lunes, 3 de octubre de 2011

EL CURSO DE ACCION

El curso de acción 

 

Ezra Mast, un diestro artesano amish, fabricaba a mano sillas hermosas. Aunque su taller se ubicaba en Ohio, su fama traspasó las fronteras por su trabajo de alta calidad. Santiago Butler, quien era dueño de una tienda de muebles de alta calidad en Topeka, Kansas, vio una de las sillas de Ezra. 

Impresionado por el trabajo, se contactó con Ezra y pronto ambos hicieron un contrato. Los términos básicos del contrato consistía en que Ezra entregaría diez sillas cada mes a la tienda de muebles de Butler, y que el Sr. Butler compraría las sillas a un precio fijo que se ajustara periódicamente por la inflación.

Durante veinte años, ambos permanecieron en esta relación de negocio. Y el mismo contrato les sirvió todo aquel tiempo. Cuando Ezra Mast murió, su familia vendió su taller y negocio a Bob Thompson. 

Por el mismo tiempo, Santiago Butler se jubiló y vendió su tienda de muebles a Tom Cook, y se mudó al extranjero. 

Los nuevos propietarios llegaron a ser sucesores del contrato original Mast-Butler. 

Era la quincena del mes y Tom Cook aún no había recibido sus sillas. Algo impaciente, llamó a Bob Thompson y le preguntó: “¿Dónde están las sillas de este mes?” 

“Bueno, las sillas están aquí,” respondió Bob. “Yo me estaba preguntando por qué demorabas mucho para venir y recogerlas.”

“¿Recogerlas? Yo creí que tú las traerías aquí.”
“No. Yo creí que tú vendrías a recogerlas.”


¿Cuál fue el problema? Fue que el contrato no hacía mención para nada sobre el tema de la entrega. 


¿Cómo crees que ambos resolvieron este punto muerto? ¿Qué sería lo más lógico hacer? Por sentido común, sería “preguntar al Sr. Butler y al Sr. Mast cómo hicieron ellos,” podrías responder. Pero el Sr. Mast está muerto y el Sr. Butler se encuentra en el extranjero. 

“Entonces sería cuestión de preguntar a sus familiares y empleados.” ¡Exacto! Y si no es posible preguntar a los familiares y empleados, tenemos que mirar otra evidencia, tales como los cuadernos de apuntes y el testimonio de la gente en la comunidad.
 
En Leyes nos referimos a esto como “el curso de acción.” El mismo principio se aplica a la Escritura, este es nuestro quinto principio de interpretación.


Principio Nº 5 Cuando la Escritura es ambigua, mirar el curso de acción de los discípulos de los apóstoles.
 
En Leyes, si una porción de un contrato es ambigua, entonces miramos cómo interpretaron ese contrato los mismos litigantes. Pues ellos saben mejor lo que querían decir. Y sus acciones mientras duraba el contrato son la mejor evidencia del significado que dieron al contrato. 

De manera similar, cuando leemos la Escritura, si no podemos preguntar a Pablo o a los corintios sobre 1 Corintios, podemos ver su curso de acción. 

Nosotros podemos averiguar cómo entendieron los corintios la carta de Pablo, mirando su acción y prácticas. 

Pero, ¿dónde conseguimos la evidencia de su curso de acción? 

CONTINUA........


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

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