EL GOBIERNO DE LA IGLESIA
Autoridad y deberes de los líderes de la iglesia
Porque hacían todas las cosas sin hacer distinción de personas, y andaban conforme a las ordenanzas de Dios, sometiéndose a sus gobernantes y rindiendo a los más ancianos entre ustedes el honor debido. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
La cabeza sin los pies no es nada; del mismo modo los pies sin la cabeza no son nada; incluso los miembros más pequeños de nuestro cuerpo son necesarios y útiles para el cuerpo entero; pero todos los miembros cooperan y se unen en sumisión, para que todo el cuerpo pueda ser salvo. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
Hijo mío, acuérdate de día y de noche, del que te anuncia la palabra de Dios; hónrale como al Señor, puesto que donde se anuncia la palabra, allí está el Señor. Didaché (80-140 d.C.)
Para el cargo de obispos y diáconos del Señor, elegirán a hombres humildes, desinteresados, veraces y probados, porque también hacen el oficio de profetas y maestros. No les menosprecien, puesto que son sus dignatarios, juntamente con sus profetas y maestros. Amonéstense unos a otros, según los preceptos del evangelio, en paz y no con ira.
Didaché (80-140 d.C.)
Cuánto más les felicito que estén íntimamente unidos al obispo como la iglesia lo está con Jesucristo y como Jesucristo lo está con el Padre, para que todas las cosas puedan estar armonizadas en unidad. Que nadie se engañe. Si alguno no está dentro del límite del altar, carece de pan. Porque si la oración de uno y otro tiene una fuerza tan grande, ¡cuánto más la del obispo y la de toda la iglesia! Por lo tanto, todo el que no acude a la congregación, con ello muestra su orgullo y se ha separado él mismo; porque está escrito: Dios resiste a los soberbios. Por tanto tengamos cuidado en no resistir al obispo, para que con nuestra sumisión podamos entregarnos nosotros mismos a Dios. Ignacio (105 d.C.)
Sean obedientes al obispo y los unos a los otros, como Jesucristo lo era al Padre, y como los apóstoles lo eran a Cristo y al Padre, para que pueda haber unión de la carne y el espíritu. Ignacio (105 d.C.)
Porque cuando son obedientes al obispo como a Jesucristo, es evidente para mí que están viviendo no según los hombres sino según Jesucristo… Es necesario, por tanto, como acostumbran hacer, que no hagan nada sin el obispo, sino que sean obedientes también al presbiterio… Y, del mismo modo, los que son diáconos de los misterios de Jesucristo deben complacer a todos los hombres en todas las formas. Porque no son diáconos de carne y bebida sino siervos de la iglesia de Dios. Es propio, pues, que se mantengan libres de culpa como si fuera fuego. De la misma manera, que todos respeten a los diáconos como a Jesucristo, tal como deben respetar al obispo como tipo que es del Padre y a los presbíteros como concilio de Dios y como colegio de los apóstoles. Aparte de ellos no hay ni aun el nombre de iglesia. Ignacio (105 d.C.)
Su obispo, cuyo comportamiento es una gran lección, cuya mansedumbre es poder; un hombre a quien creo que incluso los impíos prestan reverencia.
Ignacio (105 d.C.)
(El obispo Ignacio escribe) No les mando nada, cosa que hicieron Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles, yo soy un preso; ellos eran libres, pero yo soy un esclavo en este mismo momento. Con todo, cuando sufra, entonces seré un hombre libre de Jesucristo, y seré levantado libre en Él. Ahora estoy aprendiendo en mis cadenas a descartar toda clase de deseo.
Ignacio (105 d.C.)
Ahora, pues, les digo a ustedes los que gobiernan la iglesia y que ocupan sus asientos principales, no sean como los charlatanes. Los charlatanes, verdaderamente, llevan sus drogas en cajas, pero ustedes llevan su droga y su veneno en el corazón. Están endurecidos, y no quieren limpiar sus corazones, y mezclar su sabiduría en un corazón limpio, para que puedan conseguir misericordia del gran Rey. Hermas (150 d.C.)
Los que tienen las manchas son diáconos que ejercieron mal su oficio, y saquearon la sustancia de viudas y huérfanos, e hicieron ganancia para sí con las administraciones que habían recibido para ejecutar. Estos, pues, si permanecen en el mismo mal deseo, son muertos y no hay esperanza de vida para ellos. Hermas (150 d.C.)
Pero si halla alguna parte del rebaño desparramada, ¡ay de los pastores! Porque si resulta que los mismos pastores están esparcidos, ¿cómo van a responder de los rebaños? ¿Dirán que fueron hostigados por el rebaño? Nadie los creería. Porque es algo increíble que un pastor sea herido por su rebaño, y aún será castigado más a causa de su falsedad.
Hermas (150 d.C.)
Entonces, si se halla alguna divergencia aun en alguna cosa mínima, ¿no sería conveniente volver los ojos a las iglesias más antiguas, en las cuales los apóstoles vivieron, a fin de tomar de ellas la doctrina para resolver la cuestión, lo que es más claro y seguro? Incluso si los apóstoles no nos hubiesen dejado sus escritos, ¿no hubiera sido necesario seguir el orden de la tradición que ellos transmitieron a aquellos a quienes confiaron las iglesias?
Ireneo (180 d.C.)
Pablo indica dónde se le encontrará: “Dios puso en la iglesia en primer lugar apóstoles, luego profetas, y en seguida maestros.” Pues donde Dios ha depositado sus dones, allí es donde conviene aprender la verdad, de aquellos que conservan la sucesión de la iglesia y la doctrina de los apóstoles. Allí se halla la conducta sana e irreprochable, y la palabra no adulterada ni corrompida. Ireneo (180 d.C.)
Así pues, si quieres ejercitar mejor tu curiosidad en lo que toca a tu salvación, recorre las iglesias apostólicas en las que todavía en los mismos lugares tienen autoridad las mismas cátedras de los apóstoles. En ellas se leen todavía las cartas auténticas de ellos. Tertuliano (197 d.C.)
LA AUTORIDAD MAXIMA: LA PALABRA DE DIOS
Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre ustedes, y os presiden en el Señor, y os amonestan. 1 Tesalonicenses 5:12
Obedeced a sus pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. Hebreos 13:17
Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro. 1 Timoteo 3:2-3
Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas. 1 Timoteo 3:8
BENDICIONES
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