Uno de los mitos históricos más duraderos es que Roma cayó debido a que entró en vicios paganos, en orgías frecuentes y en entretenimientos sanguinarios.
He leído a muchos escritores cristianos que señalan a Roma como una lección de lo que le sucederá a los Estados Unidos si no restablece la moralidad bíblica.
Sin embargo, Roma no cayó cuando fue gobernada por los paganos. Cuando Roma cayó, las peleas de gladiadores habían sido declaradas ilegales y una estricta moralidad del Antiguo Testamento había sido impuesta sobre la población. Lo que es más, casi toda la población estaba compuesta por cristianos.
¿Y ante quienes sucumbió Roma? La representación popular nos da la imagen de hordas de bárbaros salvajes, semidesnudos y adoradores de Thor, trepando los muros de Roma en masa y masacrando a todos los que se encontraban a su paso. Pero esto también es un mito. Los pueblos germánicos que conquistaron Roma no eran salvajes ni poco civilizados.
Eran medio romanos en su cultura, y muchos de ellos habían sido aliados y hasta protectores del Imperio. Lo que es más, ellos también eran cristianos profesos.
La era de oro que se suponía que florecería en esta etapa nunca se realizó. A decir verdad, el Imperio Romano ya se encontraba en decadencia cuando los cristianos lo heredaron. Con todo, los cristianos no demostraron ser mejores gobernantes que sus predecesores paganos. En lugar de resolver los problemas, los emperadores cristianos sólo los empeoraron. Sus impuestos agobiantes y sus interminables luchas internas aceleraron la decadencia que había comenzado bajo los emperadores paganos del siglo III, hasta que finalmente cayó todo el Imperio Occidental.
Esencialmente, los cristianos de principios del siglo IV habían cambiado el reino de Dios por el reino de este mundo. Esto tiene que figurar como uno de los peores negocios de todos los tiempos, junto con el cambio que hizo Esaú de su primogenitura por un poco de guisado. Pero al menos Esaú se comió el guisado. Los cristianos no sólo perdieron el reino de Dios, sino también el Imperio Romano.
Los acontecimientos que tuvieron lugar desde el ascenso al trono de Constantino en el año 312 hasta el derrocamiento del último emperador del Imperio Occidental en el año 476 debió haberles dado a los cristianos mucho en que pensar.
Los emperadores romanos paganos habían resultado victoriosos en la mayoría de sus guerras, pero no así los emperadores cristianos. Cristo es el Príncipe de paz. En ese caso, ¿por qué pudieron los emperadores paganos, incluso los malvados como Calígula y Nerón, mantener la Pax Romana y los emperadores cristianos no pudieron? ¿Por qué no sólo había sobrevivido el Imperio, sino que también había florecido bajo los emperadores paganos del primer y segundo siglos, mientras que cayó bajo los gobernantes cristianos del cuarto y quinto siglos?
Ya para el año 476, debió haber sido obvio que el híbrido constantiniano no era de Dios.
El modelo del híbrido
Pero la caída de Roma no llevó a la Iglesia al arrepentimiento. Tampoco llevó al híbrido constantiniano a su fin. De hecho, la Iglesia se convirtió en la institución dominante de la Edad Media.
El modelo social del híbrido continuó a través del período medieval: los pecados sexuales, la hechicería, el aborto y los entretenimientos lascivos fueron condenados (aunque, en lo referente a la inmoralidad sexual, la nobleza no se ajustó a los mismos parámetros). La acumulación de riquezas, la prestación de juramentos y la matanza en la guerra fueron consideradas aceptables.
Ese fue el modelo en los tiempos de Constantino, ese fue el modelo durante la Edad Media… y ese ha sido el modelo en la mayoría de los gobiernos “cristianos” hasta nuestros días.
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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