martes, 11 de octubre de 2011

¿AMAR A MIS ENEMIGOS?

¿Amar a mis enemigos?


Como he dicho antes, las enseñanzas de Jesús sobre las riquezas, los juramentos y el divorcio ofenden a la mayoría de las personas que las escuchan. Y ciertamente esas enseñanzas están entre las más duras de Jesús. Sin embargo, aun esas tres enseñanzas no son la razón principal por la cual las Iglesias convencionales han rechazado en gran medida el camino del reino.

No, el gran tropiezo ha sido sus enseñanzas sobre lo de “volver la otra mejilla” y amar a nuestros enemigos. Y ya que estas enseñanzas resultan ser un tropiezo tan grande, les he dedicado una sección completa de este Blog. Comencemos, pues, con lo que Jesús dijo acerca de “volver la otra mejilla”:

“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” (Mateo 5.38–42).

¡Ésta sí fue realmente una enseñanza revolucionaria! Así no vivían los gentiles. Pero no sólo eso; los judíos tampoco vivían así. Y desafortunadamente, la mayoría de quienes profesan el cristianismo tampoco han vivido así.

La no resistencia y la pacificación

El grupo de mandamientos que acabamos de leer demandan una conducta pasiva. No resista al que es malo. Vuelva la otra mejilla. Al que quiera ponerle a pleito y quitarle la túnica, déjele también la capa. Si alguien le obliga a llevar carga por un kilómetro, llévela dos kilómetros. Al que le pida, dele. Estos mandamientos puestos en práctica es lo que a veces llamamos la no resistencia.

Sin embargo, también hay una parte activa en la enseñanza de Jesús: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5.43–48).

No es suficiente sólo con ser no resistente. Nosotros los cristianos también tenemos que ser activos, llegando con amor a cualquiera que anteriormente hayamos considerado como enemigo. Si alguien nos odia, debemos averiguar por qué. Tal vez podamos aclarar el asunto para que nuestro enemigo se convierta en nuestro amigo. Jesús nos dijo: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5.23–24).

Así que, como ciudadanos del reino, tenemos que hacer todo lo que podamos para estar en paz con los demás. Jesús dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5.9). 

En nuestros quehaceres diarios en el trabajo, y con los vecinos y amigos, siempre hay ofensas, discusiones y disputas. Si nosotros formamos parte de semejante disputa, debemos ser los primeros en procurar la paz. Incluso cuando estamos convencidos de que tenemos la razón.


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.

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