Cada uno debe tomar la decisión de vivir según las enseñanzas de Cristo, y luego ser fiel a esa decisión. “Nadie puede ser un verdadero cristiano”, decían, “si de veras no ha rendido su vida al señorío de Cristo”.
Ellos se dieron cuenta de forma acertada que las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias y que estaban para ser vividas literalmente. De modo que enseñaron en contra de la acumulación de riquezas. También enseñaron en contra del uso de la espada, ya fuera en defensa propia o en la guerra.
En obediencia a las palabras de Jesús, los valdenses se negaron a prestar juramentos, a pesar de que los juramentos eran un pilar importante de la sociedad medieval. Además, ellos se apegaron a los altos parámetros de honradez establecidos por Jesús.
Llegaron a ser muy conocidos por su honradez. Tanto así que un pobre hombre católico, quien erróneamente había sido acusado de ser valdense, les dijo a sus inquisidores: “No soy quien ustedes creen que soy. Yo miento. ¡Soy un buen católico!”
Un folleto valdense decía lo siguiente acerca del verdadero cristianismo:
Muchos son los falsos cristianos, cegados por el error, que persiguen y aborrecen a los que son buenos, y dejan vivir tranquilamente a los que son falsos engañadores. Pero por esto podemos saber que ellos no son buenos pastores ya que ellos no aman a las ovejas, sino sólo la lana. Las escrituras dicen, y sabemos que es verdad, que si alguien es bueno y ama a Jesucristo, esa persona no maldecirá, ni jurará, ni mentirá, ni tampoco cometerá adulterio, ni matará, ni robará ni se vengará del enemigo. (…)
Me atrevo a decir, y es muy cierto, que ninguno de los papas desde Silvestre en adelante, ni los cardenales, ni los obispos, ni los abades y así por el estilo, tienen el poder para absolver o perdonarle a ninguna criatura ni siquiera un solo pecado mortal. Dios es el único que perdona, y ningún otro.
Esto es lo que los pastores deben hacer: predicarle a las personas y orar con ellas, y alimentarlas con la enseñanza que viene de lo alto.
Los valdenses fueron estudiantes apasionados de la Biblia, y con el tiempo eliminaron prácticamente todos los aspectos de la fe católica que no se encontraban en el Nuevo Testamento.
Aunque ellos habían comenzado como buenos católicos, al final enseñaron en contra de las prácticas y doctrinas no bíblicas tales como el purgatorio, las misas por los muertos, las intercesiones de María y los santos, la veneración y adoración de imágenes y cruces, y el supuesto poder sacerdotal de los curas.
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.
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