Las tres pruebas principales
Hay tres pruebas principales que Dios usa para eliminar a los que no son aptos para su reino.
Prueba # 1: La fe. El reino es invisible para cualquiera que no haya nacido de nuevo. “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3.3). Por tanto, se requiere de mucha fe incluso para que las personas deseen unirse a un reino que no pueden ver. En segundo lugar, la mayoría de las bendiciones prometidas concernientes al reino tendrán lugar en el futuro. De modo que una persona tiene que tener fe en que Dios realmente hará lo que ha prometido.
Esta prueba de fe elimina a la mayor parte del género humano. La mayoría de las personas no tienen suficiente fe como para creer en un reino que no pueden ver ni para contar con promesas que no serán cumplidas sino hasta después de su muerte.
Prueba # 2: El compromiso. Como ya hemos visto anteriormente, Jesús nos exige que lo demos todo por causa de su reino. Nuestra primera y última lealtad tiene que ser a nuestro Rey, Jesucristo, y a su reino. Jesús demanda que nuestra lealtad a él sobrepase incluso nuestra lealtad y cariño por nuestros padres, hijos, cónyuges, país, y hasta por nuestras propias vidas.
La única clase de personas que Jesús desea en su reino son los que comprenden que “el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró” (Mateo 13.44–46).
La mayoría de las personas que pasan la prueba de la fe tropiezan en la prueba del compromiso. Por supuesto, estas personas creen en un reino invisible y en los galardones eternos… pero sólo si no les cuesta mucho. ¿Darlo todo por unas promesas solamente? De ninguna manera.
Ya que pocas personas pasan la prueba del compromiso, pudiéramos suponer, con toda la razón, que van quedando muy pocos en el reino. Sin embargo, Jesús indicó que muchos entrarían en su reino sin jamás hacer el compromiso necesario. Él les dijo a sus discípulos: “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador” (Juan 10.1). De manera que simbólicamente muchas personas suben los muros y tratan de robarse así la ciudadanía del reino.
Jesús otra vez destaca esto en su parábola de la fiesta de bodas. “Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22.10–14).
Así que, los que pasan la prueba de la fe pero fallan en la prueba del compromiso son de una clase distinta a los que no creen, o sea, los que rechazan completamente la invitación a las bodas. Aquellos que no tienen fe por lo general rechazan por completo las afirmaciones y promesas de Jesús. Ellos ni siquiera creen que exista un reino, y no hacen ningún esfuerzo por entrar en él.
Sin embargo, los que fallan en la prueba del compromiso a menudo sí creen en las afirmaciones y promesas de Jesús. Pero ellos no quieren hacer el compromiso que Jesús demanda. En efecto, ellos tratan de aceptar la invitación de Jesús al banquete del reino, mientras rechazan todas sus condiciones. ¿Cómo lo hacen? Ellos buscan a alguien que reparta invitaciones para ingresar al reino sin ninguna condición. Por tanto, de manera simbólica, podemos decir que estos son los que suben los muros en grandes cantidades.
Según Jesús, al final los que se cuelan serán la mayoría de los presentes en su reino. Ellos son los “muchos” que son llamados, pero no están entre los “pocos” que son escogidos. Ellos nunca han hecho ningún compromiso con Cristo o con su reino. Ellos pueden creer que Jesús es su Salvador, pero realmente no lo aceptan como su Señor.
Prueba # 3: La obediencia. En los escritos anteriores, yo he hablado sobre algunas de las leyes del reino. Estas leyes sirven para llevarnos de los valores y la mentalidad del mundo a los valores y la mentalidad de Dios. Estas leyes también sirven como una prueba. Algunos de los creyentes que pasan las pruebas de la fe y el compromiso más tarde se vuelven desobedientes. Afortunadamente, muchos de estos cristianos luego se arrepienten y regresan a la vida del reino.
Sin embargo, otros pierden completamente su amor por Cristo. Ellos dejan de obedecerlo porque dejan de amarlo. Al final, ellos también serán eliminados del reino: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13.41–42).
Por tanto, al final, Jesús dejará en su reino sólo a los que verdaderamente creen en sus promesas y aceptan sus condiciones. Esos son los que lo aman más que a todo en la tierra y quienes con gusto darían sus vidas por él. Esos son los que Jesús quiere tener a su lado por la eternidad.
Esto, en pocas palabras, es el evangelio del reino.
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
jesus dios es amor infinito mas no un concurso lleno de pruebas para eliminar a la umanidad
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