sábado, 15 de octubre de 2011

¿PODEMOS DENUNCIAR EL PECADO?


Jesús nos dijo que no juzguemos a las demás personas. Pero él no dijo que no podemos denunciar el pecado. Pablo, Santiago, Pedro y otros escritores del Nuevo Testamento denunciaron el pecado en la iglesia. No en santurronería, sino en obediencia a Jesús.

Este Blog fue escrito para anunciar tanto a cristianos como incrédulos el evangelio del reino, un evangelio que ya casi no se predica. En este Blog, yo destaco una serie de errores de la Iglesia de hoy y los giros desviados que la Iglesia ha hecho a través de los siglos. Hablo del “evangelio fácil”. Comparo a los “cristianos del reino” con los que simplemente profesan el cristianismo.

Pero lo que sí puedo asegurarle es que no estoy escribiendo este libro en un espíritu de justicia propia. Porque sé muy bien que David Bercot necesita de este mensaje tanto como cualquiera de sus lectores. 

Mi única oración es que al leer este Blog mis lectores sientan el reto tan profundamente como yo lo he sentido al escribir este Blog. Sinceramente, yo no juzgo a los individuos ni hago especulaciones arrogantes sobre su condición ante Cristo. Sin embargo, me preocupa mucho el estado del cristianismo de hoy. Y es por eso que escribo este Blog.

Al mismo tiempo, yo sé que algunos de mis lectores pensarán que ni siquiera debo usar el término “cristiano” para referirme a personas que aman el mundo, que apoyan errores teológicos graves y que han cometido crímenes espantosos en el nombre de Cristo. Por tanto, una vez más deseo dejar bien claro que cuando uso el término “cristiano” a través de este Blog me refiero a los que profesan ser cristianos. En realidad, la autenticidad de su cristianismo está en tela de juicio, pero eso se lo dejaré a Jesús.

También debo explicar que uso el término “los cristianos del reino” para referirme a los cristianos que toman en serio el hecho de ser ciudadanos del reino de Dios y que permanecen en Cristo por medio de una relación de amor obediente. Sin embargo, al usar ese término, no pretendo afirmar categóricamente que el resto de personas quedan sujetas a juicio. Otra vez, Jesús es quien decide, no yo.

Finalmente, debo aclarar que cuando uso el término “Iglesia” (con inicial mayúscula), me refiero a la Iglesia institucional. Me refiero a todos los cuerpos de cristianos profesos. Una vez más, hasta qué punto la Iglesia institucional coincide con el cuerpo de los verdaderos creyentes cristianos, yo me complazco en dejarlo en manos de Jesús.



BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
 

1 comentario:

  1. El pecado hay que denunciarlo pues tenemos el mismo deber de todos los profetas y el mismo jesus pues el denuncio lo malo dentro de su iglesia.

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