Los efectos de Nicea sobre los primeros cristianos
Desde el punto de vista humano, parecería que Constantino logró algo maravilloso. Jamás debería de romperse la iglesia por controversias doctrinales y prácticas divisivas. Los representantes de las iglesias se regocijaban de lo que habían logrado.
Pero su regocijo no duró mucho. Trescientos años de conservatismo estricto no podía deshacerse tan rápido. Cuando los obispos volvieron a sus congregaciones, y las congregaciones pensaron detenidamente en el credo y los decretos de Nicea, una reacción conservadora surgió. A causa de esta oposición, Eusebio se vio obligado a defenderse ante su congregación. Tenía que explicar por qué él había firmado el credo. Los conservadores todavía creían que cualquier cambio los involucraría en el error, y les disgustó que el credo de Nicea empleara términos que no se encontraban en las Escrituras. Tampoco les gustó que quedaran abrogados los credos locales que se habían usado a través de varios siglos.
Finalmente, cuando varios herejes se escondieron tras el credo de Nicea para poder propagar sus doctrinas erróneas, los conservadores empezaron a insistir que se aclarara y se agrandara el credo para explicar con más precisión lo que los cristianos habían creído desde tiempos antiguos.
Es posible que esta reacción hubiera tenido éxito en parar la fuente de cambio que amenazaba a la iglesia, si no hubiera sido por la persistencia y la habilidad de un hombre: Atanasio. Este había sido diácono en la iglesia de Alejandría cuando surgió la controversia de Arrio. Aunque diácono, había asistido al concilio de Nicea, pero no había tenido ningún papel importante en él.
El credo de Nicea tenía la intención de preservar lo que la iglesia siempre había enseñado acerca de Jesucristo, y la intensión de Atanasio no era sino apoyar la teología ortodoxa de los cristianos primitivos. Sin embargo, con el correr de los años, la necesidad de apoyar el credo de Nicea se hizo más importante a Atanasio que el apoyar la doctrina de los primeros cristianos. Se apoderó de él la idea de que el credo no podía ser cambiado de ninguna manera— sin importarle que las alteraciones fueran ortodoxas o no lo fueran. El creía que el credo había sido inspirado por Dios, lo mismo que las Escrituras. Aunque al principio defendió la doctrina ortodoxa de los primeros cristianos acerca de Cristo, al fin contradijo lo que una vez había defendido. Pero aun así, ganó el apoyo de casi toda la iglesia.
Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
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