viernes, 2 de septiembre de 2011

EL MENSAJE DE SALVACION DE LOS CRISTIANOS PRIMITIVOS

El mensaje de salvación de los cristianos primitivos


Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte. He aquí el camino de la vida: en primer lugar, amarás a Dios que te ha creado; y en segundo lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir, que no harás a otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo. La enseñanza del camino de la vida es ésta: Bendigan a los que les maldicen, rueguen por sus enemigos, ayunen para los que les persiguen. Si aman a los que los aman, ¿qué gratitud merecerán? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amen a los que los odian, y no tendrán ya enemigos. Absténganse de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y entonces serás perfecto. Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si alguien quisiere tomar tu capa, déjale también la túnica. Si alguno se apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no puedes hacerlo. Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos… Sé humilde, porque los humildes heredarán la tierra. Sé magnánimo y misericordioso, sin malicia, pacífico y bueno, poniendo en práctica las enseñanzas que has recibido. No te enorgullezcas, ni dejes que la presunción se apodere de tu alma. No te acompañes con los orgullosos, sino con los justos y los humildes. Acepta con gratitud las pruebas que sobrevinieren, recordando que nada nos sucede sin la voluntad de Dios. Didaché (80-140 d.C.)


Por tanto, no sólo le llamemos Señor, porque esto no nos salvará; porque Él dijo: No todo el que me llama Señor, Señor, será salvo, sino el que obra justicia. Así pues, hermanos, confesémosle en nuestras obras, amándonos unos a otros, no cometiendo adulterio, no diciendo mal el uno del otro, y no teniendo celos, sino siendo templados, misericordiosos y bondadosos. Y teniendo sentimientos amistosos los unos hacia los otros, y no siendo codiciosos. Con estas obras le hemos de confesar, y no con otras. Y no hemos de tener temor de los hombres, sino de Dios. Por esta causa, si hacen estas cosas, el Señor dice: Aunque estén unidos a mí en mi propio seno, si no hacen mis mandamientos, yo les echaré y les diré: Apártense de mí, no sé de dónde son, obradores de maldad. Segunda de Clemente (150 d.C.) 

Habiendo, pues, Cristo limpiado a su pueblo, les mostró los caminos de vida, dándoles la ley que Él recibió de su Padre. Hermas (150 d.C.) 

Los cristianos afirman que los perversos y lujuriosos serán atormentados con eterno fuego y que, en cambio, los que practican la virtud y viven imitando la conducta de Cristo irán a vivir con Dios, sin que tengan ya que sufrir dolor alguno; los que se han hecho cristianos deben exceptuarse. 
Justino Mártir (160 d.C.) 

Y dijo a los discípulos: ¡Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga! Pues quien quisiere salvar su vida la perderá, y quien la perdiere por mí la salvará. Esta es la predicación abierta de Cristo: que Él es el Salvador de quienes por confesarlo serán entregados a la muerte y perderán su vida. Ireneo (180 d.C.) 

Ésta es, mi querido amigo, la predicación de la verdad y la imagen de nuestra salvación: así es el camino de la vida que los profetas anunciaron, el que Cristo instituyó, que los apóstoles señalaron, que la iglesia transmite a sus hijos a través de toda la tierra. Debe ser guardado con voluntad decidida para agradar a Dios con las buenas obras y con un modo sano de pensar. Ireneo (180 d.C.)


¿Qué médico, si quiere curar al enfermo, le da la medicina que a éste le gusta y no la adecuada para devolverle la salud? Y que el Señor vino como médico de los enfermos, él mismo lo dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se arrepientan.” ¿Cómo se aliviarán estos enfermos? ¿Y cómo se arrepentirán los pecadores? ¿Acaso manteniéndose en su estado? ¿No será más bien por un cambio a fondo y alejándose de su anterior modo de vivir en la transgresión, que provocó en ellos esa grave enfermedad y tantos pecados? Ireneo (180 d.C.) 

Muéstrame, pues, tú a ti mismo: si no eres adúltero, si no eres deshonesto, si no eres invertido, si no eres rapaz, si no eres defraudador, si no te irritas, si no eres envidioso, si no eres arrogante, si no eres altanero, si no riñes, si no amas el dinero, si no desobedeces a tus padres, si no vendes a tus hijos. Porque Dios no se manifiesta a quienes cometen estas acciones, a no ser que antes se purifican de toda mancha. Teófilo (180 d.C.) 

¿Cómo podré subir hasta los cielos? El camino es el Señor. Es un camino estrecho, pero viene del cielo y lleva al cielo. Un camino estrecho, que es despreciado en la tierra, pero un camino ancho que es adorado en los cielos. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 


Las cuatro citas siguientes es una referencia clara de cómo predicaban la salvación al mundo:

No obstante, debo exponer bien claramente el amor de Cristo a los hombres, valiéndome de abundantes y salvadores preceptos, a fin de que, gracias a una amplia distribución de los textos de las Escrituras, podamos encontrar más fácilmente la salvación. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

He aquí, pues, un precepto capital y un consejo práctico que lo abarca todo: “Todas las cosas que quisieran que los hombres hiciesen con ustedes, así también hagan ustedes con ellos.” Es posible resumir en dos los preceptos, como dice el Señor: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza, y al prójimo como a ti mismo.” Luego añade: “De estos dos mandamientos dependen la ley entera y los profetas.” 
Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Y así, al que le preguntaba: “¿Qué debo hacer pare heredar la vida eterna?” le respondió: “¿Sabes los mandamientos?” Y habiendo dicho que sí, le dijo: “Haz eso y serás salvo.” 
Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Nos ordena por boca de Isaías: “Lávense, límpiense; quiten la iniquidad de sus obras delante de mis ojos; dejen de hacer lo malo; aprendan a hacer bien: busquen juicio, restituyan al agraviado, oigan en derecho al huérfano, amparen a la viuda. Vengan luego, dirá el Señor, y estemos a cuenta.” Clemente de Alejandría (195 d.C.)


 LA AUTORIDAD MAXIMA: LA PALABRA DE DIOS



Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Isaías 1:16-18 

Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Él le dijo: …Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Mateo 19:16-17 

Ver Mateo capítulos 5, 6 y 7 


BENDICIONES

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