lunes, 17 de octubre de 2011

EL EDICTO DE MILAN Y CONSTANTINO


En el año 312, los primeros cristianos recibieron algunas buenas noticias. Constantino, uno de los co-regentes que reemplazó a Diocleciano, había derrotado a su adversario, Majencio, en Roma. 

Esto era una buena noticia porque Constantino estaba bien dispuesto a ayudar a los primeros cristianos. De hecho, durante la persecución diocleciana, los cristianos que vivían en las regiones bajo el control de Constantino habían sido protegidos de la mayor parte de la persecución.

El año 313 trajo mejores noticias aún. Constantino y su co-gobernante, Licinio, proclamaron un nuevo edicto que puso al cristianismo al mismo nivel de todas las otras religiones. Este edicto, conocido como el Edicto de Milán, decía: “Acordamos concederles tanto a los cristianos como a todos los hombres la libertad de seguir la religión que ellos escojan, de manera que cualquier divinidad celestial que exista pueda estar dispuesta a ayudarnos y a todos los que vivan bajo nuestro gobierno”. 

Otros decretos de Constantino y Licinio fueron más tolerantes aún. Cualquier propiedad confiscada a los cristianos durante la persecución diocleciana les debía ser devuelta. Además, todas las casas de oración que habían sido quemadas o destruidas durante la persecución serían reconstruidas a expensas del fondo público.

El Edicto de Milán no convirtió al cristianismo en la Iglesia del estado. Éste solamente instituyó la libertad de religión en el Imperio Romano. Sin embargo, poco después, Constantino adoptó una política indudablemente pro-cristiana para la región del Imperio Romano que él gobernaba. (Licinio, su co-gobernante, aún gobernaba la mayor parte oriental del Imperio.) Un historiador de la Iglesia del siglo IV, Eusebio, quien fue completamente absorbido por todo esto, describe las acciones de Constantino:

El emperador piadoso, gloriándose en la confesión de la cruz victoriosa, proclamó el Hijo de Dios a los romanos con gran valentía de testimonio. (…) En realidad, todos, a una sola voz, declararon que Constantino había aparecido por la gracia de Dios como una bendición general para el género humano. (…)

El emperador, además, procuró personalmente la compañía de los ministros de Dios. Él los distinguió con el mayor respeto y honor posible. Él les mostró gracia tanto de palabra como de hecho, como a personas consagradas al servicio de su Dios. De acuerdo con esto, ellos eran admitidos en su mesa.

(…) Él también los convirtió en sus compañeros de viaje, creyendo que así Dios lo ayudaría, ya que ellos eran sus siervos.



BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
 

1 comentario:

  1. Luis A. Lausell hernandez. Facebook25 de febrero de 2012, 12:03

    Roma aun habla de Dios en Jesucristo. (Hechos 10;38) Sin embargo su falsa diosa es María la de creación romana, y no María la madre de Jesús. Su religión distorciona la Palabra de Dios y su doctirna está mezclada con el paganismo políteista. Costantino sin duda, como buen político co-gobernando, nececitaba respaldo popular y lo encontró en los que abandonaron el camino por beneficiarce del Emperador Romano. Lo mismo sucede hoy con los llamados cristianos que se meten en política partidista y votan en las elecciones generales buscando beneficiarse también como sus antepasados. El cristiano tiene un gobernador y un gobierno; lo otro es traición al que dijo: "O conmigo o contra mi."(Ef 2:14 y Col 3:15) Amén 3:15)Amén

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