La polinización cruzada
Poco después, los valdenses (como los llamaba ahora la Iglesia) se reunieron con algunos de los discípulos de los dos predicadores del reino que anteriormente habíamos mencionado: Pierre de Bruys y Henri de Lausana. Waldesius pudo ver claramente que estos otros cristianos no eran herejes. Sin embargo, estos otros cristianos expresaban fuertes críticas de la Iglesia romana. Ellos atacaban a Roma por su mundanería, sus riquezas y su adquisición del poder mundano. También señalaban que la veneración de imágenes y las oraciones por los muertos no eran bíblicas.
Todo esto era nuevo para Waldesius y sus discípulos. Sin embargo, como estudiantes sinceros de la Biblia que eran, ellos escudriñaron las escrituras. Y pronto se dieron cuenta de que estas críticas eran acertadas. Por tanto, ahora ellos también comenzaron a denunciar los errores y pecados de la Iglesia.
La Iglesia Católica no demoró en reaccionar. En el año 1184, el Concilio de Verona condenó a los valdenses como cismáticos peligrosos (aunque no como herejes). Al parecer, el mismo Walter Map que los había engañado con sus preguntas caprichosas metió su mano en esto. Él escribió:
Estas personas no tienen moradas fijas, sino que viajan de dos en dos, descalzos y vestidos con túnicas de lana. Ellos no son dueños de nada, sino que comparten todo en común, siguiendo la costumbre de los apóstoles. Desnudos, ellos siguen a un Cristo desnudo. Sus inicios son extremadamente humildes, pues todavía no tienen muchos seguidores. Sin embargo, si los dejamos a sus maquinaciones, terminarán echándonos a todos.
Una vez más, la gente temía que los mansos y humildes trastornaran el mundo. Finalmente, en el año 1190, la Iglesia condenó a los valdenses como herejes, exponiéndolos a la represión despiadada y la muerte.
Sin desanimarse, Waldesius y sus discípulos continuaron viajando a través del sur de Francia. Posteriormente, cruzaron los Alpes rumbo a Lombardía en el norte de Italia. Allí encontraron a los seguidores de Arnaldo de Brescia, otro predicador del reino del cual ya hemos hablado. Los puntos de vista de estos cristianos italianos (conocidos como los Pobres de Lombardía) ayudaron a los valdenses a darse cuenta de que la iglesia no debe involucrarse con el estado. A su vez, el espíritu y el celo de los valdenses resultaron ser un estímulo refrescante para los Pobres de Lombardía. De modo que estos consintieron en unirse a los valdenses.
Los valdenses trajeron a este movimiento compuesto un fuerte celo evangelista. Los Pobres de Lombardía, a su vez, trajeron al movimiento la estabilidad de la comunidad. Unidos, ¡ellos llegaron a ser una fuerza muy revolucionaria la cual había de ser tomada en cuenta! Pero éste fue un ejército sin ningún tipo de armas, excepto la palabra de Dios. Unidos, ¡ellos estaban listos para trastornar el mundo!
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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