Irónicamente, sólo unos pocos años antes, Lactancio había dicho: “Dios pudo haberle conferido a su pueblo [a los cristianos] tanto riquezas como reinos, al igual que lo hizo anteriormente con los judíos, de quienes somos sus sucesores y su posteridad. Sin embargo, él desea que los cristianos vivan bajo el poder y el gobierno de otros, para que no se corrompan a causa de la felicidad de la prosperidad, caigan en la lujuria y con el tiempo rechacen los mandamientos de Dios. Por cuanto esto es lo que nuestros antepasados hicieron”.
Tal y como Lactancio había predicho sin querer, una vez que los primeros cristianos llegaron al poder, ellos se corrompieron, cayeron en la lujuria y con el tiempo rechazaron los mandamientos de Dios.
A aquellas alturas, Constantino se consideraba a sí mismo el “obispo de los que estaban fuera de la Iglesia”. Es decir, los obispos de la Iglesia eran responsables de pastorear a los que estaban en la Iglesia, y Constantino era responsable de ser el pastor espiritual de los que estaban fuera de la Iglesia. Como obispo secular, Constantino promulgó un decreto que les prohibía a los funcionarios del gobierno ofrecer sacrificios a los ídolos o practicar la adivinación.
No obstante, pronto Constantino comenzó a considerarse a sí mismo incluso como el jefe o el “obispo universal” de los que estaban dentro de la Iglesia .
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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