Sistemas de interpretación que no funcionan
Comencemos echando una mirada a tres de los métodos más populares usados para interpretar la Escritura. Aunque éstos tienen algún valor, los tres son imperfectos:
“Dejar que los pasajes claros interpreten los oscuros”
Había sido una noche especial. Alrededor de veinticinco personas habían llegado a nuestra casa para oír hablar a un predicador piadoso sobre “el cristiano increíble” y pasar un tiempo juntos en oración y comunión. De hecho, todos se retiraron después de las 11 de la noche. Sólo yo y el predicador con otro hermano, pasamos la noche platicando sobre temas espirituales.
Cerca de las tres de la mañana, él cambió de un tema a otro. Y luego terminó hablando sobre el punto de vista bíblico en cuanto al divorcio y las segundas nupcias.
El problema es un poco espinoso debido a declaraciones aparentemente contradictorias hechas por Jesús. En Lucas 16:18, Jesús dijo: “Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.”
Pero en Mateo 19:9, Jesús dice: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera”.
El pasaje de Lucas no menciona excepciones, pero el pasaje de Mateo introduce la frase “salvo por causa de fornicación” (Griego porneia). Los tres reunidos hablamos sobre cómo resolver este aparente conflicto. Uno de los hermanos mencionó que sólo había leído un libro referente al divorcio y a las segundas nupcias. El autor había propuesto una solución: “Deja que el pasaje claro interprete el pasaje que no es claro.”
Creí que este principio era válido, “¿pero cómo podría aplicarse al presente caso?,” me pregunté.
El hermano respondió. “El pasaje de Lucas es claro, el de Mateo no. Por tanto, es el pasaje de Lucas el que guiará.”
“Bueno, aunque estoy de acuerdo con el principio,” respondí, “no estoy de acuerdo con la aplicación del principio que haces aquí. Me parece que cada pasaje individualmente es claro. Lo único que no está claro es cómo se relaciona un pasaje con el otro.”
Desafortunadamente ésa es la deficiencia inherente de dicho principio: ninguno de nosotros puede llegar a un acuerdo sobre qué pasajes son claros y cuáles no. Los prejuicios de una persona inevitablemente influencian su manera de evaluar sobre qué pasajes de la Biblia son claros y cuáles no. Sin embargo, incluso si llegáramos a un acuerdo, este principio no nos conduciría siempre a la verdad. Te daré un ejemplo.
Todos estamos familiarizados con las palabras de Jesús, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Probablemente, la mayoría de nosotros estaría de acuerdo que la frase “pobres en espíritu” podría ser entendida de varias maneras. Particularmente he oído al menos tres diferentes explicaciones de dicha frase.
Algunos dicen que “los pobres en espíritu” son aquellos que son libres del materialismo. Los “pobres en espíritu” podrían ser ricos económicamente, pero el uso que hacen de sus riquezas los convierte en pobres “por dentro.” Pero otros dicen que la frase significa “humildes” u oprimidos. Y aún otros dicen que la frase significa “espiritualmente pobre.” La gente que propone esta última interpretación afirma que Jesús estaba diciendo: “Bienaventurados los que reconocen su pobreza espiritual.”
Pero ahora, veamos el pasaje paralelo que se encuentra en Lucas 6:20 “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.” A diferencia de Mateo, el pasaje de Lucas es bastante claro: bienaventurados son los pobres. Aquí no hay lugar para malentendidos. Pero, ¿significa esto que Jesús nunca dijo “pobres en espíritu”? ¿Deberíamos ignorar sólo la versión de Mateo y aceptar solamente la de Lucas porque ésta es más clara? Si no es honesto hacer eso aquí, ¿sería honesto hacerlo con otros pasajes?
Además, ¿cómo puede este principio ayudarnos a entender el pasaje que hemos tratado de 1 Corintios 11? ¿Cuáles son las partes claras del pasaje y cuáles son las oscuras? Estoy seguro que no llegaríamos a ningún acuerdo. Y probablemente nunca desearíamos usar los versículos oscuros de la Escritura para interpretar los claros. Sin embargo, forzar los pasajes oscuros para encajarlos a los pasajes claros, tampoco nos conduciría a la verdad.
“Que lo mucho interprete lo poco”
Otro principio frecuentemente usado es dejar que los muchos versículos controlen lo poco. Y hay gran validez en este método. Pues donde haya contradicciones aparentes en la Escritura sobre un tema dado, casi no tendría sentido ignorar la mayoría de los versículos a favor de uno o dos. Aunque tampoco es correcto ignorar uno o dos versículos. Y sólo porque un relato o enseñanza en la Escritura no encuentre apoyo en otros pasajes, eso no lo haría inválido.Para entenderlo mejor, miremos los relatos dados en los cuatro evangelios acerca del esclavo al cual le cortaron la oreja cuando arrestaron a Jesús. Mateo describe el relato de la siguiente manera. “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo al siervo de un sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar…” (Mateo 26:51,52). El relato de Marcos es casi idéntico.
Sin embargo, el relato de Juan difiere ligeramente: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces le dijo a Pedro: ‘Mete tu espada en la vaina…’” (Juan 18:10,11).
Finalmente, Lucas nos da la siguiente descripción del mismo relato: “Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja. Entonces respondiendo Jesús, dijo: ‘Basta ya; dejad.’ Y tocando su oreja, le sanó” (Lucas 22:50,51).
Los cuatro evangelios describen el mismo evento, y sus relatos generalmente están de acuerdo. Pero sólo Lucas, describe cómo Jesús restauró la oreja del siervo. Puesto que los otros tres relatos no hacen mención de esto, ¿deberíamos ignorar las palabras de Lucas acerca de la oreja sanada? Otra vez, sólo Juan identifica a Pedro como el hombre que sacó la espada. Y puesto que los otros tres no dicen esto, ¿ignoraremos también la declaración de Juan?
¿Entiendes lo que quiero decir? El principio “deja que lo mucho interprete lo poco,” muchas veces no es válido cuando se aplica a los pasajes históricos de las Escrituras. Por tanto, ¿es más válido cuando se aplica a los temas doctrinales? Veamos.
Sólo cuatro o cinco versículos en el Nuevo Testamento se refieren directamente a Jesús con el título “Dios.” Pero hay docenas de pasajes que hacen referencia a su humanidad. ¿Entonces aceptaremos sólo los pasajes que hablan de su humanidad? ¿E ignoraremos y rehusaremos creer en los pasajes que hablan de su Deidad? ¡Por supuesto que no! A menudo, los “pocos pasajes” en la Escritura contienen verdades importantes que no deben ser ignoradas forzándolas a encajar en los “muchos pasajes.”
Una vez más, ¿nos ayudaría este principio a entender el pasaje de 1 Corintios 11? Para nada. ¿Cuáles son los “pocos pasajes” y cuáles son los “muchos”?
“Ve a la raíz de las palabras”
Otro método bastante popular para intentar aclarar y armonizar la Escritura es el uso de la etimología. La etimología es la rama del lenguaje que estudia el origen de las palabras y su desarrollo. En la actualidad es muy popular entre los escritores y predicadores tratar los varios significados de las raíces de las palabras griegas usadas por los escritores del Nuevo Testamento. Esto hace de los sermones más interesantes e instructivos. Y parece bastante lógico. Pero ¿es la etimología en verdad una herramienta confiable para interpretar la Escritura? Veamos cuánto sentido tiene al interpretar documentos en inglés:Joe Bob Richards tenía una amplia hacienda en el oeste de Texas. Él criaba ganado allí, lo cual le proveía un ingreso moderado. Sin embargo, lo que había debajo de la hacienda era mucho más valioso que lo que se encontraba encima de ella. Aproximadamente una milla debajo de la superficie, yacían depósitos valiosos de petróleo y gas natural. De hecho, los ingresos del petróleo y el gas le permitieron que se jubilara. Por tanto, él vendió su hacienda a un inmigrante italiano, Mario Rossini.
En la escritura que hizo a Mario Rossini, Joe Bob reservó todo “el petróleo, el gas y otros minerales,” [para que no los explotara] un tipo de reserva común en muchas escrituras en el estado de Texas. Mario se dio cuenta que el clima del oeste de Texas era bastante similar al de los países mediterráneos donde se cultiva la planta de olivo. En consecuencia, él plantó un vasto huerto de olivo y pronto comenzó a procesar y a embotellar “Aceite puro de olivo Rossini” en una fábrica y depósito construidos sobre la antigua hacienda.
La empresa de Mario rápidamente tuvo éxito y pronto llegó a ser muy próspera. Sin embargo, cierto día vino a su casa un alguacil y le entregó una cita, notificándolo que había sido demandado por Joe Bob Richards por el valor de todo el aceite de olivo producido en la hacienda. El Sr. Richard estaba reclamando que la reserva de “petróleo (oil en inglés), gas y otros minerales” incluían al aceite de olivo (olive oil en inglés).
En la corte, el Sr Richards presentó a un profesor de inglés de la universidad de Texas, como un experto testigo. Cuando el profesor explicó con precisión al jurado que nuestra palabra “petróleo” (oil), proviene de la palabra latina óleum, y ésta a su vez se derivó de la palabra griega elaia, la cual significa “olivo”. Por consiguiente, argumentó, “la reserva de ‘petróleo (oil), gas natural y otros minerales’ claramente incluían al aceite de olivo (olive oil).” ¿Cómo crees que el jurado reaccionó?
Bueno, ellos se rieron de Joe Bob Richards y de su profesor de inglés, y cerraron el caso. Cuando los pobladores de Texas hablan de “oil y gas”, ellos se están refiriendo al petróleo, no al aceite de olivo. El origen de la raíz de la palabra “oil” no tiene importancia. Y es así para cualquier otra palabra. Si tú quisieras saber lo que los escritores de la Constitución realmente quieren decir, ¿contratarías a un profesor de lingüística que explicara los significados de las raíces y las derivaciones de todas las palabras claves de la Constitución? ¡Seguro que no!
Es simplemente un asunto de sentido común. En el idioma español, inmediatamente podemos notar cuán ridículo es interpretar un documento valiéndonos de la etimología. Y lo que es ridículo en español, no se convierte repentinamente en algo lógico, cuando lo cambiamos al griego. Cuando tú y yo escribimos una carta a alguien, ¿sabemos los significados de las raíces de las palabras que utilizamos? ¿Esperamos que los receptores de nuestras cartas se fijen en los significados de las raíces de nuestras palabras cuando lean nuestras cartas? ¡Por supuesto que no! Entonces, ¿por qué creemos que era diferente con Pablo y sus lectores?
Enfrentémoslo, la mayoría de las personas no sabe de los orígenes de las raíces de las palabras que usan. Yo tampoco. ¿Sabías que nuestra palabra “gas” proviene de la palabra griega “caos”? Yo no sabía. También me sorprendió saber que la raíz de la palabra “empleado” significa “doblar”. Y que la raíz de “moneda” es “cuña.” Y podría continuar. Generalmente hablando, el significado de una palabra se determina según el entendimiento de la población general. Como resultado, los significados pueden cambiar a través del tiempo. En conclusión, la raíz de la cual se deriva una palabra generalmente no tiene importancia.
Al interpretar 1 Corintios 11, nuestra búsqueda debería enfocarse en determinar el significado de las palabras de Pablo en su época, mas no en los siglos anteriores cuando se originaron tales palabras. Pablo no estaba escribiendo a los eruditos en la gramática griega, expertos en la etimología. Sus lectores probablemente ni siquiera sabían los orígenes de las palabras que Pablo usaba. En resumen, los tres principios tratados aquí tienen cierta validez. Pero ninguno de ellos ha sido capaz de llevar a los cristianos a un acuerdo sobre el significado de la Escritura. Y ninguno de ellos es de mucha ayuda para interpretar nuestro pasaje de 1 Corintios 11. Por tanto, veamos ahora un método que es capaz de interpretar dicho pasaje para nosotros.
BENDICIONES
FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.
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