La evolución antes de Darwin
Los romanos podían deleitarse en ver a sus compañeros humanos muertos a espada o despedazados por las fieras porque creían que el hombre no era sino un animal desarrollado. La creencia que los humanos habían evolucionado a su forma actual no es idea sólo de ahora. Tampoco es nueva la idea de que el universo llegó a existir sólo por choques casuales de partículas de materia. Los romanos eruditos tenían muchos de las mismas opiniones que tienen los científicos seculares de hoy.
Uno de los primeros cristianos escribió: “Algunas personas niegan que exista un poder divino. Otros se preguntan cada día si uno pudiera existir. Y otros piensan que la materia del universo es resultado de accidentes casuales y choques fortuitos, creyendo que el universo tiene su forma por el movimiento de átomos de diferentes configuraciones.” Sí, aun la palabra “átomo” no pertenece sólo al siglo veinte. Esa palabra la inventaron los filósofos griegos.
Lactancio también escribió de las creencias científicas de los romanos de su día: “Hay quienes enseñan que los hombres primitivos vivían como nómadas en los bosques y en las llanuras. No se unían por lengua ni por ley. Al contrario, vivían en las cuevas y en las grutas, usando las hojas y hierbas por cama. Servían de presa para otros animales más fuertes que ellos y para las fieras. Con el tiempo, los que sobrevivieron…buscaron la compañía de otros hombres para gozar de protección. Al principio se comunicaron sólo por medio de señales sencillas; después aprendieron el lenguaje más rudimentario. Poco a poco, dieron nombres a los objetos y desarrollaron un sistema de comunicación.”
La creencia cristiana que todos los hombres tuvieron su origen en la primera pareja significaba que todos eran hermanos—una idea poco aceptada en la cultura de entonces. Así, cuando enseñaban la creación por Dios, los primeros cristianos no repetían lo que los demás en el mundo creían. La verdad es que los griegos y los romanos eruditos se burlaban de los primeros cristianos por su creencia en la creación.
Estos mismos intelectuales aceptaban los escritos de cualquier otro grupo acerca del origen del hombre, por absurdo que fuera. Pero rechazaban inmediatamente los escritos de los judíos y los cristianos acerca de la creación de Dios, sin importarles que tales explicaciones eran más sensatas que aquéllas.
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