miércoles, 12 de octubre de 2011

NUESTRO PAIS NO ESTA POR ENCIMA DE CRISTO

Amemos a nuestros enemigos

 

Aparte de la persecución religiosa, las leyes del César y las leyes de Cristo probablemente entran en conflicto más a menudo en el área de la no resistencia. Por ejemplo, un gobierno terrenal le dice a un joven que él tiene que alistarse en las filas de las fuerzas armadas, tomar las armas y matar a los enemigos de su país. Sin embargo, nuestro Rey ya nos ha ordenado que amemos a nuestros enemigos y que no los aborrezcamos. Sean budistas, musulmanes o ateos, difícilmente podemos matarlos y aun así afirmar que los amamos. Así que no podemos obedecer a Cristo y al César.

Si las leyes de Cristo no nos permiten matar a los incrédulos, cuánto más nos prohíben matar a nuestros hermanos cristianos. Sin embargo, en casi todas las guerras libradas por los norteamericanos o los europeos en los últimos 1.700 años ha habido cristianos profesos en ambos bandos. Si un gobierno extranjero le ordenara a un norteamericano que luche contra sus conciudadanos norteamericanos y los mate, la mayoría de los norteamericanos se negarían a hacerlo. No obstante, si un gobierno terrenal le ordenara a un cristiano que luche contra sus hermanos cristianos de otro país y los mate, la mayoría de los cristianos profesos lo harían.

Nuestra lealtad absoluta no puede pertenecer a dos reyes. Cuando un cristiano mata a un conciudadano del reino de Dios simplemente porque algún gobernante terrenal se lo ha ordenado, está demostrando que su lealtad absoluta es para su gobernante terrenal. Él pone el bienestar de su país por encima del bienestar del reino de Dios y la hermandad de Cristo.

Pero, lo que es más, la negativa de un cristiano a portar armas no se aplica solamente a las guerras que involucran a otros cristianos. Jesús nos dijo que amemos a nuestros enemigos. Si nos negamos a tomar las armas sólo contra nuestros conciudadanos del reino, no nos diferenciamos en mucho del mundo. La gente del mundo también se niega a tomar las armas contra sus conciudadanos. Unirnos al reino de Dios significa que vamos un paso más allá que el mundo: amamos a nuestros enemigos así como también a nuestros hermanos.

Honremos al gobierno

 

Debido a las enseñanzas de Jesús sobre la no resistencia y el amor a nuestros enemigos, algunos cristianos tienen la idea errónea de que los cristianos deben oponerse y despreciar a los soldados y a los oficiales de la policía. Sin embargo, ese no es el caso.

Jesús y sus apóstoles fueron siempre respetuosos para con los soldados con quienes se encontraron. Las escrituras nos dicen que Dios les ha confiado la espada a los gobiernos de este mundo. Mientras que el reino de Dios no necesita de las fuerzas militares, los gobiernos de este mundo normalmente sí las necesitan. Las enseñanzas de Jesús son para su reino. Él no pretendía que un gobierno de este mundo pudiera operar sin la espada del poder.

Por esa razón, yo siempre trato de mostrarles cortesía y respeto a los soldados y a los oficiales de la policía. De hecho, pienso que una de las auténticas injusticias sociales en nuestra sociedad es el bajo salario que los soldados reciben. Ellos soportan toda clase de dificultades y arriesgan hasta sus propias vidas en beneficio de sus conciudadanos. Sin embargo, ellos se encuentran casi en el lugar más bajo de la escala salarial. En el año 2003, el salario básico para un soldado norteamericano con un año de servicio era sólo $15.480,00. Esto es apenas un poco más que el salario promedio de un ujier de cine norteamericano ($14.144,00) y de una persona encargada de ayudar a los niños a cruzar la calle ($15.080,00).

Por supuesto, me encantaría ver a todos los soldados inscritos en el ejército del reino de Dios y no en los ejércitos de este mundo. Sin embargo, esta es una decisión a la que ellos deben llegar por sí mismos. Pero, mientras estén sirviendo al pueblo de su país en nombre de su gobierno, ellos merecen respeto, no burla. Y al mismo tiempo merecen que su gobierno les pague en proporción a los sacrificios que ellos están llamados a hacer.


 
BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.

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