jueves, 8 de septiembre de 2011

LA RELACIÓN DE CRISTO CON EL PADRE

La relación del Hijo con el Padre


Pues Jesucristo, nuestra vida inseparable, es también la mente del Padre, así como los obispos establecidos hasta los extremos de la tierra están en la mente de Jesucristo. Ignacio (105 d.C.) 

Por tanto, tal como el Señor no hizo nada sin el Padre, estando unido con Él, sea por sí mismo o por medio de los apóstoles, no hagan nada ustedes, tampoco, sin el obispo y los presbíteros… Apresuraos a congregaros, como en un solo templo, Dios; como ante un altar, Jesucristo, que vino de un Padre y está con un Padre y ha partido a un Padre. 
Ignacio (105 d.C.) 

Dios que se manifestó a través de Jesucristo su Hijo, que es su Verbo que procede del silencio, el cual en todas las cosas agradó a Aquel que le había enviado. Ignacio (105 d.C.) 

Siendo Él mismo la puerta del Padre, por la cual entraron Abraham e Isaac y Jacob, y los profetas y los apóstoles y toda la iglesia; y todas estas cosas se combinan en la unidad de Dios. Ignacio (105 d.C.) 

“Escucha,” me contestó; “el Hijo de Dios no está representado en la forma de un siervo, sino que está representado en gran poder y señorío.” “¿Cómo, señor?,” dije yo; “no lo comprendo.” “Porque,” dijo él, “Dios plantó la viña, esto es, creó al pueblo y lo entregó a su Hijo. Y el Hijo colocó a los ángeles a cargo de ellos, para que velaran sobre ellos; y el Hijo mismo limpió sus pecados, trabajando mucho y soportando muchas labores; porque cavar sin trabajar o esforzarse. Habiendo, pues, Él limpiado a su pueblo, les mostró los caminos de vida, dándoles la ley que Él recibió de su Padre. Hermas (150 d.C.) 

“Y dijo Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal.” Luego, al decir “como uno de nosotros,” indica de cierto número de los que entre sí conversan, y que por lo menos son dos… Sino que este brote (Cristo), emitido realmente del Padre, estaba con Él antes de todas las criaturas y con ése conversa el Padre. Justino Mártir (160 d.C.)


Aquí se nos acusa de locura, diciendo que después de haber afirmado a Dios inmutable, sempiterno y Padre de todos, adjudicamos un segundo puesto a un hombre que fue crucificado. Justino Mártir (160 d.C.) 


Que nadie tenga por ridículo eso de que Dios tenga un Hijo. Porque no pensamos sobre Dios Padre o sobre su Hijo a la manera de sus poetas que hacen fábulas en las que presentan a dioses que en nada son mejores que los hombres, sino que el Hijo de Dios es el Verbo del Padre en idea y operación, pues con relación a él y por medio de él fueron hechas todas las cosas, siendo el Padre y el Hijo uno solo. Y estando el Hijo en el Padre y el Padre en el Hijo, en unidad y potencia de espíritu, el Hijo de Dios es inteligencia y Verbo del Padre. Y si se les ocurre preguntar con su extraordinaria inteligencia qué quiere decir “hijo,” se lo diré brevemente: El Hijo es el primer brote del Padre, pero no como hecho, ya que desde el principio Dios, que es inteligencia eterna, tenía en si al Verbo y era eternamente racional, sino como procediendo de Dios cuando todas las cosas materiales eran naturaleza informe y tierra inerte y estaban mezcladas las más pesadas con las más ligeras, para ser sobre ellas idea y principio activo. 
Atenágoras (175 d.C.) 

El mismo Señor, siendo Hijo de Dios, declaró no saber ni el día ni la hora del juicio, sino sólo Dios, cuando dijo: “Acerca de aquel día y hora nadie los conoce, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” Por lo tanto, si el Hijo no tuvo vergüenza de atribuir sólo al Padre el conocimiento de aquel día, y habló con verdad, tampoco nosotros debemos avergonzarnos de reservar a Dios aquellas cuestiones que no podemos saber. Ireneo (180 d.C.) 

Si, por ejemplo, alguien busca el motivo por el cual sólo el Padre conoce el día y la hora, aunque todo le comunica a su Hijo, el mismo Señor lo ha dicho, y nadie puede inventar otro sin riesgo de equivocarse, porque sólo el Señor es el Maestro de la verdad; y él nos ha dicho que el Padre está sobre todas las cosas, pues dijo: “El Padre es mayor que yo.” El Señor, pues, ha presentado al Padre como superior a todos respecto a su conocimiento, a fin de que nosotros, mientras caminamos por este mundo, dejemos a Dios el saber hasta el fondo tales cuestiones; porque si pretendemos investigar la profundidad del Padre, corremos el peligro de preguntar incluso si hay otro Dios por encima de Dios. Ireneo (180 d.C.) 

Pero nadie puede conocer al Padre si no se lo revela el Verbo de Dios, esto es el Hijo; ni al Hijo, sin el beneplácito del Padre. Porque el Hijo realiza el beneplácito del Padre: ya que el Padre envía, el Hijo es enviado y viene. Y al Padre, que para nosotros es invisible e indeterminable, lo conoce su mismo Verbo; y siendo aquél inenarrable, éste nos lo da a conocer… Y el conocimiento del Padre es la misma manifestación del Hijo: pues todas las cosas se nos manifiestan mediante el Verbo. Ireneo (180 d.C.)


Y, finalmente, el Padre se manifestó en su Verbo hecho visible y palpable: todos vieron al Padre en el Hijo, aunque no todos creyeron en él. Pues lo invisible del Hijo es el Padre, y lo visible del Padre es el Hijo. Por eso, mientras él estuvo presente, todos lo reconocían como Cristo y lo llamaban Dios. 
Ireneo (180 d.C.) 

Por eso El mismo es “juez de vivos y muertos,” el cual “tiene la llave de David; abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá”… Yo (el Hijo) era en quien El se complacía, y cada día me alegraba en todo tiempo ante su rostro, cuando El se gozaba en la perfección del orbe y se regocijaba con los hijos de los hombres.” Ireneo (180 d.C.) 

Él es llamado la “imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” “En Él todas las cosas fueron creadas, visibles e invisibles… y Él es antes de todas las cosas y por medio de Él todas las cosas fueron hechas.” Por tanto, Él es la cabeza de todas las cosas y tiene sólo a Dios el Padre como cabeza. Porque está escrito: “La cabeza de Cristo es Dios.” Orígenes (225 d.C.) 



LA AUTORIDAD MAXIMA: LA PALABRA DE DIOS



En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Juan 1:1 

Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:21 

Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Marcos 13:32 

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Juan 1:18 

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que ustedes os maravilléis. Juan 5:19-20 

Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a ustedes. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. Juan 14:28 

Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios. 
Juan 20:17 

En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. El Hijo, superior a los ángeles Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo. Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. 
Hebreos 1:2-9 

BENDICIONES

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