miércoles, 31 de agosto de 2011

MARÍA

MARÍA


Porque Eva, cuando era todavía virgen e incorrupta, habiendo concebido la palabra que recibió de la serpiente, dio a luz la desobediencia y la muerte: en cambio, la virgen María concibió fe y alegría cuando el ángel Gabriel le dio la buena noticia de que el Espíritu del Señor vendría sobre ella y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra, por lo cual lo santo nacido de ella seria hijo de Dios; a lo que ella contestó: “Hágase en mi según tu palabra.” Justino Mártir (160 d.C.) 

Ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava: Dios me ha mirado, dice María, porque soy humilde y porque busco la virtud de la mansedumbre y del pasar oculta. Orígenes (225 d.C.) 

Así también vemos que oraron los apóstoles junto con los discípulos a raíz de la ascensión del Señor: Perseveraban, dice, todos unánimes en la oración junto con las mujeres y con María, que era la madre de Jesús, y sus hermanos. Cipriano (250 d.C.) 

Y así como por obra de una virgen desobediente fue el hombre herido y —precipitado— murió, así también, reanimado el hombre por obra de una Virgen, que obedeció a la Palabra de Dios, recibió él en el hombre nuevamente reavivado, por medio de la vida, la vida. Pues el Señor vino a buscar la oveja perdida, es decir, el hombre que se había perdido. De donde no se hizo el Señor otra carne, sino de aquella misma que traía origen de Adán y de ella conservó la semejanza. Porque era conveniente y justo que Adán fuese recapitulado en Cristo, a fin de que fuera abismado y sumergido lo que es mortal en la inmortalidad. Y que Eva fuese recapitulada en María, a fin de que una Virgen, venida a ser abogada de una virgen [Eva], deshiciera y destruyera la desobediencia virginal mediante la virginal obediencia. El pecado cometido a causa del árbol fue anulado por la obediencia cumplida en el árbol, obediencia a Dios por la cual el Hijo del hombre fue elevado en el árbol, aboliendo la ciencia del mal y aportando y regalando la ciencia del bien. El mal es desobedecer a Dios; el bien, en cambio, es obedecer. Ireneo de Lyon (180 d.C.)


BENDICIONES

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