martes, 13 de septiembre de 2011

NIÑOS

NIÑOS


A los que progresan en el conocimiento de Cristo el Señor, les habla con este lenguaje: les ordena despreciar las cosas de este mundo y les exhorta a fijar su atención solamente en el Padre, imitando a los niños. Por esta razón les dice: “No se preocupen por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga: basta al día su afán.” Así manda que dejemos a un lado las preocupaciones de esta vida para unirnos solamente al Padre. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 


Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Mateo 18:3-5 

Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Mateo 11:25-26 

Habiéndonos renovado por el perdón de nuestros pecados, hizo de nosotros una forma nueva, hasta el punto de tener un alma de niños, como que de veras El nos ha formado de nuevo. Bernabé (70-130 d.C.) 

Y de la montaña duodécima, que era blanca, los que creyeron eran así: eran como verdaderos recién nacidos, en cuyo corazón no hay astucia alguna, ni han aprendido lo que es maldad, sino que permanecen siendo niños para siempre. Estos, pues, moran, sin duda, en el reino de Dios, porque no contaminaron los mandamientos de Dios en nada, sino que siguen siendo niños todos los días de su vida en su mentalidad. Hermas (150 d.C.) 

Porque Cristo vino a salvar a todos: y digo a todos, es decir a cuantos por él renacen para Dios, sean bebés, niños, adolescentes, jóvenes o adultos. Ireneo (180 d.C.) 

¿Y quiénes se salvan ahora y reciben la vida? ¿Acaso no son aquellos que aman a Dios, creen en sus promesas, y se han hecho niños en la malicia. Ireneo (180 d.C.) 

Por lo tanto no necesitamos de la ley como maestro; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y arraigados en la justicia y honestidad. Ireneo (180 d.C.) 

Somos cándidos cuando somos dóciles y moldeables en la bondad, y la cólera no ocupa lugar en nosotros, ni el rencor, ni el menor sentimiento de maldad ni de perversidad. La generación pasada era falsa y tenía el corazón duro, pero nosotros, formamos un coro de recién nacidos y un pueblo nuevo, somos delicados como niños. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 


Cuando el Señor dice: “Que mis corderos sean colocados a mi derecha,” alude simbólicamente a los sencillos y a los que son de la misma condición que los niños, como los corderos, no a los adultos, como los carneros; y si muestra su predilección por los corderos, es porque prefiere en los hombres la delicadeza y la sencillez de espíritu, la inocencia. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Otras veces nos llama alegóricamente “potros” porque desconocen el yugo del mal y no han sido domados por la maldad. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

El Señor nos ha revelado con toda claridad qué significado tiene la palabra “niño,” pues, habiéndose propuesto la cuestión entre los apóstoles acerca de cuál de ellos era el mayor, Jesús puso en medio de ellos a un niño y dijo: “El que se hiciere pequeño como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” No usa la palabra niño refiriéndose a la edad en que todavía no hay razón, como han pensado algunos... Es natural que sean niños los que no reconocen a otro padre que a Dios: los que son sencillos, pequeños, puros… El que cumple este precepto es realmente niño recién nacido para Dios lo mismo que para el mundo: el mundo lo tiene por extraviado; Dios por objeto de su amor. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 


BENDICIONES

No hay comentarios:

Publicar un comentario