Lo que Agustín enseñó acerca de la salvación
Respondiendo a las enseñanzas de Pelagio, Agustín se fue al otro extremo y desarrolló las siguientes doctrinas:
1. Como resultado del pecado de Adán, los hombres somos depravados totalmente. Somos totalmente incapaces de hacer el bien o de salvarnos. Además, somos hasta incapaces de creer en Dios o de ejercer fe en él.
2. Por tanto, los humanos podemos creer en Dios o ejercer fe en Dios sólo si Dios por gracia nos da esa fe. No tenemos el libre albedrío de escoger o creer en Dios o no creer.
3. La decisión de Dios de salvar a una persona y de condenar a otra, de dar fe a una persona y de no darla a otra, es totalmente arbitraria. Esto es, depende sólo de sí mismo, no de nosotros. No podemos influir esa decisión de Dios.
4. Antes de la creación del mundo, Dios arbitrariamente predestinó quién sería salvo y quién sería condenado. (Digo: “predestinó”, no solamente tuvo esta presciencia.) No podemos hacer nada para cambiar lo que Dios ha predestinado, ni en esta vida ni en la venidera.
5. Los elegidos, aquellos que son predestinados para la salvación, no pueden perder su salvación de ninguna manera. Y aquellos que son predestinados para la condenación no pueden ser salvos jamás.
6. Nadie puede saber si él es elegido por Dios. Dios da a muchos el don de la fe. De esta manera creen, son bautizados, y andan conforme a los mandamientos de Jesús. No obstante, no todos los que reciben el don de la fe son predestinados para la salvación. No perseverarán. El don de perseverar es don independiente del don de la fe. No podemos saber quién de los que están en la iglesia ha recibido el don de perseverar.
7. La salvación depende exclusivamente de la gracia de Dios. La fe es don de Dios. La obediencia es don de Dios. El perseverar es don de Dios.
Pelagio no podía combatir los argumentos poderosos de Agustín. Sus enseñanzas erróneas no duraron. Con todo, Agustín, reaccionando contra las enseñanzas de Pelagio, completamente deshizo las enseñanzas de los primeros cristianos en cuanto al libre albedrío del hombre y su responsabilidad de responder a la gracia de Dios para recibir la salvación. En su lugar, surgió una doctrina fría e inflexible de la predestinación arbitraria.
BENDICIONES
Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
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