miércoles, 28 de septiembre de 2011

VENCIDOS POR CREDOS Y.......MAS CREDOS

Los primeros cristianos vencidos por credos—y más credos 

 

El concilio de Nicea no logró unir a la iglesia como había esperado Constantino. En verdad, había más divisiones y más contenciones después de Nicea que antes. Los dos siglos después de la conversión de Constantino se caracterizaron por los argumentos teológicos sin fin, por las riñas constantes, y las grandes divisiones en la iglesia. En esta época, los cristianos tomaron la espada y comenzaron a matarse los unos a los otros a causa de las disputas teológicas.

Con la estructura del cristianismo rompiéndose y destruyéndose, el énfasis siguió cambiando de la vida cristiana a la doctrina cristiana. 

De estas disputas salían grandes teólogos de gran prominencia, quienes al fin llegaron a ser los verdaderos “padres” de la teología cristiana. Hubo otros concilios, y más credos. Los argumentos se centraban primero en Jesús, después en el Espíritu Santo, y después en Jesús otra vez. Con el paso de los años, más y más personas afirmaban haber tenido nuevas revelaciones de Dios. Gregorio de Nacianzo, uno de los líderes en los debates sobre el Espíritu Santo, declaró:

“El Antiguo Testamento proclamaba al Padre abiertamente y al Hijo oscuramente. El Nuevo Testamento manifestaba al Hijo y sugería la deidad del Espíritu Santo. Ahora el mismo Espíritu mora entre nosotros y nos provee de una demostración más clara de sí mismo. Porque cuando la deidad del Padre aún no se había reconocido, era peligroso proclamar la deidad del Hijo. Y cuando la deidad del Hijo aún no se había recibido, era peligroso imponernos la carga (si me permiten usar tal expresión atrevida) con el Espíritu Santo.”


La teología sencilla y flexible de la iglesia primitiva se reemplazó por credos rígidos y dogmáticos. Al fin, estos credos reemplazaron muchas veces a las Escrituras como la autoridad que gobernaba la iglesia. Con cada concilio que se celebraba, más terminología que no tenía base en las Escrituras se añadía a la dogma de la iglesia. En cada caso, el propósito de los credos era sencillamente repetir y reafirmar lo que la iglesia siempre había enseñado.
Pero a fin de cuentas, los credos contribuyeron a la contaminación de la doctrina cristiana auténtica. 

Tenemos un ejemplo notable de eso en el credo escrito por el concilio de Calcedonia, en 451 d. de J.C. Este credo hace la declaración que Jesús fue “nacido de la virgen María, la madre de Dios”. Al decir así, los que escribieron este credo no tenían ninguna intención de deificar a María o de venerarla. La frase, “madre de Dios”, se añadió para oponerse a la falsa enseñanza de que María había dado a luz a uno que no era más que humano, y sobre quien la vida de Dios descendió después. En otras palabras, el credo sencillamente afirmaba que el ser en la matriz de María era el verdadero Hijo de Dios. Como en el caso del credo de Nicea, la intención del credo de Calcedonia era apoyar la doctrina ortodoxa, pero las interpretaciones que se dieron a ese credo después no fueron ortodoxas. 

Podemos decir, pues, que Atanasio, Gregorio de Nacianzo, y los grandes concilios de la iglesia no cambiaron radicalmente la doctrina cristiana. Ellos sencillamente prepararon un fundamento que después podía ser usado por alguien para hacer esos cambios. En el último cuarto del siglo cuatro, surgió tal persona. Este maestro llegó a ser el maestro cristiano con mayor influencia que haya nacido... sí, su influencia llegó a ser mayor que la de los mismos apóstoles. 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

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