El renacimiento del cristianismo primitivo
La historia se repite otra vez
Las analogías entre los anabaptistas y los primeros cristianos no toca sólo sus creencias y prácticas. La decadencia de los dos grupos también se parece.
Mientras eran perseguidos, los anabaptistas brillaban con el celo del evangelio y un espíritu cristiano que casi igualaba a los de los primeros cristianos.
Aunque se les prohibía predicar, siempre evangelizaban más energéticamente que cualquier otro grupo de la Reforma. E igual a los primeros cristianos, su sangre servía como la semilla para la propagación del movimiento.
Pero también igual a la iglesia primitiva, el movimiento anabaptista decayó espiritualmente, no porque se les perseguía, sino porque faltaba la persecución.
Tan pronto como los gobiernos de Europa les concedían la tolerancia religiosa, se retiraban a sus enclaves de tranquilidad, perdiendo el vigor de su visión de compartir lo que creían con las demás iglesias. Su ética de trabajar arduamente condujo a muchos a la prosperidad material. Pronto les interesaban más las riquezas de esta vida que las riquezas de la vida venidera.
Otra vez, siguiendo el camino trazado por la iglesia primitiva, cuando los anabaptistas perdieron su vigor espiritual, se enredaron en las disputas doctrinales. Después de unos siglos, el movimiento empezó a romperse en una serie sin fin de desacuerdos y divisiones.
Aunque los primeros anabaptistas habían subrayado la transformación del hombre interior, sus sucesores pusieron más énfasis en las cosas exteriores.
El vestido y la apariencia del cristiano se volvieron más importantes que la condición de su corazón. Algunos líderes anabaptistas trataron de legislar la justicia personal, fijando muchas reglas hechas por hombres, en vez de dejar que el Espíritu de Dios cambiara al hombre comenzando desde el interior.
BENDICIONES
Tomado del Libro: Que hablen los primeros cristianos de David Bercot.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
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