Las enseñanzas de Jesús en la vida diaria
¡La no resistencia es totalmente contraria a nuestra carne caída! La no resistencia es algo que tenemos que aprender. Definitivamente no es algo con lo que hayamos nacido.
Yo he notado esta verdad cuando veo a los niños jugar. Si un niño tiene un juguete, casi siempre el otro niño lo quiere. ¿Acaso dice el primer niño: “Sí, amiguito, puedes jugar con mi juguete”? Difícilmente. Por lo general, el segundo niño trata de arrebatar el juguete y el primer niño se resiste con toda su fuerza. Casi siempre hay muchos gritos y a veces hasta golpes y mordiscos.
Yo sé que cuando he decidido volver la otra mejilla y no resistir al malo, mi carne se ha opuesto con todas sus fuerzas. La verdad es que yo no soy no resistente por naturaleza. Hace catorce años, mi familia y yo nos mudamos al lugar donde vivimos actualmente. La casa se encuentra en el campo, ubicada en un área de tres acres y medio. Al poco tiempo de habernos mudado, nos percatamos que varios coyotes y perros callejeros vagaban por el bosque y los campos cercanos. Teníamos unas cuantas cabras, de manera que decidimos hacerles un corral con una cerca fuerte para protegerlas de los perros y coyotes.
Contratamos una compañía profesional para construir una cerca fuerte de un metro con setenta y cinco centímetros de altura alrededor del corral para las cabras. A pesar de esto, una mañana despertamos temprano al oír el ruido de perros que ladraban y nuestras cabras que balaban. Salimos rápidamente y encontramos que los perros se las habían arreglado para meterse en el corral y estaban atacando a las cabras. Al vernos, los perros huyeron y desaparecieron en el campo vecino. Una de las cabras murió a causa de este ataque salvaje, y otra quedó en un estado grave de conmoción durante varios días y casi no comía.
En la débil luz del amanecer, no vimos bien a los perros, pero supusimos que eran perros callejeros. De modo que llamamos a los funcionarios de control de animales del condado y les pedimos ayuda. Ellos nos equiparon con varias trampas, benignas y sin dientes, que agarrarían al perro por una pata, dejándolo inmóvil, pero sin dañarle la pata. Los de la agencia dijeron que ellos recogerían cualquier perro que nosotros atrapáramos.
Esa noche sacamos las trampas, y al día siguiente fuimos despertados nuevamente por el ruido de un alboroto afuera. Salimos rápidamente y vimos una jauría de perros junto al corral de las cabras. Pero inmediatamente nos dimos cuenta de que aquellos no eran perros callejeros; eran los perros de nuestros vecinos. Los perros huyeron rápidamente cuando nos vieron. Es decir, todos menos uno. Uno de los perros estaba atrapado en una trampa y no se pudo escapar. Cuando nos acercamos, el pobre perro estaba muerto de miedo y temblaba como una hoja.
En ese momento, vi una camioneta que se acercaba por el camino de nuestra propiedad. Se aproximó a toda velocidad, dejando atrás una estela de polvo. Como un resorte, el chofer saltó de la camioneta y corrió hacia el perro capturado, el cual resultó ser su perro.
—¡Oh! ¿Es este su perro? —le pregunté dócilmente.
—Sí, lo es —respondió en un tono poco amistoso mientras me ayudaba a abrir la trampa para liberar a su perro—. ¿Sabe algo? —continuó diciendo—. Esto no le va a traer otra cosa que enemistades con sus vecinos. Yo me mudé al campo para dejar que mis perros corrieran libremente.
Lo primero que me vino a la mente fue replicar: “Bueno, yo me mudé al campo para que nuestras cabras pudieran correr libremente”. Pero no lo hice. También pensé decirle: “Mire, hagamos un trato: ¡Usted aleja sus perros de mi propiedad y yo hago lo mismo con mis cabras!”
Sin embargo, pensé en las palabras de Jesús de volver la otra mejilla. ¿Qué haría Jesús en una situación como ésta? No había duda en mi mente. Entonces respondí de buen humor:
—Bueno, estoy abierto a cualquier sugerencia de su parte.
El vecino (a quien yo no había conocido antes) se mostró un poco sorprendido por mi respuesta mansa. Él cambió su expresión poco amistosa y respondió serenamente:
—Bueno, lo que usted podría hacer es pasar un alambre electrificado por toda la parte de abajo y de arriba de la cerca. Eso ahuyentará a los perros.
—Estoy dispuesto a hacer eso —respondí, sorprendiéndome a mí mismo—. Haré lo que usted me ha sugerido y devolveré las trampas al condado.
Me parecía un poco injusto que yo tuviera que incurrir en gastos extra para que sus perros intrusos no les hicieran daño a mis cabras. Pero sabía que había manejado esta pequeña crisis de la manera que Jesús deseaba que yo lo hiciera.
Ejemplos bíblicos
La no resistencia y el amar a nuestros enemigos son tal vez las enseñanzas más difíciles (y sin duda, las más revolucionarias) de Jesús. Ambas son exactamente lo opuesto del mensaje que el mundo enseña. ¿No resistir al que es malo? Nuestros padres, escuelas, gobiernos e iglesias nos inculcan precisamente lo contrario: ¡Lucha por tus derechos! ¡No te dejes intimidar! Los héroes a quienes se nos recomienda emular casi nunca son personas no resistentes. No, por lo general son personas que se han levantado contra sus enemigos y los han resistido.
La no resistencia no es simplemente una doctrina teológica; es un estilo de vida. Afecta toda clase de interacción diaria con otras personas. Sin embargo, ser no resistente no significa ser un cobarde. Jesús y Pablo fueron no resistentes. No obstante, ninguno de los dos fue un cobarde; ninguno de los dos tampoco fue un enclenque. Ambos fueron muy enérgicos y francos. Pero los dos prefirieron recibir heridas en lugar de herir a otra persona. Ambos denunciaron el mal, pero no resistieron el mal con la fuerza física.
Observe cuántas veces Pablo fue golpeado y apedreado. Pablo pudo haberse armado y haber viajado con un grupo de guardaespaldas fornidos. Pero no lo hizo. Pablo fue uno de los hombres más valientes que haya existido, pero no resistió el mal con la fuerza física. Como él mismo dijo posteriormente: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Corintios 10.3). Pablo fue un tipo de guerrero diferente, un guerrero de un reino con valores al revés.
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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