Semejanzas asombrosas entre los anabaptistas y los cristianos primitivos
En alto grado, los anabaptistas rechazaron las cosas de este mundo; vivían como ciudadanos del reino celestial. Los de las otras iglesias los aborrecieron a causa de esto. Distinto a Lutero, quien despreció el evangelio de Mateo, los anabaptistas tomaron muy en serio las enseñanzas de Jesús en el sermón del monte. Dieron gran énfasis a que el cristiano renacido tiene que vivir de acuerdo a estas enseñanzas. Las obedecían muy literalmente. La mayoría de las iglesias de hoy en día cuidan a los necesitados, pero las iglesias de la Reforma no lo hacían. Como resultado de esto, los anabaptistas contrastaron grandemente con la iglesia luterana, la iglesia reformada, como también con la iglesia católica en su cuidado fraternal los unos de los otros. Los anabaptistas decían a las demás iglesias:
“Enseñamos y practicamos la piedad, el amor y la comunidad, y los hemos enseñado y practicado por diecisiete años. Alabado sea Dios para siempre, que aunque nos han quitado muchas de nuestras propiedades, y nos las quitan aún, y aunque muchos padres y madres piadosos han sido entregados a la espada o al fuego, y aunque—como todos saben—no podemos vivir en tranquilidad en nuestros hogares…con todo, ninguno de los que se han unido a nosotros, ninguno de los niños huérfanos entre nosotros, se ha visto obligado a pedir limosna. Si ésta no es la práctica cristiana, mejor abandonáramos el evangelio completo de nuestro Señor.
“¿No es una hipocresía triste e intolerable que aquellas pobres gentes, llamados los luteranos se jactan de tener la palabra de Dios, de ser la iglesia cristiana verdadera, pero nunca se acuerdan de que han perdido totalmente la marca del cristianismo verdadero? [Juan 13.35; 1 Juan 3.16-18].
Muchos de ellos viven en pleno lujo, vestidos de seda y terciopelo, de oro y plata, y de toda pompa y esplendidez,…pero dejan que sus miembros pobres y afligidos anden pidiendo limosnas. Obligan que sus pobres, sus hambrientos, sus dolientes, sus ancianos, sus cojos, sus ciegos y sus enfermos anden mendigando pan a las puertas de sus casas. “Oh predicadores, queridos pastores, ¿dónde está el poder del evangelio que ustedes predican?… ¿Dónde están los frutos del Espíritu que han recibido?”
Igual a los primeros cristianos, los anabaptistas también predicaban el mensaje de la cruz. Preguntaban:
“Si la Cabeza [Cristo] tenía que soportar tan grande persecución, dolor, aflicción y angustia, ¿sería posible que sus siervos, sus hijos y los miembros de su cuerpo vivieran en paz y libertad en cuanto a su carne?”
Pero aunque fueron perseguidos, torturados y ejecutados cruelmente, ellos rehusaron resistir a sus perseguidores o vengarse de ellos.
Uno de los ejemplos más conmovedores de un amor verdadero por otros es él de Dirck Willems. Huyendo de las autoridades católicas que le perseguían, Willems corrió sobre el hielo que se había formado encima de un lago. Llegando sin novedad a la ribera, echó un vistazo hacia atrás y vio que el agente que le perseguía se había hundido en el agua helada y que no escaparía de morir ahogado. Willems volvió al agente en peligro y le rescató del agua. Pero el magistrado que quedaba aún sobre la otra ribera ni a causa de eso le tuvo misericordia. Ordenó que el agente arrestara a Willems. Después de ser encarcelado y juzgado, Willems fue quemado vivo.
Otra vez, de acuerdo al ejemplo de los primeros cristianos, los anabaptistas rehusaron usar la espada para apoyar a su patria. No la usarían ni para defender a la patria ni para ejecutar a los malhechores. Obedientes a las palabras del Señor Jesús, rechazaron cualquier juramento. En vez de predicar un evangelio de salud y prosperidad, subrayaron la importancia de la vida sencilla. En verdad, a causa de la persecución, la mayoría de ellos vivían en pobreza calamitosa.
Aun su teología se asemejaba mucho a la de los primeros cristianos . Aunque el lema de la Reforma era “la salvación sólo por la gracia”, los anabaptistas enseñaban que la obediencia es esencial a la salvación. Pero con todo, no enseñaban que la salvación se gana con una acumulación de buenas obras, y rechazaron completamente las obras ceremoniales que los católicos enseñaban para la justificación. Subrayaron que la salvación es un don de Dios.
En sus puntos esenciales, su doctrina acerca de la salvación era idéntica con la de los primeros cristianos. Pero porque enseñaban que la obediencia es esencial para la salvación, los luteranos y los cristianos reformados los llamaban “asaltantes del cielo”.
En esta época cuando los otros grupos de la Reforma subrayaban las doctrinas de Agustín, los anabaptistas rechazaron totalmente la doctrina de la predestinación. Al contrario, enseñaban que la salvación es para quienquiera, y que cada quien escoge por sí mismo o aceptar la gracia de Dios ofrecida para la salvación de su alma, o rechazarla.
No obstante, no todas las doctrinas de los anabaptistas eran idénticas a las de los primeros cristianos. Por ejemplo, su enseñanza acerca del bautismo difería un poco. Me parece que otra vez esto es un ejemplo de la primera ley de Newton sobre la teología. Tanto la iglesia católica, como también la luterana y la reformada, se aferraban a la creencia de los primeros cristianos en cuanto al bautismo: que somos renacidos por el bautismo y que el bautismo es tanto el medio de la gracia de Dios como también la señal de ella. Sin embargo, el bautismo en estas iglesias se había degenerado en una ceremonia sin significación, ceremonia administrada a todos los niños recién nacidos. Así perdieron la creencia de los primeros cristianos de que ser renacido por el bautismo resultaba en una transformación total de la vida. Reaccionando a este abuso del bautismo, los anabaptistas corrieron al otro extremo, por lo menos en sus enseñanzas verbales. Enseñaban que el bautismo era la señal de la gracia de Dios, pero no el medio de ella. Decían que el bautismo en agua simbolizaba que el creyente moría a su vida anterior y que se resucitaba a una vida nueva en Cristo.
Aunque sus enseñanzas verbales diferían de las de los primeros cristianos, los anabaptistas lograron restaurar el bautismo al papel que había desempeñado en el cristianismo primitivo. Como primer punto, rechazaban la doctrina de Agustín de que los niños no bautizados serían condenados.
Bautizaban sólo a aquellos que tenían fe personal en Jesús y que se habían arrepentido de sus pecados pasados. Enseñaban que uno nace de nuevo por el proceso entero de la fe personal, el arrepentimiento, el bautismo en agua, y el bautismo del Espíritu Santo.
Esto armoniza muy bien con las creencias de los primeros cristianos, quienes también enseñaban que la fe personal y el arrepentimiento debían preceder al bautismo.
Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Hermano que Cristo te bendiga grandemente por este estudio ha sido muy gratificante para mi.
ResponderEliminarElegi publicar como anonimo porque no entendi los demas perfiles bendiciones