jueves, 29 de septiembre de 2011

NOS FALTA HUMILDAD RESPECTO A NUESTRAS CREENCIAS

Nos falta la humildad respecto a nuestras creencias

 

Hagan el favor de entenderme: No estoy diciendo que todos nosotros debemos desechar de inmediato todas nuestras creencias y adoptar las de los primeros cristianos. Sencillamente estoy diciendo que si vamos a ser honrados, tenemos que admitir que no siempre hemos sido honrados. Por ejemplo, muchas de nuestras doctrinas acerca de la salvación se parecen mucho a las de los gnósticos. Bueno, es posible que los gnósticos tuvieran razón. ¿Pero realmente creemos que sí? Seamos honrados. 

Por lo menos, debemos reconocer la posibilidad de que algunas de nuestras doctrinas no sean correctas, aunque siempre las hayamos creído de todo corazón. 

Cuando primero leí los escritos de los primeros cristianos, me dio vergüenza darme cuenta de que los primeros cristianos no enseñaban mucho de lo que yo había enseñado a otros por muchos años ya. En verdad, ellos claramente calificaban de heréticas a algunas de las creencias que yo tenía. Por no decir más, esta experiencia me hizo más humilde. Pero tal vez eso mismo es lo que a todos nos falta: una dosis fuerte de humildad teológica. 

Hace poco explicaba a un amigo cristiano lo que los primeros cristianos primitivos creían y practicaban. La mayoría de lo que yo decía concordaba con lo que él creía. Se emocionó bastante de lo que yo le decía, creyendo que el testimonio de los primeros cristianos daba testimonio positivo de que las creencias de él eran correctas. Pero cuando yo comencé a contarle de algunas de las creencias de ellos que no concordaban con las de él, se vio perplejo y se calló. Luego moviendo la cabeza negativamente, dijo con toda seriedad: 

—Estaban muy equivocados ellos, ¿verdad? No se le ocurrió la posibilidad de que él mismo pudiera estar equivocado. 


Tal vez no estamos dispuestos a cambiar nuestras creencias a base del testimonio de los primeros cristianos. Pero por lo menos debemos dejar de juzgar con tanta severidad a aquellos que, en toda honradez, interpretan las Escrituras de manera diferente a la que las interpretamos nosotros . . . especialmente si sus interpretaciones concuerdan con las de los primeros cristianos. Jesús nos advierte: 

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7.1-2). 

Parece que muchos de nosotros no creemos en verdad lo que Jesús dijo. Juzgamos sin misericordia las interpretaciones sinceras de otros. Y creemos que Jesús se sonreirá y nos alabará en el día del juicio. 

Pero tal vez estamos equivocados. Tal vez las interpretaciones nuestras sean las incorrectas. Tal vez Jesús haga exactamente lo que dijo. Tal vez nos juzgue precisamente de la manera que hemos juzgado a otros.


BENDICIONES



Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

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