viernes, 9 de septiembre de 2011

RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO

Recibir el Espíritu Santo

 

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre. Juan 14:15 

De esto somos testigos nosotros, y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen. Hechos 5:32 

Además, había caído sobre todos ustedes un copioso derramamiento del Espíritu Santo; y, estando llenos de santo consejo, en celo excelente y piadosa confianza, extendían las manos al Dios Todopoderoso, suplicándole que les fuera propicio, en caso de que, sin querer, cometieran algún pecado. 
Clemente de Roma (30-100 d.C.) 

Ahora bien, siendo la iglesia espiritual, fue manifestada en la carne de Cristo, con lo cual nos mostró que, si alguno de nosotros la guarda en la carne y no la contamina, la recibirá de nuevo en el Espíritu Santo; porque esta carne es la contrapartida y copia del espíritu. Ningún hombre que haya contaminado la copia, pues, recibirá el original como porción suya. Esto es, pues, lo que Él quiere decir, hermanos: Guarden la carne para que puedan participar del Espíritu. Pero si decimos que la carne es la iglesia y el Espíritu es Cristo, entonces el que haya obrado de modo inexcusable con la carne ha obrado de modo inexcusable con la iglesia. Este, pues, no participará del espíritu, que es Cristo. Tan excelente es la vida y la inmortalidad que esta carne puede recibir como su porción si el Espíritu Santo va unido a ella. Segunda de Clemente (150 d.C.) 


“¿Qué crees que te hará el Señor a ti, El, que te dio el espíritu entero, y tú lo has dejado absolutamente inútil, de modo que no puede servir para nada a su Señor? Porque su utilidad se volvió inutilidad cuando tú lo echaste a perder. ¿No va, pues, el Señor de este espíritu a castigarte a ti con la muerte por este hecho?” “Ciertamente,” le dije, “a todos aquellos a quienes Él halla persistiendo en la malicia, Él los castigará.” Hermas (150 d.C.) 

Por otra parte, el Espíritu de Dios no está en todos los hombres, sino sólo con algunos que viven justamente, en cuya alma se hace presente y con la cual se abraza y por cuyo medio, con predicciones, anuncia a las demás almas lo que está escondido. Las que obedecen a la sabiduría, atraen a sí mismas el espíritu que les es congénito; pero las que no obedecen y rechazan al que es servidor del Dios que ha subido, lejos de mostrarse piadosas se muestran más bien como almas que hacen la guerra a Dios. Taciano (160 d.C.)


Para ello el Señor prometió que enviaría al Paracleto que nos acercase a Dios. Pues, así como del trigo seco no puede hacerse ni una sola masa ni un solo pan, sin algo de humedad, así tampoco nosotros, siendo muchos, podíamos hacernos uno en Cristo Jesús, sin el agua que proviene del cielo. Y así como si el agua no cae la tierra árida no fructifica, así tampoco nosotros, siendo un leño seco, nunca daríamos fruto para la vida, si no se nos enviase de los cielos la lluvia gratuita. Pues nuestros cuerpos recibieron la unidad por medio de la purificación bautismal para la incorrupción; y las almas la recibieron por el Espíritu. Por eso una y otro fueron necesarios, pues ambos nos llevan a la vida de Dios. Ireneo (180 d.C.) 

Por eso Pablo dice a los corintios: “Les he alimentado con leche, no con pan, pues aún no podían digerirlo.” Quiere decir: han conocido la venida del Señor en cuanto hombre, pero aún no ha descansado en ustedes el Espíritu del Padre, dada nuestra debilidad. “Pues cuando hay envidia, discordia y disensiones entre ustedes, ¿no se muestran carnales y caminan según el hombre?. Es decir, el Espíritu del Padre aún no habitaba en ellos, debido a su imperfección y la debilidad de su conducta. El apóstol podía darles el alimento, pues todos aquellos a quienes los apóstoles imponían las manos recibían el Espíritu Santo, que es el alimento de la vida, pero ellos no eran capaces de recibirlo por su relación con Dios aún débil y sin ejercicio. Ireneo (180 d.C.) 

Mas este Espíritu se une a la criatura al mezclarse con el alma; y así por la efusión del Espíritu, el hombre se hace perfecto y espiritual: y éste es el que ha sido hecho según la imagen y semejanza de Dios. Ireneo (180 d.C.) 

De modo semejante los hombres, si por la fe se vuelven mejores y acogen el Espíritu de Dios, germinan como espirituales, como si hubiesen sido plantados en el paraíso. En cambio, si rechazan al Espíritu y perseveran en lo que eran antes, buscando más la carne que el Espíritu, entonces justamente se les aplica aquello: “La carne y la sangre no poseerán el reino de Dios.” Ireneo (180 d.C.) 

Por eso el bautismo, nuestro nuevo nacimiento, tiene lugar por estos tres artículos, y nos concede renacer a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, esto es, al Hijo, que es quien los acoge y los presenta al Padre, y el Padre les regala la incorruptibilidad. Sin el Espíritu Santo es pues imposible ver el Verbo de Dios y sin el Hijo nadie puede acercarse al Padre, porque el Hijo es el conocimiento del padre y el conocimiento del Hijo se obtiene por medio del Espíritu Santo. Pero el Hijo, según la bondad del Padre, dispensa como ministro al Espíritu Santo a quien quiere y como el Padre quiere. Ireneo (180 d.C.) 

Los discípulos… enseñando a los hombres el camino de la vida para apartarlos de los ídolos, de la fornicación y de la avaricia, purificando sus almas y sus cuerpos con el bautismo de agua y de Espíritu Santo, distribuyendo y suministrando a los creyentes este Espíritu Santo que habían recibido del Señor. Así instituyeron y fundaron esta iglesia. 
Ireneo (180 d.C.)


Así también nosotros, al recibir el bautismo, nos desembarazamos de los pecados que, cual sombrías nubes, oscurecían al Espíritu de Dios; dejamos libre el ojo luminoso del espíritu, el único que nos hace capaces de contemplar lo divino, puesto que el Espíritu Santo desciende desde el cielo y se derrama en nosotros. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 


Luego, al salir del baño (el bautismo), somos ungidos con la santa unción, según aquella práctica antigua por la que los sacerdotes solían ungirse con el aceite de un cuerno, como Aarón fue ungido por Moisés… Luego se nos imponen las manos en forma de bendición, mientras se llama y se invita al Espíritu Santo... Y aquel Espíritu Santísimo desciende gustoso del Padre sobre los cuerpos purificados y bendecidos, y también sobre las aguas del bautismo en las que, como reconociendo su santa sede, descansa, como cuando bajó en forma de paloma hasta el Señor. Tertuliano (197 d.C.) 

Sólo es verdaderamente bautizado “de arriba” en el Espíritu Santo y en el agua el que ha “muerto al pecado,” y ha sido verdaderamente “sumergido en la muerte de Cristo,” y ha sido “sepultado con él” en un bautismo de muerte. Orígenes (225 d.C.) 

En el tiempo del diluvio, cuando todos se corrompieron delante de Dios, está escrito en cuanto a los pecadores: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne.” Por eso se ve claramente que el Espíritu de Dios se retira de los que no son dignos de Él. Orígenes (248 d.C.) 


BENDICIONES

No hay comentarios:

Publicar un comentario