viernes, 7 de octubre de 2011

EL GRAN CAMBIO DE PARADIGMA

Los valores del reino

 

Mientras crecía durante la década de los cincuenta, a menudo escuché a la gente hablar acerca del “sistema americano”. El “sistema americano” se refería al sistema de valores norteamericanos, en contraste con los valores de los comunistas. Entre los valores norteamericanos están una fuerte creencia en la libertad de religión, la libertad de opinión, la libertad de prensa, un proceso judicial justo y la elección de representantes que sean responsables al pueblo.

Igualmente, existe el “sistema del reino”. El reino de Jesús trae consigo su propio sistema de valores. En los siguientes escritos, analizaremos algunas de las leyes del reino que se basan en estos valores. Ahora bien, la mayoría de personas sentirán que estos valores del reino están al revés. La razón es que muchos de ellos son exactamente lo opuesto de los valores humanos que conocemos. Pero lo más importante que debemos recordar acerca de estos valores del reino es que están arraigados en la eternidad. Y las cosas adquieren características totalmente diferentes cuando se someten a la luz de la eternidad.

Esto es parecido a las características cambiantes de la sustancia química H2O a diferentes temperaturas. Cuando esta sustancia se encuentra a temperaturas por encima de 0 ºC (y por debajo de 100 ºC), la llamamos agua. En ese estado es un líquido que puede pasar a través de un tubo. Cualquiera puede beberlo o nadar sumergido en él. Sin embargo, por debajo de 0 grados, el H2O adquiere características totalmente diferentes. Todas sus propiedades cambian drásticamente. Lo que antes se podía beber, ahora se puede comer. Donde antes uno podía sumergirse y nadar, ahora se puede parar y caminar.

Lo mismo sucede cuando se trata de la eternidad. Todas las cosas (las posesiones, los talentos, las actividades y los valores) adquieren características totalmente nuevas cuando son consideradas en vista de la eternidad. Las cosas que son una bendición desde el punto de vista terrenal a menudo se convierten en una maldición cuando son vistas a través del prisma de la eternidad. En el reino, la eternidad no es lo principal; es lo único. En fin de cuentas, todo lo demás es irrelevante.

Y esa es la razón fundamental por la cual debemos esperar que las leyes y los valores de este reino sean diferentes, o sea, revolucionarios. Estas son las leyes y los valores de la eternidad. ¡Es de esperar que sean diferentes a los de la tierra!


El gran cambio de paradigma

 

Vivir y operar en el reino de Dios requiere un cambio radical de paradigma. La palabra paradigma significa “un modelo o patrón”. También puede significar un concepto general o la suma de todas nuestras suposiciones, que nos permiten entender (o malentender) un suceso específico, una serie de eventos o la vida en general. En nosotros se produce un cambio de paradigma cuando, después de pensar que entendíamos la realidad de algo, descubrimos que es otra.

Por ejemplo, uno de los cambios de paradigma más conocidos en la ciencia tuvo lugar cuando Copérnico formuló la hipótesis de que la tierra y los demás planetas giran alrededor del sol. Una vez que los científicos aceptaron el modelo heliocéntrico de Copérnico, tuvieron que cambiar muchas de sus suposiciones anteriores acerca de los movimientos de la tierra. Igualmente, cuando Louis Pasteur y otros científicos descubrieron que los microbios causan enfermedades, la práctica de la medicina sufrió alteraciones radicales.

El escritor Frank Koch ofrece un ejemplo excelente de un cambio de paradigma en una historia relatada en Proceedings, la revista del Instituto Naval de los Estados Unidos:

Durante varios días, dos acorazados asignados al escuadrón de entrenamiento habían estado realizando maniobras bajo condiciones climáticas desfavorables. Yo me encontraba prestando servicios en el acorazado guía, y estaba de vigilante en el puente de mando cuando cayó la noche. Había poca visibilidad y nubes de neblina, por lo que el capitán se mantenía en el puente de mando observando todas las actividades.
Poco después de haber oscurecido, el centinela que se encontraba en el ala del puente de mando reportó:
—Se observa una luz a estribor.
—¿Está fija, o se mueve hacia la popa? —gritó el capitán.
El centinela respondió:
—Fija, capitán.
En ese caso, íbamos rumbo a una peligrosa colisión con aquel barco.
Entonces el capitán llamó al encargado de la comunicación por señales y le dijo:
—Comuníquele a aquel barco: “Nos encontramos rumbo a una colisión. Les aconsejamos que cambien su rumbo 20 grados.”
Entonces recibimos señales que decían: “Es aconsejable que ustedes cambien su rumbo 20 grados”.
El capitán dijo:
—Envíele lo siguiente: “Yo soy capitán; cambie su rumbo 20 grados”.
“Yo soy un marinero de segunda clase,” fue la respuesta. “Será mejor que usted
A estas alturas, el capitán estaba furioso.
—Envíele lo siguiente —el capitán escupía las palabras—: “Yo soy un acorazado.
Y entonces recibimos el mensaje de destellos: “Yo soy un faro en tierra firme”.
cambie su rumbo 20 grados.” Cambie su rumbo 20 grados.”
Nosotros cambiamos el rumbo.

¡El cambio de paradigma necesario para entrar y permanecer en el reino es así de radical! Una vez ciudadanos del nuevo reino, descubrimos que muchos supuestos barcos en realidad son faros. Si verdaderamente somos ciudadanos del reino, toda nuestra cosmovisión cambia.

Éstas no son simplemente “Ideas de inspiración para el día”

Deseo hacer un último comentario antes de que notemos algunas de las leyes revolucionarias y valores “al revés” del reino de Dios. La mayoría de nosotros hemos escuchado estas enseñanzas de Jesús tantas veces que prácticamente nos hemos vuelto insensibles a su verdadero mensaje. Las enseñanzas revolucionarias de Jesús han sido reducidas a clichés, frases trilladas e “ideas de inspiración para el día”. 

Hablamos, pues, de las “bienaventuranzas”, de la “regla de oro” y de “ir la segunda milla”. Algo bueno en que pensar, pero nada para tomar muy en serio o muy al pie de la letra.

Cuando Jesús predicó acerca de las bienaventuranzas a la multitud que se acercó a escucharlo aquel día, él no estaba recitando una poesía. Su deseo no era que ellos regresaran a sus hogares y hablaran de las palabras bonitas que él les había compartido. No, él deseaba desafiarlos hasta lo más profundo de sus almas. Él quiso darles un nuevo conjunto de valores y leyes, además de una nueva vida.

En las páginas que aparecen a continuación, estaremos analizando detenidamente algunos de los nuevos valores y leyes desafiantes del reino. Sin embargo, no las vamos a moderar ni trataremos de dar explicaciones para reducirlas a nada. Las tomaremos tal y como vengan. ¿Habrá quienes resulten ofendidos por las leyes de Jesús? ¡Desde luego!


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.

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