miércoles, 28 de septiembre de 2011

LOS MUROS RESTANTES DE LA IGLESIA SE DERRUMBAN

Los muros restantes de la iglesia primitiva se derrumban

 

Como he dicho, la iglesia al principio del cuarto siglo tenía mucha contención y división sobre puntos doctrinales. La contención más apasionada tenía que ver con el origen y la naturaleza del Hijo de Dios.

La controversia empezó con una pregunta hipotética que Alejandro, obispo de Alejandría, hizo a los ancianos de su congregación. Arrio, uno de los ancianos, se expresó de manera poco ortodoxa, y pronto Alejandro y Arrio se trabaron en una disputa acalorada. Muy pronto la congregación entera se involucró en su disputa, y con el tiempo muchas otras congregaciones se involucraron también. 

Constantino empezó a preocuparse de que esta división en la iglesia causara que Dios dejara de bendecir al imperio romano. Cuando los métodos antiguos de la iglesia primitiva no pudieron resolver el problema, Constantino sugirió un nuevo método: un concilio de la iglesia al cual asistirían representantes de todas las iglesias de todo el mundo. Bien que había otras reuniones en tiempos anteriores de representantes de varias iglesias, pero dichas reuniones siempre habían incluido sólo representantes de las iglesias de cierta localidad. La idea de tener un concilio de representantes de las iglesias de todo el mundo era nueva y excitante.


Todos los representantes de las iglesias viajaron a Nicea, el sitio escogido para el concilio, en el país moderno de Turquía. El gobierno pagó los gastos del viaje para todos. El gobierno también pagó el hospedaje y la comida de los representantes una vez que habían llegado a Nicea. Hasta proveyó diversiones para ellos, todo pagado. El mismo emperador Constantino servía como presidente del concilio, dirigiendo las discusiones. Durante los dos meses que duró el concilio, los representantes de las iglesias quedaron impresionados por su habilidad como líder. Constantino persuadió al concilio que hiciera un credo para toda la iglesia, el cual definiría la relación de Dios el Padre y Dios el Hijo. Esta también era idea nueva, ya que en tiempos anteriores cada congregación tenía su propio credo. 

El mismo Constantino propuso los términos que usarían en el nuevo credo universal. Para excluir la doctrina de Arrio, Constantino insistió en que la palabra griega homoousios se empleara para describir la relación de Jesús con su Padre. Esta palabra usualmente se traduce al español con la frase, “siendo de la misma sustancia”. De la manera en que se usaba en el concilio de Nicea, homoousios no contradecía en nada las creencias de los primeros cristianos. Sin embargo, esta palabra no aparece en las Escrituras, y nunca se había usado antes en los credos de las congregaciones. 

No obstante, bajo la presión de los argumentos de Constantino, casi todos los representantes de la iglesia en el concilio de Nicea firmaron el documento nuevo... todos menos cinco. Constantino entonces desterró a los cinco que rehusaron firmar, uno de los cuales fue Arrio.

Luego Constantino hizo una proclamación: “Si algún tratado escrito por Arrio se descubre, que sea echado al fuego, para que no sólo su doctrina depravada sea suprimida, sino mucho más que no quede de él memoria alguna. Por lo tanto, decreto que el que tuviera un libro escrito por Arrio, si no lo entrega ahora de inmediato, cuando fuere hallado, será castigado con la pena de muerte.”


Constantino también instó que el concilio de Nicea tomara otras medidas para prevenir que surgieran desacuerdos y divisiones en la iglesia. El creía que la iglesia sería más fuerte si se organizara de la manera que el gobierno romano estaba organizado. Por eso, el concilio fijó leyes que dio autoridad a ciertos obispos, llamados metropolitanos, sobre otras iglesias. Por ejemplo, al obispo de Alejandría le fue dada autoridad sobre todas las congregaciones de Egipto y Libia. Además, el concilio decretó que ningún obispo nuevo podía ser nombrado sin la aprobación del metropolitano. 

Muchos de los metropolitanos eran los obispos de las iglesias donde los apóstoles habían enseñado personalmente hacía muchos años. Por esto, podemos decir que esta nueva ley se asemejó a la práctica primitiva de referir los problemas que surgían a los ancianos de las iglesias apostólicas. Sin embargo, la práctica de la iglesia primitiva se había basado en la creencia que estas iglesias estaban más cercanas a la autoridad apostólica. La práctica nueva se basaba en una nueva creencia: que los obispos actuales de estas iglesias tenían autoridad directa de Dios, sí, revelación actual. Ya que se creía que la autoridad de los metropolitanos venía directa de Dios, la sumisión a ellos no se dejaba a la voluntad de cada congregación. De esta manera, el concilio de Nicea destruyó la práctica original de los primeros cristianos, práctica que había servido como muro de protección a la iglesia primitiva. 

Pero ni con eso terminó el concilio de Nicea. Se hicieron más leyes con el propósito de establecer uniformidad en todas las iglesias. Por ejemplo, el concilio decretó que todos los cristianos debían orar sólo de pie los domingos y durante los 50 días entre el domingo de la resurrección y el domingo de la ascensión.

De esta manera, lo ocurrido en Nicea destruyó la independencia de cada congregación de creyentes. Ahora, los cambios de teología y cualquier innovación no tendrían que diseminarse lentamente de una congregación a otra. Un concilio de toda la iglesia podía lograr en pocos días lo que antes no se hubiera logrado a través de siglos. 

Como punto final, Constantino proclamó que el nuevo credo de Nicea era inspirado por Dios. El dijo: “Lo que se ha recomendado al juicio de trescientos obispos no puede ser sino la doctrina de Dios, ya que el Espíritu Santo quien mora en las mentes de todos estos hombres formales los ha iluminado eficazmente respecto a la voluntad divina”.

Otro cristiano del siglo cuarto lo expresó de la siguiente manera: “Aun si todos los miembros del concilio hubieran sido laicos, siendo iluminados por Dios y por la gracia del Espíritu Santo, no hubieran podido errar de ninguna manera.”

Con esto, vemos que la convicción de que Dios no daría ninguna nueva revelación después de los apóstoles se había destruido. 


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

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