El enfrentamiento entre el reino y la Iglesia
Como ya he dicho, por lo general la Iglesia Católica no tenía inconveniente en que alguien viviera una vida del reino… siempre y cuando esa persona no hiciera nada que perturbara el sistema religioso existente. Sin embargo, cuando los cristianos del reino comenzaban a predicar el mensaje del reino o trataban de reformar la Iglesia, el martillo de la Iglesia era duro con ellos.
Un ejemplo de esto lo fue Arnaldo de Brescia, un clérigo italiano que trató de reformar la Iglesia mundana del siglo XII.
Él sostuvo que todos los miembros del clero, desde el Papa hasta el sacerdote del pueblo, debían vivir como vivieron los apóstoles. Él tildó a algunos del clero de “cambistas y cuevas de ladrones”. También condenó el sistema papal por haber perdido la visión total de la verdadera misión apostólica. Arnaldo predicó que la Iglesia debería despojarse de todo poder secular y dedicarse exclusivamente al evangelio de Cristo.
¿Cuál fue la reacción de la Iglesia? El Papa hizo que ahorcaran a Arnoldo y que luego lo quemaran. Sus cenizas fueron lanzadas al Río Tíber que pasa por Roma.
Casi al mismo tiempo que Arnaldo se encontraba predicando en Italia, un pobre sacerdote aldeano se encontraba viajando descalzo a través de todas las ciudades y pueblos del sur de Francia, predicando el reino de Dios. Pierre de Bruys, como se llamaba, atrajo una gran multitud de seguidores de entre los pobres. Él enseñaba que los templos eran un derroche extravagante. La iglesia, decía él, es una comunidad espiritual que no necesita de edificios para existir.
También enseñaba que las obras hechas en beneficio de los muertos son inútiles. Además, él predicaba en contra de la misa romana y de las oraciones repetitivas. Pierre de Bruys les decía a sus oyentes que ellos no deberían venerar o adorar la cruz o las imágenes. De hecho, él los alentaba a que destruyeran cualquier objeto de idolatría.
Pierre les leía los cuatro evangelios a sus oyentes y les predicaba el verdadero reino de Dios.
Desgraciadamente, algunos de sus seguidores no abrazaron completamente la doctrina de la no resistencia. Estos destruyeron altares e imágenes, quemaron crucifijos y destruyeron iglesias. Al igual que la mayoría de los maestros del reino durante la Edad Media, Pierre finalmente fue quemado por sus adversarios católicos.
Un último ejemplo de un predicador del reino medieval fue Henri de Lausana, quien viajó a través del norte de Francia a principios del siglo XII, predicando el reino de Dios. Él no sólo predicaba el mensaje del reino, sino que también atacaba fuertemente al clero rico. Él les decía a sus oyentes que no asistieran a las iglesias católicas.
Sus predicaciones y censuras enardecidas atrajeron a una gran cantidad de partidarios de entre los pobres. Finalmente, la Iglesia usó el poder de la nobleza para expulsar a Henri del norte de Francia.
Luego Henri viajó a través del sur de Francia y el norte de Italia, animando a los cristianos en todas partes a que regresaran a la sencillez de los apóstoles y de la iglesia primitiva. En lugar de depender de la autoridad de la Iglesia, Henri citaba el Nuevo Testamento como su única autoridad.
Él les decía a los cristianos que ellos debían confesar sus pecados los unos a los otros. Además, que no era necesario obtener penitencia ni absolución de un sacerdote. Miles y miles de los pobres respondieron al mensaje de Henri y centraron sus vidas en Jesús y su reino.
Aproximadamente a mediados del siglo XII, Henri de Lausana desapareció de los archivos históricos. Si él fue capaz o no de mantenerse apenas a salvo de los cazadores de herejes y continuar predicando, no lo sabemos. Sin embargo, lo que sí sabemos es que sus predicaciones dieron mucho fruto.
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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