viernes, 9 de septiembre de 2011

ESPOSOS Y ESPOSAS

ESPOSOS Y ESPOSAS


(Las iglesias) a las mujeres les encargaban la ejecución de todos sus deberes en una conciencia intachable, apropiada y pura, dando a sus propios maridos la consideración debida; y les enseñaban a guardar la regla de la obediencia, y a regir los asuntos de sus casas con propiedad y toda discreción. Clemente de Roma (30-100 d.C.) 

Di a mis hermanas que amen al Señor y estén contentas con sus maridos en la carne y en el espíritu. De la misma manera encargo a mis hermanos en el nombre de Jesucristo que amen a sus esposas, como el Señor amó a la iglesia. Ignacio (105 d.C.) 

Enseñémonos primero a andar en el mandamiento del Señor; y luego a nuestras esposas también, a andar en la fe que les ha sido dada y en amor y pureza, apreciando a sus propios esposos en toda verdad y amando a todos los hombres igualmente en toda castidad, y criando a sus hijos en el temor de Dios. Policarpo (135 d.C.) 

Pero da a conocer estas palabras a todos tus hijos, y tu esposa será como tu hermana; porque ella tampoco se ha refrenado en el uso de la lengua, con la cual obra mal. Hermas (150 d.C.) 

Hay que equiparse también para el camino una mujer que ame a su marido. Y, de igual manera, la mujer de un marido que lleve, como hermoso equipaje del viaje hacia al cielo, la sencillez unida a una prudente gravedad. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

Ella no debe adornarse de forma innecesaria. Evitando esto, la esposa será libre de sospechas, mientras se dedica constantemente a oraciones y súplicas. También debe evitar salir de la casa frecuentemente manteniéndose lo más lejos posible de la vista de personas que no sean sus parientes. Porque ella prefiere el cuidado del hogar a las cosas ociosas. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 


 LA AUTORIDAD MAXIMA: LA PALABRA DE DIOS



Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Colosenses 3:18-19 

Las ancianas… enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. 
Tito 2:3-5 

Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas… Vosotros maridos igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. 1 Pedro 3:1,7 

BENDICIONES

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