miércoles, 24 de agosto de 2011

LOS PROFETAS Y LA PROFECÍA

PROFETAS, PROFECÍA 

 

La profecía en la iglesia primitiva 

 

En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. Hechos 11:27-28 

Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. 1 Corintios 14:22 

Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 1 Corintios 14:29 

No menospreciéis las profecías. 1 Tesalonicenses 5:20 

Porque, cuando estuve entre ustedes, clamé, hablé en voz alta, con la voz propia de Dios: Presten atención al obispo, al presbiterio y a los diáconos. Pese a ello, había algunos que sospechaban que yo decía esto porque conocía de antemano la división de algunas personas. Pero Aquel por quien estoy atado me es testigo de que no lo supe por medio de carne de hombre; fue la predicación del Espíritu que hablaba de esta forma. Ignacio (105 d.C.) 

Y mientras (Policarpo) estaba orando tuvo una visión tres días antes de su captura; y vio que su almohada estaba ardiendo. Y se volvió y dijo a los que estaban con él: “Es necesario que sea quemado vivo.” Martirio de Policarpo (135 d.C.) 

Pablo; pues en la carta a los corintios escribió con precisión acerca de los dones proféticos, y reconoció que hay en la iglesia hombres y mujeres que profetizan. Ireneo (180 d.C.) 

También nosotros hemos oído a muchos hermanos en la iglesia, que tienen el don de la profecía, y que hablan en todas las lenguas por el Espíritu. Ireneo (180 d.C.) 

No ha de ser creído Celso (un oponente del cristianismo) cuando dice que ha oído profetizar a tales hombres, porque no han aparecido profetas semejantes a los antiguos profetas en el tiempo de Celso (en el segundo siglo). Orígenes (248 d.C.) 

 

Cómo distinguir entre un verdadero y un falso profeta 


Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:22-23 

Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos. Mateo 24:11 

A todo el que fuere a ustedes en nombre del Señor, recíbanle, y pruébenlo después para conocerle, puesto que deben tener suficiente criterio para conocer a los que son de la derecha y los que pertenecen a la izquierda. Si el que viniere a ustedes, fuere un pobre viajero, socórranlo cuanto puedan; pero no debe quedarse en su casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre ustedes como comerciante, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procuren según su prudencia a que no quede entre ustedes ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual se alejarán. Didaché (80-140 d.C.) 

Si alguien viniese de fuera para enseñarle todo esto, recíbanlo. Pero si resultare ser un doctor extraviado, que les dé otras enseñanzas para destruir su fe, no le oigan. Si por el contrario, se propusiese hacerles regresar en la senda de la justicia y del conocimiento del Señor, recíbanlo como recibirían al Señor. Vean allí como según los preceptos del evangelio deben portarse con los apóstoles y profetas. Reciban en nombre del Señor a los apóstoles que les visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre ustedes: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, deben proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Al profeta que hablare por el espíritu, no le juzgarán, ni examinarán; porque todo pecado será perdonado, menos éste. Hermas (150 d.C.) 

No todos los que hablan por el espíritu son profetas, solo lo son, los que siguen el ejemplo del Señor. Por su conducta, podrán distinguir al verdadero y al falso profeta. El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. El profeta que fuere probado ser verdadero, y ejercita su cuerpo para el misterio terrestre de la iglesia, y que no obligare a otros a practicar su ascetismo, no le juzguen, porque Dios es su juez: lo mismo hicieron los antiguos profetas. Si alguien, hablando por el espíritu, les pidiere dinero u otra cosa, no le hagáis caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no le juzguen. Hermas (150 d.C.) 

Respecto a estos dos profetas; y, como te diré, así pondrás a prueba al profeta y al falso profeta. Por medio de su vida pon a prueba al hombre que tiene el Espíritu divino. En primer lugar, el que tiene el Espíritu, que es de arriba, es manso, tranquilo y humilde, y se abstiene de toda maldad y vano deseo de este mundo presente, y se considera inferior a todos los hombres, y no da respuesta a ningún hombre cuando inquiere de él, ni habla en secreto (porque tampoco habla el Espíritu Santo cuando un hombre quiere que lo haga), sino que este hombre habla cuando Dios quiere que lo haga. Así pues, cuando el hombre que tiene el Espíritu divino acude a una asamblea de hombres justos, que tienen fe en el Espíritu de Dios, y se hace intercesión a Dios en favor de la congregación de estos hombres, entonces el ángel del espíritu profético que está con el hombre llena al hombre, y éste, siendo lleno del Espíritu Santo, habla a la multitud, según quiere el Señor. Hermas (150 d.C.) 

Respecto al espíritu terreno y vano, que no tiene poder, sino que es necio. En primer lugar, este hombre que parece tener un espíritu, se exalta a sí mismo, y desea ocupar un lugar principal, e inmediatamente es imprudente y desvergonzado y charlatán y habla familiarizado en muchas cosas lujuriosas y muchos otros engaños, y recibe dinero por su actividad profética, y si no lo recibe, no profetiza. Por lo tanto, pon a prueba, por su vida y sus obras, al hombre que dice que es inspirado por el Espíritu. Hermas (150 d.C.) 

En cambio, los falsos profetas, llenos del espíritu embustero e impuro, no hicieron ni hacen caso, sino que se atreven a realizar ciertos prodigios para espantar a los hombres y glorificar a los espíritus del error y a los demonios. Justino Mártir (160 d.C.) 

Ella entonces se siente profetisa … y en agradecimiento no sólo le da una gran parte de sus riquezas, de donde él amontona una buena cantidad de dinero; sino que también le entrega su cuerpo deseando estar unida íntimamente con él... Otras mujeres más fieles, llevadas por el temor de Dios, no se dejan seducir. Cuando él las ha intentado seducir como a las otras, mandándoles que profeticen, se han alejado de este hombre fuera de sí lanzándole insultos y anatemas… Dios concede esta gracia desde lo alto a quienes él quiere; y quienes reciben de Dios este don, hablan donde y cuando Dios quiere, no cuando Marcos (un hereje) ordena. Ireneo (180 d.C.) 

También juzgará a los falsos profetas, los cuales, no temiendo a Dios ni aceptando de Dios el don de la profecía, fingen profetizar, mintiendo contra Dios, o por vanagloria, o por interés de ganancias, o por influjo del mal espíritu. Ireneo (180 d.C.) 


Los profetas del Antiguo Testamento 

 

Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. 2 Pedro 1:20-21 

Imitemos a los que anduvieron de un lugar a otro en pieles de cabras y pieles de ovejas, predicando la venida de Cristo. Queremos decir… los profetas. Clemente de Roma (30-100 d.C.) 

Los profetas divinos vivían según Cristo Jesús. Por esta causa también fueron perseguidos, siendo inspirados por su gracia a fin de que los que son desobedientes puedan ser plenamente persuadidos de que hay un solo Dios que se manifestó a través de Jesucristo. Ignacio (105 d.C.) 

Sí, y amamos a los profetas también, porque nos señalaron el evangelio en su predicación. Ignacio (105 d.C.) 

Existieron hace mucho tiempo, me contestó el viejo, unos hombres más antiguos que todos éstos tenidos por filósofos; hombres bienaventurados, justos y amigos de Dios, que hablaron por inspiración divina; y divinamente inspirados predijeron el porvenir, lo que justamente se está cumpliendo ahora: son los llamados profetas. Éstos son los que vieron y anunciaron la verdad a los hombres, sin temer ni halagar a nadie, sin dejarse vencer de la vanagloria; sino, que llenos del Espíritu Santo, sólo dijeron lo que vieron y oyeron. Justino Mártir (160 d.C.) 

Porque la profecía es la predicción de cosas futuras, es decir, el preanuncio de cosas que sólo después serán reales. Los profetas predecían que los hombres habrían de ver a Dios. Ireneo (180 d.C.) 

Y, como antes dije, los profetas explicaban por medio de figuras que verían a Dios todos los hombres portadores de su Espíritu, que sin desmayar esperan su venida. Así como enseña Moisés en el Deuteronomio: “En aquel día veremos que Dios hablará al hombre, y éste vivirá.” Pues algunos de ellos veían al Espíritu profético y sus obras, que impregnaban todos los tipos de sus dones. Otros veían la venida del Señor, y toda su economía desde sus inicios, por medio de la cual cumplió la voluntad celestial y terrena del Padre. Otros veían las glorias del Padre, de manera adaptada a los que entonces las contemplaban y escuchaban, y a los hombres que en el futuro habrían de oír hablar de ellas. Ireneo (180 d.C.) 

El Espíritu de Dios anunció el futuro mediante los profetas, preparándonos y moldeándonos para que fuésemos súbditos de Dios; pues había de suceder que el hombre, por la voluntad del Espíritu Santo, contemplase (a Dios). Ireneo (180 d.C.) 

Los profetas profetizaban no sólo por la palabra, sino también por sus visiones, por su conducta y por las acciones que realizaban según el Espíritu les sugería. De esta manera veían al Dios invisible, como dice Isaías: “Vi con mis ojos al Señor de los Ejércitos.” Con esto dio a entender que el ser humano verá a Dios con sus ojos y escuchará su voz. De esta manera veían al Hijo de Dios hecho hombre conversar con los seres humanos (Baruc 3:38)***, y así anunciaron lo que había de venir, hablando como presente de aquel que aún no lo estaba… Ellos veían visiblemente lo que un día habría de ser visto, proclamaban con la palabra lo que un día habría de ser oído, y realizaban con acciones aquello que un día habría de llevarse a cabo: de este modo anunciaban todas las cosas de modo profético. Ireneo (180 d.C.) 

Dios, no sólo usó el servicio de los profetas para anunciar de antemano y prefigurar la salvación futura, por medio de las visiones que veían y los discursos que predicaban, sino también a través de sus acciones. Ireneo (180 d.C.) 

Por eso el profeta Daniel decía: “Oculta las palabras y sella el libro hasta el tiempo final, hasta que muchos aprendan y se cumpla lo que saben. Pues, cuando la persecución haya llegado a su fin, se sabrán todas estas cosas.” Y Jeremías dice: “Estas cosas se comprenderán al final de los tiempos.” En efecto, cualquier profecía es para los seres humanos enigmática y ambigua hasta que se cumple; mas cuando llega el tiempo y sucede lo profetizado, entonces se pueden explicar las profecías claramente. Ireneo (180 d.C.) 

Los profetas, en efecto, junto con muchas otras profecías también anunciaron este hecho: que aquellos sobre los cuales reposara el Espíritu de Dios, obedecieran a la Palabra del Padre y lo sirvieran según sus fuerzas, habrían de sufrir la persecución, serían lapidados y asesinados. Y los profetas mismos se convirtieron en una figura de todo esto, por el amor a Dios y por su Palabra. Ireneo (180 d.C.) 

En cuanto los profetas entre los judíos; algunos eran hombres sabios antes de recibir inspiración divina; otros llegaron a ser sabios por medio de ella. Eran escogidos por la voluntad divina para recibir el Espíritu de Dios, porque tenían una vida irreprochable y excelente. Orígenes (248 d.C.) 

En cuanto a los asuntos más profundos y misteriosos, más allá del alcance de un entendimiento común, los profetas propusieron enigmas y alegorías para que sólo los que estén dispuestos a esforzarse en la búsqueda de la verdad y la virtud, puedan encontrar su significado. Orígenes (248 d.C.) 

La inclinación de hablar mentiras es propio de los que buscan riquezas y desean ganancias. Pero tal disposición estaba lejos de estos hombres santos. Tan lejos estaban de reservar tesoros para el futuro, que ni siquiera trabajaban para el día. No sólo no tenían ganancias, sino que incluso soportaron tormentos y muerte. Aquellos que no tenían deseos de ganancias, tampoco tenían inclinaciones ni motivos de engañar. Lactancio (304-313 d.C.) 
 
***Nota: Los Primeros Cristianos citaban los apocrifos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario