DIVORCIO: ¿Contradijo Pablo a Jesús?
Algunos comentaristas contemporáneos de la Biblia afirman que, contrario a Jesús, Pablo sí permitió el divorcio. Lo que es más, ellos sostienen que Pablo amplió el divorcio aun más allá de la ley mosaica, permitiéndoles a las esposas divorciarse de sus maridos. Ellos basan sus afirmaciones en 1 Corintios 7.10–13:
Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
¿Acaso dice Pablo algo en este pasaje que contradiga a Jesús? ¿Autoriza Pablo el divorcio en alguna manera? No, por supuesto que no. Está bien claro que Pablo está hablando de abandonar a un cónyuge, no de divorciarse del mismo. Pero aun así, él dice que los cristianos no deben ni siquiera abandonar a sus cónyuges.
La palabra griega que Pablo usa es afíemi, que por lo general se traduce como “dejar” en otros pasajes, pero nunca como “repudiar”. Afíemi es una palabra completamente diferente a apolúo, el término que Jesús usó en Mateo 5.32 cuando habló acerca del repudio.
No hay justificación histórica o bíblica para traducir afíemi como “repudiar” en el pasaje de Pablo.
En el versículo 15 de este pasaje, Pablo dice: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios” (1 Corintios 7.15).
En este versículo, ¿acaso Pablo autoriza a los cristianos a divorciarse de sus cónyuges incrédulos? No, él no dice nada del divorcio. A través de este pasaje, Pablo ha estado hablando de abandonar a un cónyuge y permanecer sin casarse. Él dice que el cónyuge creyente no debe ser el que abandone al otro. Él concluye el pasaje diciendo que si el incrédulo se separa, sepárese. El creyente no tiene que seguir al cónyuge incrédulo.
En el reino de Dios, Jesús es el Rey y Juez. Sus apóstoles nunca contradicen los mandamientos que su Rey les ha transmitido. Jesús sólo permitió una excepción muy estrecha para los maridos, y sus apóstoles enseñaron de acuerdo con eso.
Los dos serán una sola carne
Cuando Jesús nos da leyes, él no está obligado a explicarnos el porqué. Sin embargo, en uno de sus debates sobre el divorcio, Jesús sí nos da una explicación de su enseñanza estricta sobre este tema:
“¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19.4–6).
Actualmente, yo veo muchos libros cristianos que comparan el matrimonio con una “asociación”. Pero Jesús nunca se refirió al matrimonio como una asociación. Él se refirió al matrimonio como “una sola carne”, y eso es muy diferente.
Conforme a derecho, cuando dos personas forman una asociación, sus identidades separadas aún existen. Si alguien es perjudicado por negligencia, estando en propiedad de la asociación, la persona perjudicada puede demandar a cualquiera de las partes individualmente. La ley considera a la asociación simplemente como dos individuos que trabajan juntos.
Sin embargo, si dos individuos crean una sociedad anónima, el caso es diferente. Según la ley, cuando dos personas convierten su asociación en una sociedad anónima, sus identidades individuales son disueltas. Si alguien es perjudicado estando en propiedad de la sociedad anónima, generalmente el perjudicado no puede demandar a las dos personas que forman la sociedad anónima. Él sólo puede demandar a la sociedad anónima como tal. La ley considera a la sociedad anónima como una nueva “persona”. La sociedad anónima puede demandar o ser demandada como una entidad autónoma.
Igualmente, el matrimonio es como una sociedad anónima, no una asociación. Cuando un hombre y una mujer se casan se forma una nueva entidad. Ellos no son socios; ellos se han unido en “una sola carne”. El mundo puede tratar al marido y a la esposa como socios, pero Jesús no. Según Jesús, ¿quién une a un hombre y a una mujer en matrimonio? Dios. De manera que en el matrimonio, el hombre y la mujer pasan al ámbito de la eternidad. Con esto no quiero decir que el matrimonio es eterno, pero hay realidades eternas que se atribuyen al matrimonio. El matrimonio no es una institución humana; es una institución celestial. Es Dios quien lleva a cabo la unión, pero es el hombre quien trata de hacer la separación.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
No hay comentarios:
Publicar un comentario