El nombre de Dios
Al Padre de todas las cosas no se le puede imponer nombre alguno, pues es no engendrado. Porque todo ser al que se impone un nombre, presupone otro más antiguo que él que se lo imponga. Los nombres de Padre, Dios, Creador, Señor, Dueño, no son propiamente nombres, sino apelaciones tomadas de sus beneficios y de sus obras. Justino Mártir (160 d.C.)
No hay nadie capaz de poner nombre a Dios, que es inefable, y si alguno dijera que Dios tiene un nombre deliraría del todo. Justino Mártir (160 d.C.)
Alejandro en todo el tiempo que duró el martirio no pronunció una palabra ni exhaló un gemido, sino que estuvo abstraído en Dios… Y como los gentiles le preguntasen por el nombre de Dios, contestó: “Dios no tiene un nombre como nosotros los mortales.” Los mártires de Lyon, Francia (177 d.C.)
Y aunque a veces le demos nombres, éstos no se aplican en sentido estricto: cuando le llamemos Uno, Bien, Inteligencia, Ser en sí, Padre, Dios, Creador, Señor, no le damos propiamente un nombre, sino que, no pudiendo otra cosa, hemos de usar estas apelaciones honoríficas a fin de que nuestra mente pueda fijarse en algo que no ande errante en cualquier cosa. Cada una de estas denominaciones no es capaz de designar a Dios, aunque tomadas todas ellas en su conjunto muestran la potencia del Omnipotente. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
No busques un nombre para Dios: su nombre es Dios. Sólo hay que acudir a los nombres propios cuando entre la multitud es preciso distinguir a cada uno mediante signos específicos, pero a Dios, que es único, el término Dios le pertenece por completo. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
BENDICIONES
Amen hermano! esa es la enseñanza
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