, por donde anda la múltiple diversidad de sectas contradictorias entre sí con sus diversas herejías. Pero, ¿qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué relación hay entre la Academia y la iglesia? ¿Qué tienen que ver los herejes y los cristianos? Nuestra escuela es la del pórtico de Salomón, que enseñó que había que buscar al Señor con simplicidad de corazón. Tertuliano (197 d.C.)
La mano del creador ha impreso en el corazón del hombre un doble instinto que le lleva a buscar con esmero la piedad y la sabiduría; pero el error de los hombres viene de que separan la una de la otra, y abrazan la piedad sin estudiar la sabiduría, o se aplican a su estudio sin ocuparse de la piedad, cuando la una deber marchar con la otra. Lactancio (304-313 d.C.)
Hablando de aquel que enseña los fundamentos de la vida y amolda la vida de otros, hago la pregunta: ‘¿No es necesario que él mismo viva de acuerdo con los fundamentos que enseña?’ Si no vive de acuerdo con lo que enseña, su enseñanza resulta nula… Su alumno le contestará así: ‘No puedo hacer lo que usted me enseña, porque es imposible. Me enseña a no enojarme. Me enseña a no codiciar. Me enseña a no lujuriar. Me enseña a no temer el sufrimiento y la muerte. Pero todo esto está muy contrario a la naturaleza. Todos los hombres sienten estos deseos. Si usted está convencido de que es posible vivir contrario a los deseos naturales, primero permítame ver su ejemplo para que yo sepa que en verdad es posible.’…¿Cómo podrá [el maestro] quitar este pretexto de los obstinados, a no ser con su ejemplo? Sólo así podrán sus alumnos ver con sus propios ojos que lo que enseña es en verdad posible. Es por eso mismo que nadie vive de acuerdo con las enseñanzas de los filósofos. Los hombres prefieren el ejemplo a solo palabras, porque fácil es hablar, pero difícil actuar. Lactancio (304-313 d.C.)
LA PALABRA DE DIOS
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 1 Corintios 1:20
Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre ustedes se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos.
1 Corintios 3:18-19
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