lunes, 22 de agosto de 2011

OFRENDAS: Exhortación y consejos sobre ayudar a los necesitados

 Ayudar a los necesitados


Para los primeros cristianos “ofrendar” significaba dar “limosnas” o ayudar a los necesitados; pues de esta manera, ellos creían, que daban a Dios. Ellos ofrendaban de dos maneras: Primero, de manera individual, ayudaban a los pobres, huérfanos, viudas, presos y ancianos. Y segundo, ofrendaban en las reuniones de la iglesia “de manera voluntaria,” y el dinero recolectado tenía el mismo fin: distribuirse entre los necesitados




Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, será sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace merecedor de reproche alguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna.” Didaché (80-140 d.C.) 

No tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagarás el rescate de tus pecados. No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, porque si las cosas inmortales les son comunes, ¿con cuánta mayor razón deberá ser lo perecedero? Didaché (80-140 d.C.) 

Hagan sus oraciones, sus limosnas y todo cuanto hicieren, según los preceptos dados en el evangelio de nuestro Señor. Didaché (80-140 d.C.) 

Y eran todos humildes en el ánimo y libres de arrogancia, mostrando sumisión en vez de reclamarla, mas contentos de dar que de recibir. Clemente de Roma (30-100 d.C.) 

Esperen el juicio que viene. Así pues, los que tienen más que suficiente, busquen a los hambrientos, en tanto que la torre (la iglesia) no está terminada; porque una vez que la torre haya sido terminada, desearán hacer bien y no hallarán oportunidad de hacerlo. Miren, pues, los que se alegran en su riqueza, que los que están en necesidad no giman, y su gemido se eleve al Señor, y ustedes con su [abundancia de] cosas buenas hallen cerrada la puerta de la torre. Hermas (150 d.C.) 

Haz lo que es bueno, y de todas tus labores, que Dios te da, da a todos los que están en necesidad generosamente, sin hacer preguntas sobre a quién has de dar y a quién no has de dar. Da a todos, porque Dios desea que todos reciban de su abundancia. Los que reciben, pues, tendrán que dar cuenta a Dios de por qué lo han recibido y a qué fin; porque los que reciben en necesidad no serán juzgados, pero los que reciben con pretextos simulados recibirán el castigo. Así pues, el que da es inocente; porque como recibe del Señor el servicio a ejecutar, lo ha ejecutado en sinceridad, sin hacer distinción entre a quién da y a quién no da. Esta administración, pues, cuando es ejecutada sinceramente, pasa a ser gloriosa a la vista de Dios. Hermas (150 d.C.) 

Los que tenemos, socorremos a todos los necesitados y nos asistimos siempre los unos a los otros. Por todo lo que comemos, bendecimos siempre al Hacedor del universo. Justino Mártir (160 d.C.) 

“Quien se compadece del pobre presta a Dios.” Mas aunque Dios no tenga necesidad de nada, recibe nuestras buenas obras a fin de darnos en retorno sus propios bienes, como dice nuestro Señor: “Vengan, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado para ustedes; porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, vagué peregrino y me recibieron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme.” Así como él no necesita de estas cosas, y sin embargo quiere que las hagamos en favor de nosotros mismos, así también el Verbo mismo mandó al pueblo que ofreciera oblaciones aunque él no las necesitaba, sino para que aprendiera a servir a Dios. Ireneo (180 d.C.) 

“A cualquiera que te pida, dale.” Porque verdaderamente Dios se deleita en el dar. Y este dicho está lleno de divinidad: no esperar a que alguien nos pida, sino buscar a quienes merecen recibir la bondad… ¡Oh divina mercancía! Uno busca la inmortalidad con el dinero; y al dar las cosas perecederas del mundo, uno recibe a cambio una mansión eterna en los cielos. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Por amor a otro el cristiano se hace pobre a sí mismo, para que no pase por alto a ningún hermano que tenga necesidad. Comparte, especialmente si cree que él puede soportar la pobreza mejor que su hermano. También considera que el sufrir de otro es su propio sufrir. Y si sufre algo por haber compartido de su propia pobreza, no se queja. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Poseer, por una parte, lo suficiente y no angustiarse por tenerlo que buscar; y, por otra, socorrer a los que convenga. Porque, de no tener nadie nada, ¿qué comunión de bienes podría darse entre los hombres?... ¿Cómo dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al desamparado, cosas por las que, de no hacerse, amenaza el Señor con el fuego eterno y las tinieblas exteriores, si cada uno empezara por carecer de todo eso? Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

No es humano ni equitativo decir palabras como estas: “Está en mi mano y mi sobra ¿Por qué no disfrutar?” En cambio, es más conforme al amor: “Está a mi disposición, ¿Por qué no repartirlo entre los necesitados?” En efecto, es perfecto quien cumple el precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Este es el verdadero gozo, la verdadera riqueza que acumula tesoros para sí, mientras que el gastar para satisfacer los vanos deseos se ha de considerar como derroche y no como gasto. Sé muy bien que Dios nos ha permitido hacer uso de las cosas, mas dentro de los límites de la estricta necesidad, y ha querido que este uso fuese común a todos. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Es correcto suplir la necesidad; pero no está bien sostener la ociosidad. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

(Escrito a los paganos) Nuestra compasión gasta más en las calles que ustedes en sus templos. Tertuliano (197 d.C.) 

Si tu hermano se encuentra débil (hablo del hombre pobre) y yace enfermo, no lo visites con las manos vacías. Haz el bien delante de Dios. Paga tu obediencia con tu dinero… No hay valor en visitar solamente con palabras, pero sí con ayuda. (Visitarlo sólo con palabras) sería maldad contra tu hermano que está enfermo por la falta de alimentos. ¡No lo sacies con palabras! ¡Tu hermano necesita comida y bebida! Comodio (240 d.C.) 

Fíjate cuánto peca él en la iglesia: ¡Aquel que se prefiere a sí mismo y a sus hijos que a Cristo! Tal persona preserva sus riquezas y no comparte sus abundantes bienes para aliviar la pobreza de los necesitados. Cipriano (250 d.C.) 

¿Cuánto más podría Él estimular las obras de nuestra justicia y misericordia, al decir que al dar a los necesitados y a los pobres, le damos a Él? Cipriano (250 d.C.) 

Pero (los paganos hacen una distinción entre estas cosas). Esto se debe a que éstos miden todas las cosas por su utilidad presente, no por la verdad misma. Pues éstos esperan que aquellos a quienes socorren del peligro, les devuelvan el favor. Sin embargo, puesto que los paganos no pueden esperar nada de los pobres, piensan que el dar a este tipo de hombres es un desperdicio… No obstante, nosotros no debemos dar nuestras provisiones a personas indicadas (a los que nos pueden devolver), sino tanto como sea posible a los no indicados. Porque cuando uno lo hace sin esperar nada a cambio, verdaderamente lo hace por causa de la justicia, la piedad y la humanidad. Lactancio (304-313 d.C.) 

¿Por qué haces distinción entre personas? ¿Por qué miras las apariencias corporales?... Sé generoso con los ciegos, los débiles, los cojos y los destituidos. Pues ellos morirán a menos que tú les concedas tus dones. Ellos pueden ser inútiles para los hombres, pero son útiles para Dios; por cuanto Él preserva la vida en ellos y los dota de respiración. Lactancio (304-313 d.C.) 

Para mantener esta hermandad, Dios quiere que hagamos siempre el bien, nunca el mal. Y Él mismo nos enseña en qué consiste hacer el bien: ayudar a los humildes y desgraciados, dar de comer a los que no tengan alimento. Siendo piadoso, quiso que los hombres vivamos en sociedad y que veamos en cada persona nuestra misma naturaleza. No merecemos ser librados en los peligros si no socorremos a los demás; ni recibir auxilio si lo negamos nosotros. Lactancio (304-313 d.C.) 

Alguien podría argumentar: “Si yo hiciera todas estas cosas (compartir nuestros bienes con los necesitados), no tendría posesiones. ¿Y qué si una gran cantidad de personas estuviera en necesidad, sufriendo frío, siendo llevada cautiva y tuviera que morir? Si alguien actuara de este modo, ¡se privaría de sus bienes en un sólo día! ¿Debería echar yo los bienes que adquirí por medio de mi propio trabajo o el de mis padres? ¿Debería vivir yo mismo de la lástima de otros?” (Respuesta de Lactancio:) ¿Por qué temes convertir un bien frágil y perecedero en uno que es eterno? ¿Por qué temes confiar tus tesoros a Dios como el preservador de ellos? Pues, si lo hicieras, no temerías a los ladrones ni al orín ni al tirano. El que es rico para con Dios, nunca puede ser pobre. Si amas la justicia, deja de lado entonces la carga que te oprime y sigue la justicia. Líbrate tú mismo de la esclavitud y las cadenas para que puedas correr a Dios sin ningún obstáculo. Lactancio (304-313 d.C.)


LA PALABRA DE DIOS 



Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Mateo 5:42 

Guardaos de hacer su justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de su Padre que está en los cielos. Mateo 6:1 

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo 25:34-40 

Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1 Juan 3:17-18 

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:27 

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de ustedes les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Santiago 2:15-16 

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