viernes, 7 de octubre de 2011

EL GRAN CAMBIO DE VALORES


Cuando se trata de las posesiones materiales, el reino de Dios no sólo tiene leyes diferentes, sino que todos sus valores son completamente diferentes. 

“Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios” (Lucas 6.20). La mayoría de nosotros nos hemos vuelto tan insensibles a las “Bienaventuranzas” que ni siquiera notamos la declaración revolucionaria y radical de Jesús en este versículo.

¿Es una bendición ser pobre? ¿Cuántos de nosotros creemos eso? Quiero decir, ¿cuántos realmente creemos eso? Por ejemplo, cuando pasamos por la casa de un cristiano pobre, acaso decimos en nuestro corazón: “¡Qué bendición! Fíjese cuánto Dios ha bendecido a esa familia.” Seamos honestos. Muy pocos de nosotros decimos algo así. Eso es porque realmente no creemos en nuestro corazón que la pobreza es una bendición.

En cambio, en incontables ocasiones algún cristiano me ha mostrado su casa hermosa y sus abundantes bienes, diciendo: “Vea lo que el Señor nos ha dado”. 

La próxima vez que alguien me diga eso, me veré tentado a contestar: “¿De veras? ¿Y por qué razón haría Dios algo así? ¿Tiene usted alguna idea de por qué Dios está en su contra?” ¿Cuándo despertaremos y le creeremos a Jesús? Él nos dice: 

“¡Ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo” (Lucas 6.24). La prosperidad es una trampa, no una bendición. La pobreza piadosa es una bendición, no una maldición.

Estas verdades nos llevan a un cambio de paradigma tan radical como el que ocurre cuando nos damos cuenta de que la luz que vemos no es un barco, como creíamos, sino un faro en tierra firme. 

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6.6–10).

BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.

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