En realidad, las escrituras revelan poco de la manera en que Dios gobierna los reinos del mundo. En el Antiguo Testamento, nosotros vemos el trato de Dios con reinos que tenían trato con los israelitas, tales como Egipto, Asiria y Babilonia. Pero la Biblia nos cuenta poco o nada de otros reinos del mundo durante este período, tales como los de China, la India, Japón, África y las Américas.
Nosotros podemos suponer que Dios levantó al Imperio Romano para hacer que la difusión del cristianismo fuera más fácil a través del mundo mediterráneo. Los romanos construyeron buenos caminos a través de todo el Imperio e hicieron del mundo mediterráneo un lugar seguro para viajar. Pero, ¿por qué surgió la dinastía han en China o el reino azteca en México? ¿Por qué la dinastía sunga llegó al poder en la India, y por qué fueron derrocados allí los gobernantes de la dinastía maurya? Esto no lo sabemos.
Lo cierto es que sabemos relativamente poco del gobierno de Dios sobre los reinos del mundo. El hecho de que una nación se imponga en la guerra no indica, en ninguna manera, que la aprobación de Dios está sobre esa nación.
Sin embargo, las escrituras sí revelan cinco principios con relación al gobierno de Dios sobre los reinos del mundo:
• Dios tiene el mando supremo de estos reinos.
• Todos los gobernantes terrenales derivan su poder de Dios.
• La supervisión de Dios sobre los reinos terrenales es algo aparte y distinto del gobierno que él ejerce sobre su reino.
• Todos los reinos terrenales son temporales.
• Satanás tiene una participación importante en los reinos del mundo.
1).- Dios tiene el mando supremo de los reinos del mundo. Al rey Nabuconodosor se le hizo ver este hecho en una forma poderosa cuando Dios le quitó temporalmente tanto su sano juicio como su reino. Las escrituras explican por qué Dios hizo eso: “La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres” (Daniel 4.17).
Así que Dios tiene el mando por encima de todo. Es por ello que los cristianos del reino no se preocupan por los Hitlers de este mundo. Dios nunca permite que su mal perdure sin ser estorbado. Ellos pueden gobernar por un tiempo, pero sólo mientras Dios así lo permita. Los cristianos que verdaderamente creen que Dios está al mando saben que la oración es el arma más eficaz contra el mal.
2).- Todos los gobernantes terrenales derivan su poder de Dios. Cuando Pilato le advirtió a Jesús que él tenía el poder para crucificarlo, Jesús tranquilamente le respondió: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19.11). O, como Pablo dijo, “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13.1).
De manera que los reinos de los hombres tienen autoridad legítima, dada por Dios. Pero, ¿por qué les ha dado Dios esa autoridad? Pablo lo explica: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (Romanos 13.3–4).
Por tanto, Dios les ha dado poder a los reinos de los hombres a causa del estado pecaminoso del género humano. Incluso el gobierno de una persona cruel es casi siempre mejor que la anarquía. En la reciente guerra contra Irak, las fuerzas de la coalición occidental rápidamente derrotaron al ejército de Saddam Hussein de Irak. Sin embargo, hubo un lapso de varios días entre el día cuando el gobierno de Hussein fue derrocado y el día cuando las fuerzas de ocupación establecieron un gobierno interino en Bagdad, la capital de Irak. Durante esos pocos días, reinó la anarquía. Las turbas saquearon tienda tras tienda, las pandillas armadas secuestraron autos y el pueblo persiguió a sus enemigos. A pesar de lo cruel que fue el régimen de Saddam Hussein, incluso su régimen era mejor que no tener ningún gobierno.
Cuando Pablo dijo que el gobernante es “servidor de Dios”, el hombre que estaba gobernando el Imperio Romano era Nerón, un hombre completamente malvado. De modo que nadie se imagine que Pablo quiso decir que el gobernante es socio con Dios o que aun es amigo de Dios. La palabra que Pablo usó aquí para “servidor” es diakonos. El significado normal de esta palabra en griego es “siervo”. Pablo no está diciendo que el gobernante, de manera consciente y dispuesta, es el representante de Dios o su socio. Él está diciendo que el gobernante es el siervo de Dios porque Dios es el Amo.
Al igual que Nerón, la mayoría de los reyes y gobernantes no han reconocido la autoridad de Dios sobre ellos. Por lo general han obrado contra Dios y su pueblo. Tal fue el caso en los días del Israel antiguo, y sigue igual desde los días de Jesús. Los gobernantes casi siempre tratan de ejercer más poder que el que Dios les ha asignado. Ellos no están satisfechos con “lo que es de César”, sino que quieren también “lo que es de Dios”.
3).- La supervisión de Dios sobre los reinos terrenales es algo aparte y distinto del gobierno que él ejerce sobre su reino. Jesús le explicó esto a Pilato, diciendo:
“Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18.36).
Todos los gobiernos terrenales son “de este mundo”. Esto los pone en contraste, y generalmente en oposición, con el reino de Dios. Ningún reino terrenal jamás podrá asociarse con el reino de Dios. La esencia del uno es totalmente opuesta a la esencia del otro. Tratar de unir a uno de los reinos de los hombres con el reino de Dios sería como tratar de pegar la arcilla con el plástico. No se unen ni se pegan porque sus naturalezas son totalmente diferentes.
Los cristianos norteamericanos creyentes de la Biblia a menudo mezclan el patriotismo con su cristianismo y creen que el gobierno de los Estados Unidos, de algún modo, está asociado con el reino de Dios. Ellos hablan de los Estados Unidos como una “nación cristiana”. Sin embargo, los Estados Unidos es tanto un reino del mundo como lo es el de Francia, Alemania o China. El gobierno de los Estados Unidos puede imprimir “In God We Trust” (“En Dios Confiamos”) en su moneda, pero no confía en Dios. Este gobierno confía en sus ejércitos, tanques y misiles.
4).- Todos los reinos terrenales son temporales. La naturaleza opuesta del reino de Dios con relación a los reinos del mundo resulta evidente en la profecía de Daniel: “En los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Daniel 2.44).
Daniel no dijo que el reino de Dios se uniría con uno o más de los reinos terrenales. Él tampoco dijo que algunos estuvieran asociados con el reino de Dios. No, él dijo que el reino de Dios desmenuzará a cada uno de estos reinos y los consumiría. Eso incluye a los Estados Unidos. Los reinos del mundo son sólo entidades temporales que al final serán destruidas.
5).- Finalmente, siempre tenemos que recordar que Satanás tiene una participación importante en los reinos de los hombres. Esto resulta sumamente obvio a partir de la manera en que los gobiernos han actuado a través de los siglos. Pero el asunto se hizo ver más claramente cuando Satanás tentó a Jesús: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4.8–10).
Resulta importante notar que Jesús no disputó el poder de Satanás para darle todos los reinos del mundo. La verdad es que no habría sido mucha tentación si Satanás hubiera estado ofreciéndole a Jesús algo que de todas formas no podía entregarle. De hecho, Jesús posteriormente se refirió a Satanás como el “príncipe de este mundo” (Juan 12.31). Siglos antes del nacimiento de Cristo, las profecías de Daniel revelaron que los reinos terrenales son controlados por fuerzas espirituales impías (véase Daniel 10.13, 20).
Por supuesto, Satanás no tendría autoridad sobre los gobiernos del mundo si Dios no se lo permitiera. La autoridad suprema de los reinos de los hombres proviene de Dios, no de Satanás. Pero, normalmente, los reinos del mundo siguen el sendero de Satanás, no el de Dios.
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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