jueves, 29 de septiembre de 2011

EVALUANDO LAS IGLESIAS DE HOY

La unidad sin la uniformidad

 

Después de estudiar los escritos de los primeros cristianos, tengo que concluir que había un núcleo de creencias y prácticas que ellos habían recibido de los apóstoles. Casi sin excepción, los primeros cristianos aceptaban estas creencias y prácticas. Pero a la vez, evidentemente había muchos puntos que los apóstoles no habían explicado a la iglesia primitiva, ni a nadie. 

En tales puntos había mucha diversidad entre los primeros cristianos. Mas aun así, no se dividieron en una multitud de diferentes sectas a causa de estos puntos. En verdad, discutían estas cosas muy poco entre sí. Por ejemplo, Justino creía que muchas profecías de la Biblia se cumplirían literalmente durante el milenio. Pero muchos otros cristianos creían de otra manera. Vean el espíritu apacible de Justino cuando él habló de sus opiniones milenarias con un grupo de judíos: 

“Como dije antes, yo y muchos otros tenemos esta opinión. Creemos que estas profecías se cumplirán de esta manera. Pero, por otra parte, les dije también que hay muchos que creen de otra manera, y son de la fe pura y justa. Son también cristianos.”

Es muy típico de los primeros cristianos tal espíritu poco contencioso, libre de prejuicios. No permitían que su diversidad de opiniones destruyera su espíritu apacible. Aunque intransigentes en su obediencia a Cristo, los primeros cristianos eran flexibles en los puntos que los apóstoles no habían fijado con certeza. Debiéramos imitar su espíritu apacible. 


Evaluando las iglesias de hoy

 

Después de estudiar los escritos de los primeros cristianos, me hice para atrás y me puse a evaluar mi propia espiritualidad. Como dije antes, según las normas actuales, soy cristiano con una entrega más que ordinaria. Pero según las normas de la iglesia primitiva, soy débil espiritualmente. Entonces, me hice la pregunta: “Cuando Dios me evalúa, ¿qué ve?” 

Tal vez la iglesia de hoy en día debe hacerse esta pregunta. ¿Qué ve Dios en la iglesia actual? ¿Está contento con lo que ve en nosotros? ¿Nos está derramando sus mejores bendiciones? ¿O será que nos ve del mismo modo que vio a la iglesia del cuarto siglo, después de Constantino? 

Hago esta pregunta porque me parece que vemos actualmente las mismas condiciones que existían en el cristianismo de entonces, el cristianismo del siglo cuarto. Veo hoy la misma sensación de bienestar que había en el mundo religioso en el siglo cuarto. En aquel tiempo, los cristianos creían que vivían en una época nueva de bendición y prosperidad espiritual. Se jactaban de milagros, de sanidades sobrenaturales, y del gran crecimiento en la iglesia. Lo mismo veo en la iglesia de hoy. Muchos cristianos afirman que estamos viviendo en una época nueva, en la cual Dios está colmando a la iglesia de prosperidad material, milagros, y muchas bendiciones—bendiciones que él no dio antes a la iglesia durante los dos mil años de su historia. 

Muy bien. Es posible que, por alguna razón, Dios esté colmando de bendiciones espirituales a la iglesia actual. Pero a base de lo que veo en la historia de la iglesia primitiva, es muy poco probable que sea así. 

Es mucho más probable que estamos engañándonos a nosotros mismos. Pensémoslo bien. ¿Por qué daría Dios una cruz de aflicción a los cristianos fieles de la iglesia primitiva, mientras él nos da a nosotros prosperidad material, salud milagrosa, y además muchos placeres carnales? Por favor no me entiendan mal. Yo no niego que Dios hace milagros. He leído de sanidades milagrosas y de otros milagros en la iglesia primitiva. Pero estas cosas eran poco comunes, y la iglesia daba poco énfasis a tales cosas. Después de que la madre de Constantino supuestamente halló la cruz de Jesús, entonces sí ¡qué ola más grande de milagros y sanidades sobrenaturales inundó a la iglesia! 

La iglesia del cuarto siglo también creía que el crecimiento rápido de la iglesia indicaba que Dios aprobaba su obra y sus métodos. Lo mismo veo hoy. 

Las iglesias que destacan las bendiciones materiales, las sanidades y otros milagros están creciendo bastante rápidamente. Pero ¿será eso evidencia de la aprobación de Dios? Recordemos que la iglesia creció diez veces más rápido después de la conversión de Constantino que antes. Aun entre los evangélicos tradicionales el crecimiento se ha convertido en una obsesión. 

Los métodos que producen el crecimiento se están adoptando en una iglesia tras otra. Por ejemplo, la manía actual donde vivo yo es la construcción de grandes complejos lujosos para la recreación. Las iglesias los llaman “centros de la vida familiar”. De lo que yo he visto, las iglesias que tienen tales centros de recreación crecen más rápido que las que no los tienen. Pero ¿qué importa? La iglesia primitiva del cuarto siglo bien demostró que podemos usar los métodos humanos— como los templos lujosos y las fiestas religiosas—para hacer crecer la iglesia. Pero la iglesia del cuarto siglo no pudo demostrar que podemos usar los métodos humanos para hacer una iglesia mejor. 

No es demasiado tarde para volver

 

Los cristianos de los primeros siglos produjeron una revolución espiritual en el mundo porque no temieron desafiar las actitudes, la vida, los valores del mundo antiguo. Su cristianismo era mucho más que un credo, un conjunto de doctrinas. Era una manera distinta y nueva de vivir. Y toda la fuerza del mundo romano— militar, económico y social—no pudo pararlo. Sin embargo, después de trescientos años, empezó a fracasar. ¿Por qué? Porque los cristianos perdieron su fe obediente en Dios. Opinaron que podían mejorar al cristianismo con los métodos humanos, usando los métodos del mundo. Pero no mejoraron al cristianismo. Destruyeron su corazón. Hay un refrán muy práctico en las partes rurales de Texas (E.E. U.U): “Si no está quebrado, no lo repare”. En otras palabras, no procure mejorar lo que no está fallando. El supuesto mejoramiento puede causar daño. 

El cristianismo primitivo no estaba fallando. No le faltaba “mejoramiento”. Pero los cristianos del siglo cuarto se convencieron de que bien podían mejorar al cristianismo. “Si ser cristiano trajera bendiciones materiales y prosperidad, pudiéramos convertir a todo el mundo”, razonaron. Pero a fin de cuentas, la iglesia no convirtió al mundo. El mundo convirtió a la iglesia. Pero todavía, de alguna manera los cristianos de hoy en día no se han convencido ni con las lecciones de la historia. 

La iglesia de hoy todavía se goza de su matrimonio con el mundo. Y todavía creemos que podemos mejorar al cristianismo por medio de los métodos humanos. Pero en el sentido verdadero, el cristianismo no mejorará hasta que vuelva a la santidad práctica, el amor no fingido, y la abnegación verdadera de los primeros cristianos. Ya debemos habernos divorciado del mundo—un divorcio que sí tuviera la bendición inequívoca de Dios. 

¿Dónde están la cruz de abnegación y sufrimiento, y el estandarte de fe y amor, que llevaban los primeros cristianos? Quedaron tirados en las calles polvorientas de Nicea. Pero no es demasiado tarde. La iglesia puede volver, recogerlas, levantarlas y llevarlas otra vez. 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

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