Preguntas sobre "Amar a nuestros enimigos"
Si usted es como la mayoría de los cristianos, todo este concepto de la no resistencia y de amar a nuestros enemigos es probablemente nuevo para usted. Y tal vez pueda estarse diciendo: “Sí, ¿pero qué tal si…?” Entonces, permítame mencionar algunos de los “Sí, ¿pero qué tal si…?” y otras preguntas que usted pueda tener.Pregunta ¡Seguramente no te quedarías allí parado y le permitirías que lo haga!
¿Qué tal si alguien entrara en tu casa a robar y estuviera a punto de hacerle daño a tu esposa e hijos?
Naturalmente, esta pregunta se aprovecha del fuerte instinto protector que los hombres tienen hacia los miembros de su familia. Pero la respuesta que un ciudadano del reino debe darle a esa pregunta es la misma que le daría a cualquier otra pregunta que tenga que ver con violar los mandamientos de Jesús. Permítame preguntarle: “¿Qué tal si su gobierno le pidiera que niegue a Jesucristo y que ofrezca un holocausto a Satanás; de lo contrario ellos violarían a su esposa y matarían a sus hijos? ¿Qué haría usted?” Para un ciudadano del reino, la respuesta es muy clara. Jesús ya nos ha dicho que si amamos a nuestros familiares más que a él, no podemos ser sus discípulos. Y él también nos ha dicho: “Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10.33).
Ahora bien, ¿qué tal si, en lugar de negar a Cristo, mi gobierno me ordenara asesinar al vecino de la casa de al lado o violar a su esposa? Y si no lo hiciera, ellos les harían daño a mi esposa e hijos. ¿Sería diferente que negar a Cristo y ofrecer un holocausto a Satanás? En un caso, estaría negando a Cristo con mi boca. En el otro, lo negaría por medio de mis actos.
¿Qué tal si un gobierno extranjero me ordenara lanzar una bomba sobre una ciudad de mi país o asesinar al presidente; de lo contrario ellos les harían daño a mi esposa e hijos? ¿Qué debo hacer? Creo que la mayoría de personas permitirían que les hagan daño a sus esposas e hijos, y hasta que los maten, antes que traicionar a su país.
Así que, ¿en qué se diferencia la situación cuando se trata de la lealtad a Jesús? Las enseñanzas de Jesús sobre la no resistencia son muy claras. Es un asunto de negarlo a él o negar a mi familia. En verdad, es una elección muy difícil, pero yo ya hice esa elección cuando le entregué mi vida a Cristo.
¿Quiere esto decir que yo no haría nada para proteger a mi familia? Por supuesto que no. Ya he hecho lo mejor que pude haber hecho para asegurar su seguridad: He confiado mi hogar y mi familia al cuidado y la protección de Jesús. Y no se trata de una confianza ingenua. Hay decenas de miles de otros cristianos del reino de Dios que han cambiado sus espadas por arados y han puesto la seguridad de sus familiares en manos de su Rey. Y aunque Jesús no ha prometido que nunca les sobrevendrá ningún perjuicio a nuestras familias, puedo decir esto: que, excepto en tiempos de persecución religiosa, es muy raro que las familias del reino de Dios sean perjudicadas por delincuentes comunes.
Un ejemplo que viene a mi mente es el encuentro del peligroso delincuente fugitivo Stephen Roy Carr, con una familia menonita no resistente en Pensilvania en mayo de 1988. Anteriormente, Carr había huido de la Florida, donde era buscado por robo de mayor cuantía. Por un tiempo, estuvo ocultándose en los Montes Apalaches, dispuesto a matar a cualquiera que pusiera en riesgo su libertad. Poco después, se encontró con dos mujeres campistas en el Sendero de los Apalaches y les disparó a ambas; mató a una e hirió gravemente a la otra.
Al huir de aquel lugar, Carr encontró una tina abandonada para mezclar hormigón y la usó para navegar por todo el riachuelo Conodoguinet hasta la granja de Chester y Esther Weaver. Puesto que eran menonitas conservadores, la familia Weaver no tenía televisión ni radio y, por lo tanto, no habían escuchado nada sobre el asesinato. El fugitivo Carr le pidió a la familia Weaver alimentos y albergue, los cuales ellos le proporcionaron con gusto. Carr permaneció en la casa de la familia Weaver durante cinco días. Sin embargo, él no les hizo daño ni les robó. Carr se hubiera quedado más tiempo, pero finalmente la policía lo atrapó.
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